"Yo sabía que mi hija no se había ido, el corazón de una madre no se equivoca"

**María Trinidad Sáenz y Elías Chaparro, padres de Esperanza Chaparro, compartieron su dolor y sentimientos con la comunidad, para agradecer el apoyo que tuvieron de tanta gente.


La Crónica de Chihuahua
Marzo de 2014, 19:31 pm

Abrieron su corazón al público. porque el dolor no ha sido exclusivo de ellos, si bien es más agudo en los familiares directos. En una rueda convocada para agradecer a la comunidad el apoyo que les brindaron desde el primer día de búsqueda de la joven, hasta el día de hoy, el padre y la madre de la desafortunada estudiante, compartieron algo de sus sentimientos.

María Trinidad Sáenz y Elías Chaparro agradecieron a quienes los acompañaron desde la oración, hasta repartiendo junto con ellos volantes durante este triste proceso.

“El vacío no lo vamos a llenar con nada, con nada”, aseguró María.

El día en que desapareció Esperanza será inolvidable para ellos, pues desde entonces su vida dio un giro total, y ya nunca será la misma de antes.

“Nosotros rogábamos a Dios encontrar con vida a mi pequeña, como fuera, pero encontrarla, hoy nos sentimos afortunadamente abrazados por el Señor, porque nos concedió encontrarla, aunque no fue de la manera en que nosotros pedíamos”, refirió la señora María.

Relató la mujer que, cuando se reunieron con el fiscal general, ella le dijo que desde el día en que Esperanza no regresó a casa, necesitó de la ayuda de las autoridades.

Por supuesto, yo no quería que me entregaran a mi hija así, por eso pedí ayuda desde el primer día, y no me dieron lo que necesitaba, no buscaron donde se tenía que haber buscado, no se agotaron los medios que se tenían que haber agotado, se quejó amargamente, pero ya sin rencor.

"Yo sabía que mi hija no se había ido, el corazón de una madre no se equivoca", tomó aíre para continuar, pero ahora en voz de reclamo: "la sociedad tiene sed de justicia, ¿cuándo van a abrir los ojos? Tienen ojos y no ven, tienen oídos y no escuchan los gritos de la sociedad, ¿hasta cuándo? ¿qué es lo que necesitan?”.

La madre pidió a las autoridades que entreguen al o los asesinos de su hija, pues de manera cobarde le arrebataron una parte de ella: “mi hija tenía valores, la eduque con valores y respeto hacia la sociedad, siempre con la frente en alto, su sueño era terminar la UACH, era lo que más anhelaba, le cortaron sus ilusiones, le cortaron sus alas, y nos dejaron un vacío aquí a nosotros”.

Respecto a la carta que hallaron entre las pertenencias de Esperanza, la madre explicó que su hija estaba en un proceso de preparación ya que en el mes de julio asistiría a un retiro de la iglesia, pues aspiraba a ser adoratriz.

“Mi hija leía la biblia, sacaba versículos, y refiriéndose a ellos ella hacía sus cartas, unas cartas hermosas que dirigía a Dios, y esa carta es una de ellas”, aclaró.

Afirmó que Esperanza no estaba deprimida: “era una joven luchona, aguerrida, hermosa, con muchas ganas de vivir, tenía muchas ilusiones, tenía todo en la vida para hacerlo, juventud, un corazón enorme para dar y recibir, ¿qué puerta iba a tocar que no se le fuera a abrir? Tenía todo por delante, un gran Dios que la ama, me quitaron parte de mí, nos la arrebataron, entraron a mi casa y se llevaron lo que más amaba”, manifestó entre lágrimas.

Y reiteró: “mi hija tenía valores, los de afuera no, ¿porqué estamos permitiendo que pase esto?”.

Ese 26 de enero, Esperanza terminó su turno en la mercería donde eventualmente trabajaba; le pagaban 100 pesos. Antes de dirigirse a la estación del ViveBús en la avenida Independencia cargó veinte pesos de saldo en la tarjeta. En las cámaras de seguridad instaladas en el centro, se le puede ver por última vez muy cerca de la Presidencia Municipal.

A partir de ahí se le perdió la vista, todo lo demás es incierto.

“Nosotros vivimos al día, dejamos todo por nuestros hijos, si no tenemos lo buscamos, y siempre con la frente en alto, demostrándole a la gente que hay personas que tenemos dignidad y que estamos dispuestas a enfrentar al mundo, tal cual, pero nos cortan las alas, no nos dejan avanzar”, refirió la señora María quien hoy anhela que su hija tenga un funeral digno, en honor a la guerrera que fue.

Los padres planean ir al lugar del hallazgo en la sierra Nombre de Dios, pero la señora María reconoció que ahora no es el momento adecuado: "yo sé esperar, soy paciente, este dolor se compara a un mar, porque no tiene fin, no sabes cuándo va a terminar esto”.

Al dirigirse hacia las madres, la madre las invitó a reflexionar sobre el hecho de que no sabemos si vamos a regresar o no a casa cuando salimos de ella.

“Lamentablemente en esta sociedad estamos expuestos a todo, que Dios bendiga a todas las jóvenes de nuestra ciudad, si cada uno hiciera lo que nos toca, no pasarían estas cosas”, señaló.

Cuando Esperanza salió de casa rumbo al trabajo, su madre la vio cruzar la puerta, completa y con vida, pero ahora regresa en un ataúd.

“En ningún momento deben decir que están vulnerables, tu diste tu cien por ciento o más para cuidarlas, pero los de afuera no lo están dando, y esos son los que se están tragando a nuestros hijos, él y yo dimos lo que nos correspondía, humildemente lo dimos, pero los de afuera no tuvieron compasión, y agarran jóvenes indefensas, con sueños y anhelos”, expresó la impotente madre.

Reclamó al o los asesinos de su hija, pues asegura que Esperanza no le pudo haber hecho mal a nadie, pues era entregada a su casa, a la escuela y a Dios: “¿qué les pudo haber hecho mi hija? Venía cansada del trabajo, lo que quería era descansar, porque al día siguiente entraba a la escuela, le cortaron todo”.

Una de las situaciones más difíciles que también enfrentarán los padres será explicarles a los hermanos menores de Esperanza porque ella ya no regresará más a la casa: “¿cómo le explicas tú a una niña de ocho años que su hermana ya no está, si ella la vio caminando y salir de pie? ¿cómo le explicas a un niño de 13 años que está molesto? Lo puedes disfrazar, pero la realidad es esta, la realidad es que me quitaron a mi hija, nos destrozaron, desbarataron la familia, nos quitaron la tranquilidad, y muchas cosas más”.

“Era mi niña, mi pequeña, ¿se vale? ¿quién va a responder por esto? ¿Cuántas madres están con el mismo dolor que estoy sintiendo yo ahorita?”, cuestionó la señora María al pedir que las autoridades y la sociedad ya no se sigan lavando las manos ante la situación que pasamos, pues no es necesario que sigan desapareciendo y matando jovencitas para darse cuenta que las cosas no están bien, y se debe actuar ya.

Por su parte, el padre hizo un llamado a las autoridades para que no abandonen otros casos similares al de Esperanza: “a nosotros ya no nos pudieron ayudar, hubiéramos querido encontrarla viva, pero ayuden a otras jovencitas”.

También pidió al gobernador y a los diputados, quienes alguna vez les pidieron el voto, que cumplan con sus promesas y con el encargo que tienen: “una fiscalía digna y una policía que ayude a la ciudadanía, que lo demuestren con hechos”.

Al igual que su esposa, aseguró que era una carta que su hija escribió con pensamientos sobre la biblia, y mostró ante las cámaras una de las tantas cartas que se dedicaba a hacer en sus ratos libres.

“Aquí no dice nada de que ella tenía problemas económicos o de depresión, así como esta carta era la que tenía en su mochila, y puedo mostrar más”, afirmó al pedir tanto a las autoridades como a los medios de comunicación ser respetuosos ante su dolor y no emitir juicios ni comentarios que no tengan sustento en la verdad.