"Yo no quería abortar, pero ellos me obligaron", drama del trafico de blancas en europa

**En el juicio contra Cabeza de Cerdo una testigo asegura que todos sabían que tenía 17 años. **Después de la interrupción del embarazo dice que le pusieron un algodón para que siguiera prostituyéndose. **Ioan Clamparu está acusado de cuatro delitos de prostitución, uno de menores.


La Crónica de Chihuahua
Enero de 2012, 10:22 am

Andrea, nombre ficticio de una testigo protegida a la que supuestamente Ioan Clamparu, más conocido como Cabeza de Cerdo, obligó a prostituirse y a abortar, ha declarado en el juicio que ha comenzado esta mañana contra él. De nacionalidad rumana, llegó a Madrid en 2000 cuando era menor de edad porque se había quedado embarazada en su país y, según ha dicho, no podía contárselo a su madre. "Vine a España a tener a mi hijo. Pero ellos me obligaron a abortar", ha confesado la mujer en la Audiencia Provincial de Madrid, donde se está celebrando el proceso contra Clamparu.

"Un conocido me dijo que buscaban a gente en España para trabajar en un bar, quería dinero para mantener al hijo que iba a tener pero no hubiera venido si sé que era para prostituirme", ha asegurado la joven, que entró en el país con pasaporte falso como mayor de edad y fue llevada a la Casa de campo al día siguiente. Además, fue golpeada por el procesado, que tiene 43 años, al segundo día de llegar al decirle que se sentía engañada, según la testigo.

Según su testimonio, la forzaron a acudir a la clínica El Bosque de Madrid en noviembre de 2000 para que le practicaran una interrupción en su quinta semana de embarazo. La mujer, que en el momento de los hechos tenía 17 años, ha contado que "todos sabían que era menor de edad" y que después de abortar la obligaron a ponerse algodones en la vagina para seguir trabajando de prostituta. Días después tuvo que ir a los hospitales de La Paz y Doce de Octubre por complicaciones. También ha asegurado que no quiere una indemnización. "Con que vaya a la cárcel me conformo", ha subrayado.

Hasta su liberación, Andrea vivía en un piso del barrio de Carabanchel Alto con cuatro chicas más, una de las cuales, Monika V., -ya juzgada por estos hechos junto a otros ocho miembros de la banda de Cabeza de cerdo-, entregaba la recaudación a Ioan. Al día ganaba 600 euros, ejerciendo la prostitución desde las diez de la noche a las cinco de la mañana.

más información
"Ioan dijo que descuartizó a dos chicas"Se busca a Cabeza de CerdoCabeza de Cerdo se cansa de huirOtra de las testigos, que llegó a Madrid vía Hungría e Italia en julio de 2000, ha asegurado que siete u ocho hombres controlaban a más de un centenar de chicas prostituidas en la Casa de Campo. Ha narrado como amenazaron a su familia si no obedecía. Ella, que vivía en Pozuelo y otras chicas en pisos del barrio de Aluche, conoció a Clamparu porque "era el jefe de todos" y quien recibía el dinero. Durante la vista, que termina mañana, el presidente del tribunal de la sección tercera, Juan Pelayo, ha tranquilizado -"el acusado no la ve usted, está usted protegida"- a las testigos, que han hablado tapadas con biombos.

Varios policías han testificado en la sesión y han rememorado que en el año 2000 vigilaron la Casa de Campo para comprobar las denuncias de algunas víctimas de Clamparu y vieron que las chicas eran seguidas de cerca por hombres armados. "Recibían auténticas palizas, han recordado los agentes que han añadido que tenían "un nivel anímico bajo" y un "miedo terrible" al acusado. Clamparu, por su parte, se ha negado a declarar y ha dicho únicamente que no ha vivido en Málaga. Está acusado de cuatro delitos de prostitución y uno de prostitución de menores, así como un delito de aborto para tres de ellos. El fiscal pide para él 28 años así como el pago de hasta 30.000 euros para las víctimas, a las que atraía a España con falsas promesas de trabajo como camareras.

Clamparu, también llamado Papá, El Padrino y Juan de Madrid, era uno de los fugitivos más buscados por Interpol y por la Policía Nacional, un criminal-empresario rumano que montó un negocio de prostitución en la Casa de Campo y lo dirigió sin que apenas ninguno de sus centenares de empleados llegara a verle la cara. Su negocio comenzó en Rumanía en el año 2000, según el Ministerio Fiscal. Allí captaba mujeres para trasladarlas a España. Cuando llegaban a Madrid las llevan a un piso ocupado por una o dos madames, les quitaban el pasaporte y les enseñaban su nuevo lugar de trabajo, la Casa de Campo, según ha afirmado la Policía.

Clamparu, reclamado también por Rumanía e Italia por delitos de tráfico de seres humanos y de narcotráfico, obsesionó durante años a la policía española y europea, que lo buscó denodadamente hasta que se entregó él mismo a finales de septiembre alegando que estaba cansado de vivir en la clandestinidad. La policía, sin embargo, defiende que estaba presionado porque su imagen había sido difundida en el canal de las Fuerzas de Seguridad en internet y su nombre estaba incluido en la lista de los fugitivos más buscados.