¿Y qué vamos a hacer?

**La realidad es que el pueblo no puede más, está cansado de impuestos abiertos y ahora se le cargan impuestos con seudónimo.


¿Y qué vamos a hacer?

La Crónica de Chihuahua
Abril de 2016, 14:57 pm

Por Omar Carreón Abud / Coordinador de la Dirección Nacional de Antorcha Campesina y dirigente en Michoacán

La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) anunció que va a ser necesario otro ajuste adicional al gasto público por 175 mil 100 millones de pesos que se explica, según el comunicado de la dependencia, por los menores ingresos que obtendrán por la venta de petróleo ya que para los próximos meses se estima un precio promedio de sólo 35 dólares por barril. Este recorte presupuestal será el cuarto que se realiza en el último año y medio: el primero fue el 30 de enero de 2015 y ascendió a 124 mil 300 millones de pesos; en el segundo, se redujeron 97 mil millones de pesos y, en el tercero, la reducción del gasto público ascendió a 132 mil millones de pesos; en total, una reducción del orden de los 528 mil 400 millones de pesos. Una montaña de dinero.

Con este recorte monumental, resultarán afectados 18 de 36 programas de las secretarías de Salud, Educación Pública y Agricultura que por su importancia en el mejoramiento de la calidad de vida de los mexicanos, son considerados como prioritarios por las mismas autoridades. A la Secretaría de Agricultura (Sagarpa), se le retiran 5 mil 281 millones de pesos y uno de los programas más afectados, según se informa, será el de “apoyos a pequeños productores” (pobres, debe entenderse) que tendrá un recorte del 46.7 por ciento; a la Secretaría de Educación Pública se le recortarán cinco programas prioritarios y la lista la encabeza la ayuda a los grupos vulnerables, el programa denominado “para la inclusión y la calidad educativa” que tendrá un recorte presupuestal del 27.9 por ciento, le siguen, el programa “para el fortalecimiento de la calidad educativa” (más ventaja para la educación privada) y el “programa escuelas de tiempo completo” (que también es calidad educativa); en lo que se refiere a la Secretaría de Salud, a la salud de los mexicanos más modestos, se afectarán, nada más y nada menos que siete de trece programas fundamentales, tales como, el “programa de prevención y control del sobrepeso, obesidad y diabetes” (catalogados como tragedia nacional), con un ajuste a la baja de 21 por ciento y, el de “prevención y atención del VIH/sida y otras enfermedades de transmisión sexual”; Sedesol, recorta, entre otros, el “programa de inclusión social y apoyo a mujeres en los estados” que, como se comprende, no está destinado a las mujeres de los empresarios y políticos más encumbrados. Y, para completar el futuro que se les prepara a los mexicanos más pobres, no habrá ningún recorte en la Secretaría de Gobernación, Defensa Nacional y Marina.

La situación ya es muy grave y se va a poner peor. Cada día es mayor la cantidad de gente que se atreve a decir “estoy desesperado”. Me consta. En la inmensa mayoría de los hogares mexicanos el dinero escasea dramáticamente. Por tanto, entre otras consecuencias, la delincuencia sube: en el primer bimestre de este año, los robos con violencia a comercios de la ciudad de Morelia, por ejemplo, se incrementaron en un 56.52 por ciento, los robos a casa habitación, también con violencia, subieron en un 33.3 por ciento y, el robo a transportistas, con o sin violencia, aumentó en ¡un 880 por ciento! ¿Hasta dónde vamos a llegar? El Estado se retira de su función de promotor del mejoramiento de la vida social y se recluye (muy mal, por cierto) en sus funciones policiacas. Cada día es más difícil negar que la participación del Estado, es decir, del dinero del pueblo con que cuenta el gobierno para su gasto, es decisiva, no sólo para fomentar el crecimiento de la economía (que está estancada desde hace muchos años), sino que es determinante para promover la justicia social, o sea, un reparto equitativo de la riqueza producida. Esa intervención ya era raquítica y ahora se anuncia que va a ser todavía menor y, claro, surgen las preguntas ¿qué vamos a hacer? ¿cuál es el plan? ¿qué se les propone a los mexicanos más golpeados?

El petróleo ya no vale, como queda dicho, se está presupuestando para este año un precio de 35 dólares por barril ¿vamos a esperar hasta que vuelva a estar por encima de los 100 dólares como alguna vez estuvo para tener mejores niveles de gasto público? Eso es lo mismo que esperar el rayo de las 12 para encender un cigarrillo. No se sabe, nadie sabe con precisión cuando va a volver a subir el precio del petróleo, es más, hay analistas muy serios que aseguran que el precio del petróleo ya no regresará jamás a los niveles que alguna vez tuvo. Pero el problema de recuperar las finanzas públicas con base en el petróleo no termina ahí. La producción de petróleo mexicano está a la baja y estamos a punto de convertirnos en importadores netos de petróleo; efectivamente, las importaciones realizadas por Pemex el año pasado, prácticamente igualaron a las exportaciones, fundamentalmente de petróleo crudo, las compras en el exterior ascendieron a 20 mil 854 millones de dólares, mientras que las exportaciones sumaron 21 mil 190 millones de dólares, un saldo positivo de apenas 336 millones de dólares que es el más bajo en los últimos 45 años. En tales condiciones, mejor que ni vuelva a subir el precio del petróleo.

Deben aumentarse los ingresos del Estado. Pero no con base en el petróleo, lo que ya es una ilusión. Tampoco con base en mayores impuestos para la población trabajadora que no tiene con qué pagarlos; no rotundo al aumento del IVA y a la aparición y generalización de los impuestos encapuchados que se han puesto de moda (aumento del costo de los servicios que presta el gobierno, remplacamientos innecesarios, fotomultas sin que se multe al propio gobierno por los servicios escandalosamente malos que presta en materia de seguridad para el tráfico vehicular, reordenamientos urbanos georeferenciados sólo para sacar dinero, privatización del alumbrado público etc.). La realidad es que el pueblo no puede más, está cansado de impuestos abiertos y ahora se le cargan impuestos con seudónimo.

México tiene que aplicar una política fiscal progresiva, que paguen más los que más tienen, como sucede en muchos países, hay empresas poderosísimas que pagan cantidades ridículas, insultantes, de impuestos. El periódico La Jornada, en su edición del 7 de mayo del año pasado, informó que según informes de la SHCP, sólo “durante el primer trimestre del año, el sector empresarial del país dejó de pagar al Servicio de Administración Tributaria (SAT) 388 mil 983.6 millones de pesos en impuestos”; sorprendente, el pago no realizado ¡durante un solo trimestre! equivale al 73.6 por ciento de todo el recorte presupuestal que ha realizado esta administración. Estos sí son los hijos predilectos del régimen.

Hace falta, también, que se reoriente el gasto, que se gaste más, mucho más en salud, el pueblo mexicano está cada vez más enfermo de enfermedades cada vez más curables, que se gaste más, mucho más en educación, el pueblo mexicano, inteligente, creativo, inquieto, está sumido en la ignorancia y apartado de la cultura, que se gaste mucho más en la formación de científicos que aporten a la ciencia y a la tecnología nacionales, pues ya se sabe que la productividad no depende del esfuerzo del trabajador (que ya está exhausto), sino de los modernísimos y eficaces medios y procedimientos de la producción que se ponen a su disposición, debe invertirse muchísimo más en la agricultura, en producir nuestros propios alimentos, la dependencia del extranjero es escandalosa, ahora importamos hasta maíz para las tortillas. Hace falta, urge, pues, un plan de progreso social viable. No debemos quedarnos mirando como otros países reducen la pobreza significativamente y mejoran sustancialmente el nivel de vida de sus habitantes, mientras nosotros nos aferramos a un viejo plan, a un modelo económico abierta y escandalosamente fracasado.