¿Y las malditas Causas?

Omar Carreón Abud


¿Y las malditas Causas?

La Crónica de Chihuahua
Mayo de 2014, 20:17 pm

Lo aventaron sus compañeros hacia arriba “jugando” al “columpio” y lo dejaron caer “para ver qué sentía”, no una, sino tres veces, a la tercera, el último golpe en la cabeza le causó un derrame cerebral y, al poco tiempo, murió. Era un niño de primero de secundaria y, no por sadismo, sino para ayudar a que se asimile un poco la espantosa dimensión del hecho, le pido que imagine usted por un momento que se trata de uno de sus hijos, que no regresa a casa, que le dicen que está en un hospital en coma porque unos “compañeros” lo azotaron contra el suelo y, a los pocos minutos de que llega usted casi delirando, la criatura se le muere en los brazos. ¿Viviría usted mucho tiempo? El hecho, absolutamente real, sucedió en Ciudad Victoria, Tamaulipas, en una escuela secundaria oficial y, según diputados del PRD, no es ni con mucho un caso único pues durante el año 2012 se registraron 5 mil 190 muertes por hechos similares en el país, tragedias escandalosas que equivalen a casi 326 decesos en cada uno de los 200 días que integran el calendario escolar ¡Muy difícil de creer!

Los niños mexicanos, el futuro de la patria, se divertían con el pánico y el sufrimiento de un semejante, con un salvaje y grotesco “juego” que no registro que suceda entre ninguna de las especies animales que, según sé, se matan por las hembras o por la comida, mas no “jugando”, los juegos de los cachorros de las bestias, son más humanos. Los noticieros nocturnos del día de los hechos, se mostraron indignados, señalaron el descuido, la indolencia de directivos y profesores del plantel y hasta publicitaron la torpeza de un señor inspector que quiso justificar lo injustificable explicándole a la devastada madre que sólo se trataba de un juego de niños. Luego, algunos de los docentes –pobres diablos que tuvieron la mala suerte de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado- fueron aprehendidos y se dijo que serían sujetos a proceso como presuntos delincuentes, después, salvo algunas declaraciones oficiales de autoridades educativas, ya no se ha sabido gran cosa del caso.

Está de moda en nuestro país y, en general, en buena parte del mundo civilizado, educado en los más altos principios de los derechos humanos (cuya presunta violación por parte de algunos tiranos muy específicos, ha ocasionado numerosas invasiones asesinas), burlarse atrozmente de quienes tienen algún defecto físico, mental o de carácter o de quienes no tienen ninguno, pero que, simple y sencillamente, no son del agrado de quienes pueden torturarlos y escarnecerlos hasta hacerlos llorar o gritar o, como queda dicho, llevarlos a la muerte. La humanidad de la época del imperialismo puede estar orgullosa de haber producido y generalizado el fenómeno social conocido como bullying o burla y tortura sin piedad alguna a modo de diversión terrible. El bullying es una realidad, es otra de las llagas purulentas de la sociedad actual.

Ante el homicidio del niño de Ciudad Victoria, los legisladores perredistas declararon que de inmediato iban a elaborar unas leyes, otras leyes, más precisas y severas. Pero el pueblo mexicano está harto de leyes, la vida nacional está sobrelegislada, ya hasta se quiere que la gente se presente a registrar a sus mascotas, pronto querrán legislar hasta la longitud de las mangas de la camisa. Todo mundo sabe que las nuevas leyes son más opresión, más sacadera de dinero y, quizá lo peor, más legisladores y más juzgadores, un mayor crecimiento de la capa de humanos privilegiados que, supuestamente, meten al orden y garantizan el buen comportamiento y la moral de todos. La solución es, según nos dicen, !más leyes!, ¡más castigos!, ¡más rigor! Perdón por mi ingenuidad, pero la duda me corroe las entrañas ¿y las malditas causas? ¿Y los orígenes últimos del fenómeno que, por ejemplo, un médico responsable indaga antes de empezar a combatir una enfermedad? ¿No existen? ¿O, como sostuvo Emmanuel Kant, no pueden conocerse?

El tratamiento que se le da a las causas de los grandes problemas sociales, el que se le da a la concentración de riquezas inmensas por parte de minorías privilegiadas, las explicaciones a la pobreza terrible, a la violencia asesina y al crimen organizado y, hasta a la interpretación implícita y explícita de las manifestaciones pacíficas públicas y otros fenómenos semejantes a los que los voceros y propagandistas del sistema jamás les señalan causas sino que sólo se ocupan de publicitar supuestos remedios, las más de las veces, como queda visto en este caso, con la promulgación de más leyes restrictivas y represivas, parece indicar que entre las clases sociales que nos gobiernan y dominan, Emmanuel Kant está más vivo que nunca. La esencia de los fenómenos, su historia y sus relaciones con otros fenómenos es inconocible y, por tanto, indestructible.

No. Me rebelo, el hombre todavía piensa. La sociedad actual, y desde hace ya muchos años, produce todo lo que necesita para vivir bajo una forma especial, curiosa, que consiste en que la gigantesca riqueza social producida con el concurso de millones de manos, piernas, ojos, oídos y cerebros que actúan como un obrero colectivo monumental, se concentra en las manos de unos cuantos y sólo a ellos sirve y beneficia. En esta forma absurda e irracional, cada vez más obsoleta y odiosa y, en los esfuerzos, trampas y maniobras para ocultarla, está el origen y el principio de todas esas conductas aberrantes y destructivas del hombre moderno, ahí están las escondidas y misteriosas causas últimas de que un grupo de criaturas que apenas empiezan a vivir tenga por original disfrute infligir dolor extremo a un semejante hasta matarlo.

¿Cómo no va a haber rabia, odio, coraje, desprecio en el corazón de un niño si en casa no hay alimento suficiente, ni comodidades mínimas, si la ropa es usada y remendada o rota, si no hay diversiones, si no hay escuela ni cultura ni nada que promueva la sensibilidad y la solidaridad? ¿Y cómo y por qué habría de haber todo eso si sus padres trabajan mucho más horas que el promedio de los trabajadores de la OCDE (2,226 contra 1,765 horas) y ganan por ellas mucho menos (167 mil contra 311 mil pesos al año)? ¿Cómo no van a existir esos sentimientos destructivos, si la furia de no tener se exacerba a cada minuto con una feroz propaganda consumista que promueve supuestas comodidades y alegrías a las que el niño pobre no tendrá acceso nunca en su vida? ¿Cómo, si como parte de la propaganda manipuladora para esconder la injusticia y la explotación, estamos inundados de películas violentísimas o de zombies y vampiros que espantan, agreden, muerden, se comen o matan sin razón alguna a quien hallan a su paso? ¿Con toda esa pócima educativa preparada y suministrada por la verdadera Secretaría de Educación Pública como lo son los grandes medios de comunicación, qué resultados en el alma de un niño cabría esperar? Ahí, pues, están las causas últimas de tantas aberraciones que padece la sociedad moderna y, en su combate franco, decidido, en el combate a la injusta, injustísima distribución de la riqueza, está la verdadera solución, no en más leyes y reglamentos, no en basura demagógica que sólo va a agravar el problema y va a ocasionar más y más terribles desgracias.

Morelia, Mich., a 27 de mayo de 2014