Y el FBI, ¿qué opina de esto?

La moda, especialmente la moda rápida, se basa en la cultura de la copia. Sin embargo, el debate sobre las pérdidas millonarias de la industria no se produce como en el cine o la música.


Y el FBI, ¿qué opina de esto?

La Crónica de Chihuahua
Enero de 2012, 10:18 am

El FBI detuvo el viernes a varios miembros de Megaupload, la plataforma que permite subir archivos a internet y descargarlos o visualizarlos. Les acusan de provocar daños de 386 millones a la industria del entretenimiento y de "mega consipración", entre otras lindezas, lo que les podría costar hasta 50 años de cárcel.

Pero mientras se persigue con furia la copia de discos y películas y su ética se debate en la calle, la copia de diseños de moda goza de aprobación social. Por un lado están las falsificaciones, principalmente bolsos, que se venden en recónditas trastiendas de Shangai, Nueva York o en su versión más popular en el top manta de las calles principales de nuestras ciudades. Por otro lado tenemos los famosos clones: prendas, generalmente de bajo coste, inspiradas en otras originales, generalmente caras, que cuentan con legiones de seguidores. Blogs y más blogs se encargan de rastrear las copias más logradas de las últimas colecciones presentadas en pasarela, los bolsos que más se asemejan al ’it bag’ del momento y los "homenajes" a prendas estrella de la temporada.

La ley protege los diseños del plagio

En España los diseños de moda están protegidos por la ley de propiedad industrial. Esta ley, que también regula las marcas, las patentes y algunos procesos de fabricación permite registrar un logo, un invento o un diseño original, por ejemplo. Sin embargo, no es imprescindible haber registrado el diseño para poder cursar una demanda por vulneración de dicha ley. De hecho, sería muy caro y muy complicado registrar cada prenda de una colección: son muchas piezas y algunas tienen ciclos cortos de menos de 6 meses. Esta es una de las razones por las que en la industria de la moda apenas se registran diseños y, sin embargo, los juicios y acusaciones por plagio son numerosos. Las cadenas de moda rápida son protagonistas en muchas polémicas por plagio, y muchas se ha visto obligada a retirar de sus tiendas prendas por asemejarse demasiado a las de otras firmas.

Demandar o no demandar

En estos momentos Loboutin y YSL litigan en los tribunales por la suela roja. Loboutin argumenta que es un distintivo original de la marca y algo así como su logo. YSL se defiende recordando que la suela roja no es un invento del francés sino que Luis XIV tenía zapatos con suela roja, igual que Dorothy y sus chapines colorados. Esta batalla no es la única planteada entre titanes. Louis Vuitton consiguió prohibir la emisión de un vídeo de Britney Spears en el que habían tuneado el salpicadero de un Hummer rosa con una copia del estampado Cherry Blossom de la casa francesa. En España uno de los casos más sonados (aunque parecer ser que luego se evaporó) fue la denuncia de Custo a Desigual por "imitación sistemática de la marca", es decir, copiar su estilo.

Las cadenas de moda rápida son las que más se han beneficiado de esta cultura de la copia. Urban Outfitters se ha visto envuelto en numerosas polémicas y cruces de acusaciones por copiar a jóvenes diseñadores. Asos es un maestro en eso de la compra: dobló sus ventas gracias a la copia de las sandalias y el vestido que Sarah Jessica Parker lucía en la película de Sexo en Nueva York.

Los casos no siempre acaban en los juzgados. La falta de recursos, el miedo a perder contra una gran corporación o la falta de asesoría legal puede disuadir de presentar una demanda. Otra razón por la que estos casos no siempre llegan a los juzgados es porque se pactan soluciones previas como compensaciones económicas o retirada de los productos. En febrero de 2012 Stradivarius ofrecía en sus tiendas unas camisetas con fotos de varias blogueras utilizadas sin su consentimiento. Pero se menospreció el poder mediático de las chicas. Al final la cadena retiró las camisetas de sus tiendas y pidió disculpas.

Las copias, ¿perjudiciales o positivas para las marcas?

Amaya Arzuaga es una de las pocas voces críticas con un sistema empresarial que pivota, en parte, sobre las copias de diseños. No obstante, el éxito de las cadenas de moda rápida, el posicionamiento de estas empresas internacionalmente y los excelentes resultados con los que cierran sus ejercicios las convierte en ejemplos de buen hacer empresarial. Además, hay personas que consideran que las copias, lejos de perjudicar a la marca plagiada la benefician.

Según recoge Slate Renee Richardson Gosline, profesora del MIT, defiende que las copias funcionan como producto de entrada a las marcas. En su tesis la profesora explica cómo la mitad de las mujeres que participaron en su estudió dejaban las imitaciones en un par de años y acababan comprando bolsos de firma. Una de las razones para saltar de la copia al original era la culpabilidad originada por las leyes de protección frente a las falsificaciones.

En una famosa conferencia Ted Johanna Blakley, subdirectora del centro Norman Lear, explica que la cultura libre en la industria de la moda es muy beneficiosa para el propio sector y debería servir de ejemplo para industrias como la del entretenimiento, que a pesar (o precisamente) por tener leyes de protección tan duras pasan por momentos críticos. Según Blakley que se permita copiar ha generado cosas tan positivas como la "democratización de la moda" -en referencia a la proliferación de grandes cadenas de ropa barata-, la "obsolescencia programada" de las tendencias y la aceleración de la innovación y la creatividad. No obstante hay voces que creen que algunas de estas consecuencias son negativas.

La periodista del Guardian Lucy Siegle desentraña en su libro ’To die for: Is fashion wearing out the world?’ las terribles consecuencias de la moda rápida. El abaratamiento de las prendas, explica, se sostiene gracias a la explotación de personas en lugares pobres del planeta. La respuesta rápida que permite que las grandes cadenas se adapten inmediatamente a las tendencias exige turnos de sol a sol y fechas límite imposibles de alcanzar salvo con métodos peligrosamente cercanos al maltrato.

Diferencias de ley

No obstante las consecuencias expuestas en esta conferencia Ted solo serían aplicables para el sector en Estados Unidos, pues dicho país no protege los diseños de moda. En Europa, igual que en España, los diseños de moda gozan de cierta protección.

El país que más lucha contra las copias y falsificaciones es Francia. Los diseños tienen copyright y éste está regulado por la ley de propiedad intelectual además de por la industrial. La protección de los diseños de moda en Francia data de 1793. Algunos años antes los trabajadores de la seda de Lyon pidieron que se protegieran sus diseños. Más adelante con el auge de la alta costura se afianzó esta protección que dura hasta nuestros días cuando se protegen hasta los desfiles de moda.

En Estados Unidos, mientras luchan con toda su artillería contra las copias de discos y películas, se permiten las copias de diseños de moda, aunque parece que ahora un proyecto de ley para regular mediante copyright los diseños de moda puede prosperar en el Congreso. Hay quien defiende que esta ley terminará con la innovación, cuyo motor, dicen, es huir de ls copias. No obstante la relación no parece tan clara. En tal caso Francia no sería el paíslíder de la moda mundial.

Lo que está claro es que se protejan los diseños o no, las copias son algo tolerado y asimilado en el mundo de la moda. Parece claro que algunos diseñadores y comerciantes pierden dinero por esta impunidad para copiar, pero también parece claro que a las instituciones no les importa. Quizás los grupos de presión, en este caso, están en el otro lado.