Vuelve la Mata Hari de Putin

Anna Chapman regresa a las resbaladizas fronteras entre los mundos del espionaje, el sexo y el glamour


Vuelve la Mata Hari de Putin

La Crónica de Chihuahua
Junio de 2012, 11:43 am

Anna Chapman, la indiscutible Mata Hari de lo que llevamos de siglo XXI, vuelve a la actualidad en este mes de junio. Como siempre, en las resbaladizas fronteras entre los mundos del espionaje, el sexo y el glamour.

A mediados de este mes, The Sunday Times, Univision y otros medios dieron cuenta de que la exespía rusa, de 30 años de edad, había desfilado en una pasarela de moda de Turquía, guapísima y flanqueada por dos tipos vestidos de negro y con gafas oscuras que inevitablemente evocaban guardaespaldas de opereta.

Vladimir-PutinAhora, la revista alemana Focus y el diario inglés The Telegraph informan de la reciente detención en La Haya (Holanda) de un nuevo miembro de la red de espías rusos a la que pertenecía Chapman. Se trataría de un diplomático holandés de 60 años de edad llamado Raymond P., que habría facilitado a Moscú unos 450 documentos confidenciales. Raymond P. habría sido desenmascarado por el servicio de contraespionaje alemán. Según The Voice of Rusia, el portavoz de Chapman, Alexander Kosterin, ha declarado que la exespía no desea comentar estos asuntos.

Pero el plato más fuerte del regreso de Chapman a la actualidad es el largo reportaje que, bajo la firma de Vincent Jauvert, le consagra esta semana el semanario progresista francés Le Nouvel Observateur (Sexe, internet et FBI : dix espions russes autour d’Obama). Los diez James Bond del Kremlin entre los que se contaba Chapman habrían sido arrestados por el FBI cuando estaban a punto de infiltrarse en círculos próximos a Obama, informa Jauvert.

Anna,Chapman.EspiaRusa.MaximEl periodista arranca su reportaje llamando al pan pan y al vino vino: “Ella (Chapman) era una especie de prostituta de lujo al servicio del espionaje del Kremlin”. Joven, pelirroja, atractiva y políglota, Chapman, hija de un oficial del antiguo KGB, obtenía la mayor parte de sus informaciones en la cama. Vivía en Nueva York y se declaraba mujer de negocios, propietaria de una empresa en Internet de alquiler de apartamentos. Esa impostura ocultaba su trabajo como agente del SVR, el sucesor ruso del KGB soviético, y le permitía llevar una intensa vida social en los restaurantes y discotecas de moda de la Gran Manzana.

Como los otros nueve miembros de su red, Chapman no tenía cobertura oficial, esto es, no se hacía pasar por diplomática o funcionaria de la embajada o los consulados rusos en Estados Unidos. Estos agentes del SVR vivían clandestinamente, con identidades, nacionalidades y profesiones ficticias. Todos fueron detenidos por el FBI en junio de 2010 e intercambiados poco después en Viena por miembros o colaboradores de la CIA y el MI6 capturados en Rusia.

Y es que, según informa Jauvert, Estados Unidos tenía un topo bien colocado en el SVR, un coronel llamado Alexandre Poteiev. Tras desenmascarar a la red de Chapman y compañía, Poteiev fue sacado subrepticiamente de Rusia e instalado en Estados Unidos, donde vive bajo una falsa identidad. Un tribunal militar moscovita le condenó en junio de 2011 por traición, después de que la mismísima Chapman testificara en su contra en el juicio. Putin declararía después: “Los traidores siempre acaban mal, en un arroyo”. El seguro de vida de Poteiev debe salir muy caro.

Deception.EdwardLucasEn cuanto a Chapman, convertida en una heroína nacional rusa, volvió a conseguir protagonismo en la prensa internacional en octubre de 2010, al posar, en lencería y pendientes de diamantes, en la edición rusa de la revista Maxim con una pistola Beretta en la mano. Luego hizo programas de televisión, se puso al frente de una revista sobre emprendedores rusos, apoyó la candidatura de Putin a las últimas presidenciales y, hace unos días, desfiló en una pasarela turca.

Chapman sigue, y seguirá, dando que hablar. Pilar Bonet informó en EL PAÍS el pasado abril de que nuevas revelaciones indicarían que había fracasado en su intento de seducir a un hombre próximo a Obama, aunque cada vez se iba acercando más a ese objetivo. Y sus peripecias y la de sus compañeros de red son el objeto de un libro recién publicado: Deception, de Edward Lucas. Según la reseña de The Moscow Times de esa obra, Lucas “va más allá de la imagen de Chapman como una chica Bond de cómic en la era de la telerrealidad, para identificar un fenómeno más sucio y siniestro”. La tesis de Deception es que Putin y la clase burocrático-empresarial que rige autoritariamente la Rusia de hoy “necesitan y mantienen la máquina del espionaje para su propia supervivencia”.

Entretanto, Chapman vive muy bien en Moscú, por donde circula en un Porsche Cayenne negro.