Venezuela, los medios de comunicación y la izquierda mexicana

**Mientras las marchas de la oposición venezolana, con encapuchados que perpetran violencia, son tildadas de “pacíficas” y "democráticas”, las manifestaciones en México, que defienden en su mayoría a sectores empobrecidos, son "chantajes" y generadoras de "caos vial”.


Venezuela, los medios de comunicación y la izquierda mexicana

La Crónica de Chihuahua
Mayo de 2017, 13:00 pm

Por Luis Antonio Rodríguez

No hay duda de que los poderosos del mundo no sólo controlan el poder económico y político, sino también los medios de comunicación, los cuales bombardean con sus mensajes continuos a la inmensa mayoría de la humanidad. Esto significa que los formadores de opinión no son individuos que se encuentran por arriba de la lucha de clases, personas cuya opinión puede ser considerada absolutamente objetiva; por el contrario, salvo honrosas excepciones, los medios de comunicación y sus empleados defienden el punto de la vista de la clase dominante. “Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante”, señalaron Marx y Engels en La Ideología Alemana.

Desde mi punto de vista, así se explica el linchamiento mediático que sigue padeciendo el gobierno venezolano que encabeza Nicolás Maduro. Porque no se necesita ser analista de política internacional ni vivir en Venezuela para darse cuenta de que es la oposición de derecha, cuyos líderes visibles son Henry Ramos Allup, Julio Borges, Lilian Tintori, Henrique Capriles y María Corina Machado, la que se ha empecinado en incendiar las calles de Caracas y de algunas otras ciudades de la provincia, con el objetivo claro de crear un escenario de caos que “justifique” la intervención de las potencias extranjeras, particularmente de Estados Unidos; es decir, ante la incapacidad probada de la oposición venezolana para derrotar a la Revolución Bolivariana por la vía legal, están tratando de crear las condiciones para que el imperialismo les quite al chavismo de encima. Estamos hablando, pues, de una derecha entreguista, apátrida, irracional, antidemocrática y profundamente violenta.

La prensa mexicana no es ajena a esta campaña de linchamiento. Excluyendo a las notables excepciones, no hay articulista famoso que no haya lanzado sus ataques en contra de “la dictadura venezolana”; que no haya elevado a los manifestantes de la oposición a la categoría de héroes civiles, de demócratas genuinos, de defensores consecuentes de la libertad, aunque en las imágenes se aprecie a estos “demócratas” arrasando violentamente lo que se les ponga enfrente. La inmensa mayoría de los medios de comunicación mexicanos no se han pronunciado en torno a los muertos, al terror y delincuencia que estos manifestantes han ejercido. Para nuestros medios de comunicación, en Venezuela se libra una lucha entre un ejercito de defensores de las libertades y la democracia, de un lado, y una “dictadura bananera”, del otro.

Para defender este punto de vista de clase, la prensa mexicana alineada con la derecha mundial no sólo distorsiona la realidad, sino que, además, aplica un criterio distinto para analizar sucesos iguales; por ejemplo, una marcha en Venezuela adquiere una naturaleza diferente a las marchas que se realizan en México. Mientras las marchas de la oposición venezolana, llenas de encapuchados que protagonizan actos violentos, son tildadas de “pacíficas” y de necesarias para restablecer la “democracia”, las manifestaciones en México, las cuales mayoritariamente buscan defender los derechos de sectores empobrecidos de la ciudad y del campo, son caracterizadas por los medios como causantes “de horas de tráfico”, “secuestros del centro de la ciudad”, “medidas de chantaje de grupúsculos políticos enemigos del gobierno”, por mencionar sólo algunos ejemplos. Cualquiera que abra las notas que reseñan las marchas en nuestro país puede darse cuenta de que los periodistas casi nunca hablan de los motivos que originan las movilizaciones; es decir, prácticamente no se habla de las demandas de la gente y muchos menos se analiza la responsabilidad del gobierno que, por ignorar los problemas más sentidos de las mayorías, es causante en buena medida de que la gente en su desesperación busque que se le tome en cuenta de alguna manera. No hay duda, tampoco, de que los medios informativos de México son parte activa de quienes buscan desprestigiar las manifestaciones pacíficas como herramienta de defensa. En suma, como dice el adagio popular, son candil de la calle y oscuridad de su casa.

Pero en nuestro país la prensa no está sola en su ataque contra el gobierno de Maduro. Además de todo el abanico de la derecha, la acompaña una parte significativa de la llamada izquierda, sobre todo del PRD. He visto en la red social al senador perredista Fernando Belaunzarán, quien se ha lanzado en contra de la “dictadura de Maduro”. Llama poderosamente la atención que este político (cuya máxima “aportación” a la sociedad es la promoción de la despenalización de la marihuana) nunca haya abierto la boca para criticar la terrible desigualdad del país y menos para exigir bienestar para los mexicanos pobres, pero se desgarre las vestiduras para defender a delincuentes venezolanos como Leopoldo López, que no está preso por disidencia política, sino por su responsabilidad en la muerte de varios de sus compatriotas. Una actitud parecida es la que ha asumido el gobernador morelense Graco Ramírez. La verdad es que no me extraña que estos señores, convertidos ya en parte fundamental del establismenth, que los hace parte integrante del ejército de políticos y clase adinerada que mantiene al pueblo mexicano sumido en la miseria e ignorancia, sean los críticos furibundos número uno de la Venezuela chavista. No podrían actuar de otra manera, pues están proyectando su odio hacia los gobiernos que verdaderamente defienden a la clase pobre y, al mismo tiempo, hacen visible su temor de que un día no muy lejano el pueblo mexicano organizado llegue al poder y los mande al basurero de la historia, el lugar que se merecen los demagogos de izquierda.

A las clases trabajadoras de México no les debe extrañar que la prensa y la mal llamada izquierda se lancen sobre Nicolás Maduro y el chavismo. Porque, como ya lo he mencionado otras veces, a pesar de todos sus problemas e injusticias, no hay duda de que el proyecto político bolivariano es de las clases pobres venezolanas; nadie de nosotros puede dudar de que Hugo Chávez y su sucesor representan los intereses de los trabajadores. Eso explica, como ya dijimos, el linchamiento mediático, la guerra económica que ha caído como tormenta sobre los hombros del pueblo de Bolívar, la arremetida del imperialismo norteamericano y el cerco diplomático que se ha estado orquestando desde la OEA. Para vencer a las terribles fuerzas que están detrás de la derecha apátrida, el pueblo pobre de Venezuela no tiene más opción que organizarse para detener la intentona de derrotar su revolución. Si lo hacen, darán una lección de coraje revolucionario y le demostrarán a los pueblos del mundo que es posible la construcción de una sociedad mejor incluso en contra de la voluntad del imperio más sangriento que ha existido en la historia de la humanidad, es decir, del imperio norteamericano.