Venezuela en la mira del gran capital

Por Abel Pérez Zamorano (Segunda de dos partes)


Venezuela en la mira del gran capital

La Crónica de Chihuahua
Agosto de 2017, 17:30 pm

(El autor es un chihuahuense nacido en Guazapares, es Doctor en Desarrollo Económico por la London School of Economics, miembro del Sistema Nacional de Investigadores y profesor-investigador en la División de Ciencias Económico-administrativas de la Universidad Autónoma Chapingo, de la que es director.)

Un frente de ataque contra Venezuela es el económico. Los grandes empresarios han sacado sus capitales para estrangular al país por falta de inversiones, secar la economía y provocar devaluación e inflación: entre 1999 y 2002 fueron retirados 28 mil millones de dólares (un tercio de la riqueza producida en 2002); entre 2004 y 2012 salieron 170 mil millones (160% del PIB anual de 2004), provocando un colapso en las reservas internacionales, hoy en su nivel muy bajo en los últimos quince años (Renaud Lambert, Le Monde Diplomatique, “Las razones del caos”). Muchas empresas ocultan mercancías para especular con ellas y ahondar la inflación.

Políticamente, el conflicto es una edición latinoamericana de la «primavera árabe», un caso más en la cadena de derrocamientos de gobiernos de izquierda insumisos a Estados Unidos, mediante “golpes blandos”. Que esto suceda hoy no es especulación inspirada en la teoría de la conspiración. El pasado 26 de julio, en el foro anual sobre seguridad en el Aspen Institute, el director de la CIA, Mike Pompeo, admitió estar interviniendo, en colaboración con los gobiernos de México y Colombia, para derrocar al presidente Nicolás Maduro; en tal empresa cuenta, además, con la incondicionalidad de la Argentina de Macri, Perú, Panamá, Chile, el Brasil de Temer y Colombia; este bloque recuerda vívidamente cuando en 1962 la OEA expulsó a Cuba, en votación donde México se pronunció, en solitario, en contra. Washington ha impuesto, además, sanciones al gobierno venezolano. Otra perla que no tiene desperdicio: "La farsa electoral de Maduro es otro paso hacia la dictadura. No aceptaremos un Gobierno ilegítimo. El pueblo venezolano y la democracia prevalecerán", declaró este domingo la embajadora de EEUU ante la ONU, Nikki Halley” (Sputnik, 31 de julio). Para no quedarse atrás, la portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, dijo: “Vamos a seguir tomando medidas fuertes y rápidas contra aquellos que van a integrar la Asamblea Constituyente” (Sputnik, 31 de julio). Más todavía. “... el ex jefe del comando sur de Estados Unidos, John Kelly, hoy devenido en Secretario de Seguridad Nacional, había advertido que “de haber una solicitud expresa de la OEA o de la ONU, procederían a una intervención en Venezuela”, ante una eventual y supuesta “crisis humanitaria” de la nación suramericana” (declaraciones tomadas de Le Monde). Clara amenaza de intervención militar norteamericana en Venezuela. Por su parte, el “demócrata” Felipe González, gurú de pretendidos izquierdistas mexicanos, demanda al ejército venezolano dar un golpe de Estado. He aquí a los adalides de la democracia.

Como referente importante de lo que acontece, en diciembre de 2015, la oposición ganó la mayoría en la Asamblea Nacional (AN), congreso unicameral, desde donde, ipso facto, pretendió derrocar al presidente. Pero el Tribunal Supremo de Justicia, última palabra en controversias constitucionales, declaró improcedentes los acuerdos de la Asamblea. Mas la ofensiva siguió, y polarizó al país, hasta llegar a lo que hoy vemos como un “golpe blando”, y no tan blando, pues se ha hecho intervenir ya a fracciones del ejército mismo. Una característica de estos golpes es que las élites opositoras se arrogan, por sus puras pistolas, la potestad de desconocer la autoridad de las instituciones existentes, a las que niegan representatividad; y como alternativa, y contra todo derecho, se erigen ellos mismos en instituciones alternas de facto; así desconocieron al Colegio Nacional Electoral; decidieron, sin lograrlo hasta hoy, formar un tribunal de justicia paralelo y un gobierno “legítimo” alterno, cosa que tampoco han conseguido. Negar las instituciones es típico de golpistas, duros y blandos. Adicionalmente, gente armada en las calles provoca al ejército para generar represión y usarla como bandera de denuncia a nivel mundial.

Para reducir las tensiones y dar un cauce legal y democrático al conflicto, el presidente convocó a la elección de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), respuesta democrática a través de la cual se apela al pueblo, para que defina la relación entre poderes y restablezca el orden. La Constituyente reformulará la constitución, incluyendo las atribuciones de la AN. Los resolutivos de la ANC serán posteriormente sometidos a referéndum, en un acto de auténtica democracia; en lo inmediato, con sus 545 integrantes, queda por encima de los demás poderes, del ejecutivo incluso. La AN no desaparece, pero sus resoluciones deberán guardar un equilibrio con toda la estructura del Estado. En síntesis, en lugar de una solución de fuerza, como la oposición y sus patrocinadores hubieran deseado (pues prefieren la confrontación, la desobediencia civil y el boicot, en pro del derrocamiento del gobierno), Maduro ofreció una salida política, apelando al voto popular, en acto totalmente legal, pues en su artículo 348, la Constitución faculta al presidente a convocar la Constituyente.

Se votó el 30 de julio, y pese a la negativa de la oposición a participar, 8,089,820 de venezolanos, 41.5% de los empadronados, participaron; para el movimiento iniciado por Hugo Chávez, esta fue una votación casi histórica, inferior apenas a los 8.1 millones obtenidos por él mismo en 2012, pero superior a las alcanzadas por el chavismo en todas las elecciones donde ha participado (superior también a los 7.7 millones que obtuvo la actual Asamblea Nacional opositora); a los 7.5 que alcanzó Maduro en su elección en 2013; a los 5.6 que en elección a la Asamblea Nacional obtuvo el Polo Patriótico, encabezado por el PSUV, de Hugo Chávez. Así, el pueblo manifestó, una vez más, su sentir verdadero, no el que dicen la televisión mexicana, CNN y Foxnews. Como apunta Alfredo Serrano, Director del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG): “Con la Asamblea Nacional Constituyente, se cumple la cita electoral número 21 de Venezuela en 18 años. El promedio es superior a más de una elección por año. El chavismo ha vencido en 19 de ellas. En las dos derrotas, se reconocieron los resultados” (RT, 31 de julio de 2017). Este diciembre se elegirán gobernadores, donde la oposición se apresta a participar, y será sometida a referéndum la nueva constitución. El año entrante se elegirá presidente de la República.

A manera de conclusiones, lo que ocurre en Venezuela entraña varias lecciones. Primero. La economía no se ha desarrollado integralmente, no se diversifica, y depende en exceso del petróleo: Venezuela posee las mayores reservas de petróleo y de coltán, y ocupa el octavo sitio en reservas probadas de gas natural, pero los mercados se vuelven adversos. En 2014, el barril de petróleo se cotizaba en 100 dólares; hoy, en 40, y la cosa es grave, pues en 1999, alrededor del 85.8% del valor de las exportaciones era por petróleo (Le Monde Diplomatique, Renaud Lambert, “Las razones del caos”). En otro sentido, se exportan 823 mil barriles diarios a Estados Unidos, y esa es una palanca de poder y, hasta cierto punto, mecanismo de protección, pues difícilmente EE. UU. podría sustituir esa cantidad. Los ricos conservan poderosos resortes como la prensa, las grandes empresas, los bancos, y los utilizan para especular y generar escasez e inflación.

Segundo. Ejemplifica cómo la lucha entre pobres y ricos no puede circunscribirse al ámbito doméstico. La colaboración entre clases sociales no reconoce fronteras. Así, los gobiernos de Estados Unidos, México, España y otros apoyan a la oposición, con toda su influencia económica, manejo de medios y uso de instrumentos como la OEA. A Venezuela, por su parte, le han sido de gran valor sus relaciones con Rusia y China: es el primer destino de las inversiones chinas en Latinoamérica, y el segundo socio comercial de Rusia en la región. Bolivia y Cuba se solidarizan también. Tercero. Ciertamente, las fuerzas opositoras aprovechan errores cometidos en la conducción económica (y que deben ser corregidos si se desea que el proyecto se consolide), pero que de ninguna forma justifican la destrucción de un modelo de justicia social que procura la equitativa distribución de la riqueza, y cuyos méritos son infinitamente superiores a sus fallas. Cuarto. El gobierno mexicano juega, como en tiempos de Fox, un ignominioso papel contra un gobierno constitucionalmente electo, en un país hermano soberano, que tiene todo el derecho de elegir a sus gobernantes y al que nadie desde fuera puede imponer decisiones. Cuánto nos hemos alejado de la filosofía del Benemérito de las Américas, que orientaba a los pueblos cuando decía: entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz. Por solidaridad, y por su propio interés, las clases trabajadoras de México deben reivindicar el principio juarista y aprender a orientarse en los conflictos mundiales.