Urgente, replantear el festejo de la ’’Libertad de expresión’’

**No es, pues, una fecha para festejar. Bien valdría tomarla para recuperar la discusión en torno al respeto a los derechos consagrados en la Constitución.


Urgente, replantear el festejo de la ’’Libertad de expresión’’

La Crónica de Chihuahua
Junio de 2014, 20:00 pm

Por: Alejandro Salmón Aguilera

El 7 de junio es el día de la libertad de prensa, que no de expresión, bien vale aclarar. Es un festejo “a la mexicana” que organizaron los dueños de los diarios más influyentes de la época hace más de medio siglo para agradecerle al presidente en turno el que haya respetado la libertad de expresión. ¡Vaya un gesto: “gracias por no violar mis derechos consagrados en la Constitución”

¿A quién se le ocurrió festejar “el día de la libertad de prensa” en un 7 de junio? No fue la ONU, ni otros organismos internacionales (que señalaron que era el 3 de mayo). No, fue al entonces Presidente de México, Miguel Alemán Valdés, en el año de 1951.

Él es el supuesto "prócer de la libertad de prensa", quien al inicio de su gestión antes había desatado una encarnizada represión en contra de los sindicatos independientes de corte socialista, al utilizar al ejército y la requisa para cesar a más de 50 líderes por haber paralizado la refinería de Atzcapotzalco.

Fue también quien encarceló a Valentín Campa y otros obreros y el que en diciembre de 1950 criminalizó la disidencia y la propalación de ideas contrarias al gobierno, al reformar el artículo 145 de código penal relativo al delito Disolución social, el cual decía a la letra: "se aplicará prisión de dos a doce años y multa de mil a diez mil pesos, al extranjero o nacional mexicano, que en forma hablada o escrita, o por cualquier otro medio realice propaganda política entre extranjeros o entre nacionales mexicanos, difundiendo ideas, programas o normas de acción de cualquier gobierno extranjero que perturben el orden público o afecten la soberanía del Estado mexicano... se perturba el orden público cuando los actos determinados en el párrafo anterior, tiendan a producir rebelión, sedición, asonada o motín".

Ello marcó su administración y al priismo actual: Escogió a sus dirigentes obreros al servicio del gobierno – conocidos como “charros” - y en 1951 fue el primer presidente de la República que encabezó el desfile obrero del primero de mayo, rito que perduraría varias décadas. Fidel VeláZquez, líder de la CTM, lo proclamó “el primer obrero de la Patria”, tradición perniciosa que sigue inalterada.

Fortalecido su poder extra legal y dictatorial, pudo controlar la opinión pública ante los constantes fraudes electorales cometidos en su mandato, a pesar de los asesinatos de opositores.

En 1950, Alemán fue el primer presidente mexicano en transmitir sus informes por televisión y un año antes le había dado la concesión a su amigo y socio Rómulo O’Farrill, pero Miguel Alemán Jr. no figuró como accionista sino hasta 1972, y en 1991 poseía el 18% de las acciones de Televisa.

Por ello, fue su presidencia, o más bien, desde ella, QUE Alemán se volvió en un poderoso empresario, inversionista en varias industrias (grupo Pagliai-Alemán-Azcárraga), en especial la turística, hotelera y televisiva. Al dejar de ser mandatario, la revista estadounidense Fortune publicó un reportaje sobre sus riquezas y destacó que Alemán se había convertido en “uno de los hombres más ricos del mundo”.

Esta tradición de celebrar el 7 de junio como día de la libertad de expresión fue seguida por otros presidentes como Luis Echeverría, quien instauró el Premio Nacional de Periodismo, en la década del 70, caracterizada por la desaparición y asesinatos en contra de los estudiantes y grupos de izquierda.

No es, pues, una fecha para festejar. Bien valdría tomarla para recuperar la discusión en torno al respeto a los derechos consagrados en la Constitución que de alguna manera transitan a través del periodismo: el de la libre expresión y el del acceso a la información.