Una apostilla a la guerra mediática y de amenazas del gobierno del Estado de México

Aquiles Córdova Morán


Una apostilla a la guerra mediática y de amenazas del gobierno del Estado de México

La Crónica de Chihuahua
Marzo de 2013, 03:09 am

Mi colaboración de hoy no es una polémica o una refutación puntual a lo que viene publicando la prensa mexiquense y nacional sobre las demandas y la lucha del antorchismo del Estado de México, para lograr una solución satisfactoria. Sabiendo a qué órdenes obedece la campaña, eso sería, más que inútil, francamente ingenuo y tonto. Es, como reza el encabezado, una simple apostilla, una rápida glosa sobre ciertos puntos relevantes de la guerra mediática, que considero necesario hacer para dejar clara mi opinión al respecto, cosa a la que creo tener no sólo derecho, sino incluso, estricta obligación. Entro, pues en materia.

1.- Salvo nuestra terquedad en hacer uso del derecho constitucional de opinión y manifestación pública mediante eventos callejeros masivos como marchas, mítines y plantones que causan, es verdad, trastornos muy molestos al tráfico de vehículos y de personas, señalamiento que aceptamos siempre como cierto sin ningún género de discusión, todo lo demás, absolutamente todo lo que se añade sobre la naturaleza, ilegalidad y carácter abusivo e injustificado de nuestras demandas; sobre los “oscuros y mezquinos intereses” que se esconden detrás de nuestra lucha; sobre las “inmensas fortunas” que los “líderes antorchistas” hemos acumulado gracias al desvío de los recursos “supuestamente destinados a los pobres”; sobre el “chantaje” a las autoridades para arrancarles prebendas para los dirigentes, etc.; son y han sido siempre basura y humo mediáticos, mentiras e invenciones absolutas de punta a cabo, calumnias sin fundamento que nunca han sido probadas por nadie, en ninguna forma ni en medida alguna. Es más, que nadie lo ha intentado siquiera. Esto lo hemos sostenido siempre y lo sostenemos hoy, en espera de que alguien nos desmienta con pruebas al canto, cuando esa misma basura, sin siquiera un leve retoque, vuelve a ser eje central y único del ataque y de las amenazas del gobierno mexiquense para justificar su rotunda negativa a cumplir acuerdos previamente discutidos, pactados y firmados en la mesa de negociaciones, cosa que podemos probar con documentos en mano.

2.- Lo “nuevo” de la situación presente es la amenaza abierta de aplicarnos el mismo tratamiento que a la ex líder magisterial, profesora Elba Esther Gordillo, alegando que somos lo mismo, o, peor aún, una simple caricatura suya, puesto que hemos cometido idénticos abusos y latrocinios, sólo que de manera más burda y evidente. Y aquí va mi primera apostilla. ¿Tiene algún sustento serio, se apoya en algún hecho probado y documentado esta equiparación entre el Movimiento Antorchista Nacional y la profesora Gordillo? Opino que no; que se trata de una afirmación arbitraria y dolosa que obedece al propósito de acallar a una organización que defiende tozudamente los intereses populares, razón por la cual resulta molesta y odiosa para quienes desean gobernar sin ningún tipo de estorbos ni interferencias por parte de los descamisados. Lo dice con toda desfachatez (y tal vez sin proponérselo) el diario “crítico y veraz”: “Sindicatos, organizaciones, asociaciones sin lugar a dudas son <> de autoridades de los tres niveles de gobierno”.

¿Se puede ser más claro? Pero, repito, la equiparación no sólo es falsa, sino arbitraria y dolosa ¿Por qué?
a).- Porque los líderes de Antorcha no cobran ni manejan, ni ahora ni nunca, cuotas sindicales descontadas del salario de sus agremiados.
b).- Porque tampoco cobran ni manejan ningún tipo de cuotas aportadas por la gente humilde que aglutinan y defienden; y esperamos a que alguien demuestre lo contrario si tiene pruebas fehacientes para hacerlo.
c).- Porque el 95% o más de las demandas que conquista el antorchismo para los pobres de este país, no se entregan nunca en metálico y a los dirigentes, sino en especie cuando ello es posible y a cada beneficiario en particular; y si se trata de obra pública, es el propio gobierno quien la ejecuta a través de sus dependencias o de empresas directamente contratadas por él. En los poquísimos casos en que se llega a entregar numerario a los grupos, está siempre sujeto a una rigurosa comprobación según la normatividad respectiva. ¿De qué manera, entonces, pueden robarse los recursos los líderes antorchistas? Que alguien me lo explique si puede.
d).- Porque el cuerpo de activistas y dirigentes de Antorcha, además de la titánica tarea de organizar y defender a la gente, trabaja arduamente en actividades de carácter económico con cuyos ingresos se mantiene y ha logrado levantar pequeños negocios, bien administrados por ellos mismos (son los “millones de los líderes” que dice la prensa servil) de cuyas utilidades sacan su sustento y los gastos de la lucha que, por cierto, son inmensos. La legitimidad de estas inversiones está a la vista de todos y no puede ponerse en duda, dados los controles oficiales que hay que pasar para poder establecer cualquier negocio, por pequeño que sea. Nada de todo esto pertenece a los “líderes” en particular, y también aquí esperamos que alguien nos refute si tiene con qué hacerlo.
e).- Porque tenemos bien comprobado que es tópico común en la burocracia gubernamental de todo el país, incluidos los señores gobernadores (los actuales y los que lo han sido) que Antorcha es la única organización que entrega, siempre y puntualmente, todos los recursos destinados a la gente que representa. Y así lo manejan para su consumo interno (y a veces hasta en público, si se puede y conviene: recordemos el discurso del Dr. Eruviel Ávila en el evento de campaña que tuvo en Ixtapaluca con el antorchismo mexiquense). Es decir, saben que es absolutamente falsa la acusación de enriquecimiento ilícito de los dirigentes.
f).- Y, finalmente, porque, con toda la molestia y todo el odio que generan nuestras protestas públicas, nadie puede negar que, errores aparte, no constituyen un delito, se le mire por donde se le mire, puesto que son una garantía constitucional. ¿Dónde está, pues, nuestro “parecido” con el caso Gordillo?

3.- Por tanto, equiparar y amenazar con la receta Gordillo a quien no ha cometido más crimen que protestar y exigir, quizá con daño involuntario “a terceros”, atención a las carencias y demandas de los pobres, ganándose con ello la enemiga de los gobernantes y sus servidores obsecuentes en los medios, es confesar, implícita pero clarísimamente, que el encarcelamiento de la señora no es un acto de estricta aplicación de la ley y del derecho contra la corrupción, sino una simple represión política para acallar y desactivar a alguien que resultaba “una piedra en el zapato” (Unomásuno dixit). De ahí la aplicabilidad del procedimiento, por simple analogía, a todo el que, como ella, resulte un estorbo para el ejercicio absoluto del poder, aunque no haya cometido, en rigor, ningún delito. Estaríamos, en ese caso, en el inicio de una temible cacería de brujas de la cual el caso Gordillo sería, apenas, el primer acto. Pero manejar las cosas en tales términos es hacerle un muy flaco favor a la justicia mexicana, al Procurador General de la República y al mismísimo Primer Magistrado de la nación, puesto que con ello se desmantelan de un golpe sus esfuerzos por presentar los hechos como un acto de estricta justicia en el combate a fondo de la corrupción que tanto daña al país.

4.- Sabemos de buena fuente que la persecución del gobierno mexiquense tiene poderosos padrinos en la esfera federal. Se trata de voces influyentes que sostienen que, para que las reformas que el actual gobierno impulsa salgan adelante sin tropiezos, es necesario deshacerse del “viejo PRI” y sus prácticas corruptas, y someter, por la fuerza si hiciera falta, a los opositores a las mencionadas reformas. Y esas voces colocan al antorchismo en ambos casilleros: como típicos representantes del viejo PRI y como opositores a las reformas presidenciales. Con toda seriedad y absoluta convicción opino que se equivocan. Nos creen el viejo PRI porque convivimos con él todo el tiempo que hemos pertenecido al partido, y porque así opina la reacción ultramontana incrustada en los medios. Pero olvidan que, desde nuestro nacimiento, hemos luchado siempre, en la medida de nuestras fuerzas, en favor de una renovación del partido y de su práctica política. Olvidan, además, que nuestra bandera de lucha ha sido siempre el combate a la pobreza y a la desigualdad social, males nacionales que el mismo Sr. Presidente reconoce como ciertos y graves, a grado tal que, si no se atacan con eficacia, México no alcanzará el futuro de prosperidad que todos deseamos. Sobre las reformas, el error radica en que nuestros comentarios críticos (muy pocos por cierto) se leen como una oposición solapada, cuando lo cierto es que sólo buscan que tales reformas vayan al fondo de los problemas y que los medios elegidos se correspondan con los fines. Nuestras opiniones no buscan oponerse a las reformas, sino empujarlas con más y mejores vientos. Por todo ello, podemos decir con absoluta sinceridad que Antorcha y los antorchistas no pertenecemos al pasado sino al futuro de México.

Para terminar, creo que lo que menos hace falta ahora es algún tipo de desafío o el alarde sobre nuestra decisión de defendernos con todo lo que podamos. Siempre hemos tenido bien dimensionada la fuerza del Estado y estamos seguros de que ellos nos conocen tanto o mejor que nosotros mismos. Por ende, están fuera de lugar las posturas teatrales. El propósito de estas líneas es demandar, con el debido respeto y sobre la base de estas puntualizaciones, al Dr. Eruviel Ávila Villegas, que ordene poner un alto a la campaña de ataques y a cualquier tipo de amenaza en contra del Antorchismo Nacional. No somos delincuentes y no somos enemigos del progreso y de la paz social y, por tanto, no se nos puede tratar como a tales, aunque haya quien quiera y pueda hacerlo.