¿Tiene razón el general Cienfuegos?

Por Omar Carreón Abud


¿Tiene razón el general Cienfuegos?

La Crónica de Chihuahua
Diciembre de 2016, 13:32 pm

(El autor es coordinador de la Dirección Nacional de Antorcha Campesina y dirigente en Michoacán)

Tiene razón. El señor secretario de la Defensa Nacional, el General Salvador Cienfuegos Zepeda, pronunció durísimas palabras que cuestionan, si no la capacidad, sí los resultados de la clase política en el poder de los estados y de la república. No tengo presente que en los últimos 50 años, por lo menos, un funcionario en su cargo hubiera cuestionado de manera tan severa al poder público. Y ¿tiene razón el General Cienfuegos o se sirve de mentiras y exageraciones? En la ceremonia de inauguración de la engomadora en la Fábrica de Vestuario y Equipo del Ejército en la ciudad de México el pasado día 8 de diciembre, dijo: “¿Qué quieren los mexicanos que hagan las fuerzas armadas? ¿Quieren que estemos en los cuarteles? Adelante, yo sería el primero en levantar, no una, las dos manos para que nos vayamos a hacer nuestras tareas constitucionales. Nosotros no pedimos estar ahí (en la calle), no nos sentimos a gusto, ninguno de los que estamos aquí estudiamos para perseguir delincuentes, nuestra profesión es otra y se está desnaturalizando, estamos haciendo funciones que no nos corresponden porque no hay quien las haga o no tienen esa capacidad”, y agregó: “Nos encantaría que la policía hiciera su tarea, para lo que está, para lo que se le paga, pero que no lo hace, nos encantaría ver esfuerzos decididos, pero con fechas fatales para que las policías hagan su trabajo”.

Perplejo, favorablemente perplejo me dejaron las palabras del Señor General secretario de la Defensa Nacional y me extraña que ninguno o casi ninguno de los políticos en el poder y muy pocos de los opinadores profesionales se haya detenido a señalar la gran importancia de esas declaraciones. “¿Qué quieren los mexicanos que hagan las fuerzas armadas?”, preguntó el General. Esa sencilla pregunta implica, si ponemos atención, que las fuerzas armadas, por su boca, reiteran que se deben al pueblo. El ejército mexicano no es, como otros ejércitos de América Latina y del mundo, un ejército compuesto, nutrido por las clases privilegiadas sino por los hijos del pueblo, y no me refiero sólo a la tropa, la gran mayoría de los altos mandos del ejército mexicano vinieron al mundo en casas humildes de pueblos modestos y ahí viven sus progenitores. No debiera extrañar pues que ante un problema como el que se enfrenta, el Señor General sienta la necesidad de preguntar cuál es la voluntad del pueblo mexicano que es la inmensa mayoría de los mexicanos.

“¿Quieren que estemos en los cuarteles? Adelante, yo sería el primero en levantar, no una, las dos manos para que nos vayamos a hacer nuestras tareas constitucionales”, dijo. Para subrayar la importancia de estas palabras, les recuerdo a las personas de alguna edad y les informo a los más jóvenes que no han estudiado todavía la historia negra de nuestro continente que, en una época terrible, espantosa, de la que todavía no acaban de cerrarse las heridas, los ejércitos de América Latina andaban por las calles, no sólo persiguiendo delincuentes, sino derrocando y matando a sus presidentes constitucionales, torturando y matando a los hombres, violando y desapareciendo a mujeres y robando niños; qué esperanzas que en ese entonces algún jefe militar se ofreciera a quedarse en los cuarteles si el pueblo así lo quería. Nótese también la expresión metafórica de “levantar, no una, las dos manos” que remite aunque no se quiera a la idea de una asamblea popular en la que las decisiones se toman a mano alzada y algún asistente para subrayar su total acuerdo y hasta entusiasmo, levanta las dos manos.

“Nos encantaría que la policía hiciera su tarea, para lo que está, para lo que se le paga, pero que no lo hace”, dijo el General. Se trata de otra fuerte y clara censura a toda la clase gobernante en nuestro país de todos los partidos sin excepción. Porque ¿a quién atribuir la responsabilidad de que la policía no haga su trabajo? No a los propios policías porque todo mundo sabe que si un empleado no obedece o no sirve, se le despide, sabe, que no hay empresa productiva moderna en la que el obrero haga su voluntad, antes bien, existe, como dijo alguna vez un sabio visionario, una disciplina “cuartelaria” en la que el desempeño se mide con cronómetro. ¿Y por qué no en las policías? En buena medida porque a las élites gobernantes ha dejado de interesarles la seguridad pública y se han servido de los cuerpos policiacos para sacar adelante sus intereses particulares o de grupo, porque su mano corruptora ha tocado a las policías como un Midas al revés. Y ahí está el secretario de la Defensa Nacional poniendo el dedo en la llaga.

Pero no nos mantengamos sólo en la generalidad, veamos, por ejemplo, el caso de Michoacán. La comparación del período de enero a junio de 2015, con el mismo período de este 2016 que ya se acaba, arroja que los homicidios dolosos pasaron de 402 a 678, una impactante tasa de crecimiento de 68.6 por ciento y, revisando el Portal Aristegui Noticias, encontramos los siguientes titulares recientes referentes al estado: “Asesinan a exconductora de TV por internet”, “Expresidente municipal de Múgica está desaparecido”, “Párroco fue ejecutado a tiros, la CEM exige esclarecer el crimen” y, para no alargar la lista, el 12 de diciembre, día en el que escribo, la Voz de Michoacán titula en su página 37-A: “Ebrios ministeriales realizan escándalo” y fue en Morelia, en la capital del estado.

En este ambiente preocupante, un grupo de 50 policías se acercó al Movimiento Antorchista michoacano a solicitar su apoyo porque, habiendo sido despedidos de su trabajo por no aprobar los exámenes de confianza, el Tribunal de Justicia Administrativa resolvió en agosto (varias fechas según los casos) que la autoridad responsable los indemnizara, es decir, haciendo un poco a un lado las precisiones legales digo que, para fines prácticos, se dictaminó que fueron despedidos sin justificación y se ordenó que se les hiciera el pago correspondiente, pero la autoridad se niega a acatar la decisión. Pues bien, tratando de encontrarle una solución al diferendo y lograr que de alguna manera se les haga justicia a los policías (prueba de que no se trata de ninguna necedad es que 30 de los integrantes del grupo original afectado, ya fueron reinstalados), la dirección estatal del Movimiento Antorchista presentó el caso ante el secretario de Gobierno, Adríán López Solís pero éste, con el clásico y viejo tira tira, remitió a los líderes antorchistas con el Secretario de Seguridad Pública de Michoacán. Los líderes antorchistas señalaron al secretario de Gobierno que en una institución policiaca recibirían un trato policiaco y que deseaban tratar el asunto en el área de diálogo y decisión políticas; el secretario de Gobierno se mantuvo en su decisión. En efecto, lo anunciado sucedió: el día de la entrevista con el Secretario de Seguridad Pública, el Licenciado Juan Bernardo Corona Martínez, después de esperar pacientemente largo rato, los líderes antorchistas se retiraron sin que nadie los atendiera. El suceso recuerda al sabio pensamiento de un asesor de un gobernador michoacano del pasado a quien su jefe le preguntaba “¿qué hacemos López”? (el apellido ha sido cambiado) y López contestaba poniendo cara de interesante: “Este asunto se resuelve solo señor gobernador”. Termino con la pregunta con la que inició este trabajo: ¿Tiene razón el General Cienfuegos?