Testigos de la masacre prefieren no haber visto nada

**"No están los tiempos como para andar diciendo nada".


Testigos de la masacre prefieren no haber visto nada

La Crónica de Chihuahua
Abril de 2012, 02:02 am

Chihuahua, Chih.- Un testigo que se encontraba a las afueras del establecimiento al momento del ataque platicó en entrevista con El Diario, que la noche del viernes, alrededor de las 21:00 horas estaba en la parte exterior del bar cuando escuchó unos rechinidos de llantas y observó varios vehículos de reciente modelo los cuales se estacionaban sobre las calles Ciprés y González Cossío.

De estos autos descendieron más de 10 hombres, portando armas largas, quienes entraron en el bar y fue el momento en que se escucharon los gritos de los presentes y ruidos de sillas.

Los primeras órdenes que se escucharon fue: “¡Este es un asalto cabrones, todos al suelo”, a continuación se escucharon las primeras detonaciones.

El testigo indicó que salió corriendo “a refugiarme en un domicilio, puesto que enseguida se escuchó una fuerte descarga la cual causó un gran estruendo y pánico entre los vecinos, algunos de ellos observaban por las ventanas de sus domicilios para averiguar qué era lo que pasaba”.

“Después de unos minutos los vehículos huyeron del lugar, y fue cuando me acerqué de nuevo al lugar y vi los cadáveres cercanos al lugar donde estaban los músicos y otros pegados a la barra”, dijo.

Con voz entrecortada, indicó que fue impactante ver la escena y sobre todo que se siente consternado por el hecho violento, ya que ese lugar se caracterizaba por ser tranquilo desde hace varios años y nunca se había presentado una situación similar a lo acontecido el viernes.

Ayer, en el lugar de los hechos había un par de sellos de clausura, una veladora y una mancha de sangre sobre la banqueta frente al bar “Colorado”.

Horas después, todo parecía volver a la normalidad en las calles de la colonia Las Granjas, sin embargo, las preguntas, las dudas, la curiosidad y el miedo permanecían bajo los pasos de quienes transitaban por el cruce de las calles González Cossío y Ciprés. Algunas personas se detenían frente a la puerta principal, rodeaban el rastro oscuro de la sangre, miraban la solitaria veladora que alguien más colocó como un recuerdo individual o colectivo.

Nadie sabe y así lo prefieren. “No están los tiempos para andar diciendo nada”, señaló una mujer de mediana edad que se persignó frente a la veladora y dijo: “Dios nos proteja”. Luego se fue. Otros, desde su ventana vigilaban quién se acercaba al lugar y qué hacía. Preferían no salir.