Skid Row: una mini ciudad de indigencia y miseria en Los Ángeles

**En esta zona flanqueada por las calles Alameda, Tercera y Séptima, viven entre 3,000 y 6,000 vagabundos rodeados de basura, excrementos y orina. Aquí, en menos de dos kilómetros cuadrados de calles mugrientas, se condensa el mayor mar de pobreza del país: Skid Row.


Skid Row: una mini ciudad de indigencia y miseria en Los Ángeles

La Crónica de Chihuahua
Marzo de 2018, 10:30 am

Cada día, sus pies sucios y cansados de caminar le conducen por un mar de escombros y basura mientras empuja un carrito de la compra repleto de cartones, plásticos, mantas y otras pertenencias. Dirige la mirada hacia un cubo de basura, se acerca y saca varios botes vacíos que rápidamente coloca en una bolsa negra. Con un gesto de inconformidad y un gruñido advierte a los transeúntes que se aparten del camino. Hay quienes le miran de reojo.

La mayoría ignora su existencia.

Este hombre de cabello afro, ojos oscuros y cubierto con harapos es el rostro de la indigencia en el centro de Los Ángeles. Así es el día a día para un señor de mediana edad que, inmutable, continúa sus pasos hasta incursionar más allá de la Calle Main, donde se alza un asentamiento de tiendas de campaña que se extiende hasta la línea del horizonte.

En esta zona flanqueada por las calles Alameda, Tercera y Séptima, viven entre 3,000 y 6,000 vagabundos rodeados de basura, excrementos y orina. Aquí, en menos de dos kilómetros cuadrados de calles mugrientas, se condensa el mayor mar de pobreza del país: Skid Row.

Hace cuatro décadas, en un intento por segregarlos de la civilización, la población de desamparados fue encapsulada en una burbuja, marginada y relegada a los límites geográficos del centro de la ciudad. Pensaron que así podrían contenerla. Pero el hambre no tiene barreras ni razón y los pobres reaparecen a borbotones por las calles aledañas.

Son, en su mayoría, enfermos mentales y discapacitados consumidos por el alcohol y las drogas. Según datos del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD), en el año 2002, el 60% de los desamparados de Skid Row sufría una enfermedad mental severa o crónica y el 80% tenía problemas de adicción.

La urbe con más indigentes

Cinco años después, el académico de UCLA, Gary Blasi, publicaba el informe Policing our way out of homelessness?, que dibuja la terrible realidad que el indigente vive en una ciudad esculpida a golpe de fachadas artificiales y escenarios de cartón piedra: Los Ángeles, meca del cine y de las alfombras rojas, es la urbe con el mayor número de indigentes viviendo a la intemperie.

En 2005, apenas un 21% de vagabundos contaba con una plaza en un albergue, mientras que en San Francisco el porcentaje era del 57% y en Denver, Filadelfia y Nueva York del 90%.

Según datos facilitados por la Autoridad de Servicios a Desamparados de Los Ángeles (LAHSA en inglés), la ciudad otorga más de 5.5 millones de dólares a programas gestionados a través de esta institución para ayudar a los indigentes en Skid Row. Esta cantidad "es un porcentaje pequeño de los gastos totales", asegura Eileen Bryson, asistente del Director Ejecutivo de LAHSA. "Estos fondos financian directamente los refugios de emergencia, centros de día, centros de acceso, almacenes de corto plazo, servicios de apoyo, limpieza de calles y más".

A pesar de que otros centros de asistencia y misiones también reciben ayudas económicas para ofrecer alimento, ropa y atención médica a los indigentes de Skid Row, pocos son los que logran transcender la pobreza y una vida a la deriva y forjarse un mejor porvenir.

"Ya que muchos de los que viven en las calles tienen una combinación de enfermedad mental y abuso de sustancias, completar la transición es a menudo difícil", explicó a 20minutos Toby Hur, profesor de la Escuela Luskin de Asuntos Públicos de UCLA.

Despliegue policial

Ante la incapacidad de la ciudad para dar techo y atención médica permanente a sus miles de enfermos mentales y adictos, en el año 2006 se puso en marcha la Iniciativa Ciudades Seguras (SCI en inglés). Comenzó así un gigantesco despliegue policial en las calles de Skid Row; el mayor registrado en el mundo después de Bagdad.

Si bien las autoridades habían anticipado la reducción de la mendicidad, la realidad resultó ser muy distinta: la presencia policial desplazó a los indigentes hacia otras zonas del centro y de la ciudad.

Este proceso migratorio se ha desarrollado en paralelo a la gentrificación y al renacer del centro de Los Ángeles. Así que, ahora, en las calles y avenidas de la zona financiera confluyen la miseria y la mendicidad de muchos con la riqueza y el glamour de unos pocos. Una dicotomía y fuertes contrastes que no pasan desapercibidos a los visitantes y turistas.

Por el día, los indigentes empujan sus carritos por las aceras abriéndose paso por un océano de lujosos edificios de reciente construcción y rascacielos gestionados por poderosas entidades financieras donde se decide el futuro económico del país. Algunos mendigos, en sillas de ruedas, deambulan unas horas por las calles antes de instalarse en alguna esquina y pedir limosna y alimento. Otros cargan sus maletas en carretillas y se recuestan a dormir en los bancos de la calle o en los jardines de la biblioteca pública.

Al caer el sol, la policía desaloja los lugares públicos y es entonces cuando los indigentes improvisan sus casas de cartón y plástico en las paradas de autobús, o extienden sus sacos de dormir en los recodos de la calle. A la vista de todos e ignorados por todos.

"Se ha acentuado la división económica de los residentes [del centro] y se ha creado un futuro incierto para los residentes de Skid Row", asegura Hur. "En la última década, sin embargo, se ha dado un fuerte empujón a la creación de viviendas de bajo coste con una arquitectura deslumbrante, y encontrarás muchos ejemplos de ello en LA, como Skid Row Housing Trust y SRO Housing Corporation", aclara el experto.

Desembarco en Parque MacArthur

El proceso de gentrificación y el despliegue policial también ha culminado en el desembarco de más indigentes en el parque MacArthur. Situado a menos de cuatro kilómetros de Skid Row, esta zona conocida popularmente como "la pequeña Centroamérica", reúne a un abultado número de vagabundos que, por el día, se tumba sobre el césped, toma el sol y calma su ansiedad con alcohol y drogas. "Por la noche, la policía viene y les desaloja", comenta Jonathan Flores, un comerciante hondureño con una tienda de deportes situada frente al parque. "Yo diría que el número de vagabundos en el parque ha crecido como un 30%", estima el joven.

La fuerte presencia policial también ha generado más fricción en el ambiente volátil de Skid Row. Hace tan solo unas semanas, la Policía mataba a disparos a un vagabundo apodado África y arrestaba a un segundo. Ambos de piel oscura, porque "la mayoría de desamparados en Skid Row son negros, y especialmente, hombres negros", advierte el informe de UCLA. "África se trata de una llegada relativamente reciente como resultado del realineamiento estatal (AB 109) que ha estado enviado a prisioneros con enfermedades mentales graves a Skid Row", explica Hur.

Los incidentes desataban la indignación en los campamentos y temor entre la ciudadanía a que las calles del centro angelino se convirtieran en el epicentro de un estallido de violencia como el ocurrido en Ferguson hace unos meses. Nada trascendió, pero desde entonces, es difícil aventurarse en este territorio dominado por desamparados que no dudan en señalar a los transeúntes extraños y expulsarles a gritos. Un lugar donde las cámaras no son bienvenidas y los periodistas tampoco.

"En realidad esta área y los residentes funcionan más como un barrio pequeño con sus propias normas y costumbres", explica Hur. "Los residentes típicamente se conocen unos a otros durante largos periodos de tiempo y hay un fuerte sentido de comunidad". En fechas señaladas, famosos y figuras políticas alimentan las bocas hambrientas de miles de vagabundos para inmortalizar su solidaridad esporádica en una fotografía que recorre como la pólvora las redes sociales. Pero el resto del año, nadie se acuerda de sus enfermos, adictos e indigentes que caminan renqueantes por las calles mugrientas de una ciudad que ha decidido dejarles a la intemperie.

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