Se decía "un segundo Cristo", Moon, el anticomunista furioso

**Hizo una fortuna al amparo de las fuerzas anticomunistas. Apoyó a Nixon cuando éste estaba siendo acusado de espionaje. **Decía que Cristo en persona le pidió que continuara su labor, interrumpida cuando lo mataron en la cruz.


Se decía

La Crónica de Chihuahua
Septiembre de 2012, 22:51 pm

Fue hasta su muerte uno de los hombres más ricos del mundo , incluido habitualmente en el informe de la revista Forbes. El movimiento liderado por el reverendo norcoreano Sun Myung Moon es dueño de bancos, hoteles, fábricas de maquinaria pesada, constructoras de barcos pesqueros y una larga serie de medios de comunicación como el Washington Times .

Su comunidad religiosa, denominada por quienes no la integraban, como “Secta Moon”, alcanzó difusión en 120 países y llegó a tener relación muy cercana con presidentes de Estados Unidos como Ronald Reagan, por su anticomunismo furioso.

Su historia comenzó en Corea del Norte hace 92 años. Moon era hijo de campesinos y a los 15 años aseguró haber tenido un encuentro con Jesús.

“El me pidió llevar adelante el trabajo que él no pudo concluir por su crucifixión”, explicaba a sus fieles el reverendo.

En 1950, cuando se inició la guerra de las Coreas, el reverendo fue prisionero por más de tres años, hasta que fue rescatado por las fuerzas de paz de la ONU.

Después de abandonar la cárcel, Moon continuó con su movimiento de unificación que había creado al término de la Segunda Guerra Mundial. En 1954, en Seúl, f undó la Iglesia de la Unificación del Cristianismo Mundial , su propia comunidad religiosa, que pronto se volvió mundialmente conocida y que llegó a tener 3 millones de seguidores.

En 1959 el reverendo Moon mandaba a sus primeros representantes a predicar en Estados Unidos. Haber sido prisionero de grupos comunistas comenzó a rendirle frutos 10 años después, cuando realizó personalmente su trabajo en Norteamérica. Muchos de sus adeptos marchaban en favor del ex presidente Richard Nixon durante el caso Watergate.

Para entonces Moon, que con el paso de los años se trasladó a vivir a Nueva York, realizó giras con un discurso anticomunista en más de 35 países. Comenzaba su imperio que lo llevaría a la aceptación de los sectores más conservadores del gobierno estadounidense.

Con su muerte se cierra un círculo de poder religioso y económico, que aún para quienes se dedicaron a investigarlo, no permite establecer su alcance real.