Sábado Negro: el día que se cayó el cielo

**"Unos hermanos míos de San Guillermo dicen que desde Santa Eulalia se veían las culebras. Que eran dos, y que se peleaban allá arriba en el cielo".


Sábado Negro: el día que se cayó el cielo

La Crónica de Chihuahua
Septiembre de 2015, 12:21 pm

Por Froilán Meza Rivera

Chihuahua, Chih.- Algunos le recuerdan como el "Sábado negro"; otros, como "El día que se cayó el cielo", pero la generalidad de la gente lo refiere como "El día de la tromba", la fecha fatídica de un desastre que destruyó grandes sectores de la ciudad y que enlutó innumerables hogares.

Hoy se cumplen 15 años, y según el reporte oficial, el fenómeno destruyó 375 casas habitación, provocó 98 muertos, y dejó miles de damnificados.

¿Qué sucedió?

El 22 de septiembre de 1990, la lluvia que cayó fue de casi 130 milímetros, cifra muy cercana a la mitad de los 300 milímetros que caen como promedio histórico a lo largo de todo un año. Los cauces de los arroyos se llenaron y desbordaron con el agua torrencial que escurrió de las nubes. Las corrientes se abrieron paso por entre las calles y se llevaron por delante todo lo que les estorbaba, y todo lo arrasaron.

Las víctimas de la tromba se caracterizaron en su mayoría por vivir en colonias pobres, de improvisada urbanización, donde los "desarrolladores" despreciaron las fuerzas de la naturaleza que suelen desatarse y hacer caso omiso del trazo urbano. A los arroyos que fueron eliminados de un plumazo en los planos, nadie les tomó parecer, y ellos simplemente corrieron por donde debían correr.

Los desagües improvisados, las deficientes y erróneas obras de canalización de aguas, y hasta casas y calles que se edificaron sobre los lechos de los arroyos, simplemente desaparecieron ante el embate de la ola tremenda.

Colonias como Santa Rita, Pacífico, Rosario, la Emiliano Zapata, el Arroyo de los Perros, el Arroyo de la Cantera, Francisco Villa, Revolución, Las Granjas, Gloria, Campesina, Rosario, Ignacio Allende, Jardines del Norte, estaban en el camino de los torrentes.

Entre los sitios que sufrieron el peor embate de la tormenta, se pueden contar las calles de la colonia Villa, donde el arroyo del Mimbre, que en su parte alta tiene un cauce de casi 15 metros de ancho, fue reducido hasta su mínima expresión y sus aguas se desbordaron sobre las calles, llevándose casas, piedras, automóviles, muebles y cadáveres.

Varias señales de la desgracia fueron desestimadas por las autoridades y por los pobladores en el Arroyo de la Cantera, donde en el año de 1990 sucedieron tres inundaciones. Un primer caso fue cuando el agua dejó una marca de 30 centímetros y afectó las viviendas. La segunda inundación subió hasta 1 metro y 30 centímetros, y en la tercera crecida del arroyo, el 22 de septiembre, el agua cubrió los techos de muchas casas, y en la parte donde el terreno era más bajo, la marca de la corriente llegó ¡a más de 4 metros de altura!

Para muchos chihuahuenses, el nefasto sábado de la tromba dejó como principal enseñanza que con el agua no se juega.