Rusia y China, frenos al imperio, y al terror

(El autor es un chihuahuense nacido en Témoris, Doctor en Desarrollo Económico por la London School of Economics, miembro del Sistema Nacional de Investigadores y profesor-investigador en la División de Ciencias Económico-administrativas de la Universidad Autónoma Chapingo.)


Rusia y China, frenos al imperio, y al terror

La Crónica de Chihuahua
Diciembre de 2015, 10:30 am

Hasta el fin de la Unión Soviética en 1991, esa gran nación representó un freno a los excesos del capital mundial. Alguna moderación le imponía, sobre todo por el temor de “contagio”, de que cundiera el ejemplo de la URSS, pero una vez colapsada, ya nada contuvo el avasallador proceso de acumulación y Estados Unidos pudo, por fin, libre ya de ataduras, erigirse en la superpotencia única, económica y militar, capaz de imponer al mundo su moneda, sus leyes y tratados comerciales, y de invadir impunemente cualquier país con el pretexto más nimio, convertida así en gendarme del planeta, sin más límite que su soberana voluntad. En ese sistema unipolar, Rusia quedó durante la era Yeltsin, en la década de los noventa, lastimosamente subordinada a la superpotencia. Cuando Vladimir Putin llegó al poder en el año 2000, recibió en herencia una economía en ruinas; pero a partir de entonces las cosas han cambiado, y el nuevo líder ruso ha puesto de pie a su país, económica y políticamente, recuperando su dignidad, dándole una presencia que no puede ser ignorada en las grandes decisiones globales. No es gratuito que, a pesar de sanciones económicas y hostiles campañas de prensa, la revista Forbes, norteamericana, ha declarado al líder ruso, por tercer año consecutivo, como el hombre más poderoso del mundo, en buena medida debido a su gran credibilidad, dejando a la canciller alemana Angela Merkel en segundo sitio y a Barack Obama en tercero.

En este contexto, como otrora ocurriera a la URSS, a la nueva Rusia ha correspondido enfrentar retos formidables a escala global, y muy en particular en Oriente Medio (en cerrada alianza con el gobierno de Irán), específicamente en el conflicto sirio viene apoyando al presidente Bashar Al-Assad, a quien Estados Unidos y sus aliados europeos (apoyados por sus corifeos de la prensa de México) combaten y califican de dictador. Pero tras esta posición norteamericana, el verdadero motivo es su búsqueda de control de Siria y de todo el mundo árabe y de sus abundantes combustibles fósiles, para beneficiarse de sus mercados y colocar ahí su excedente de mercancías; para lograrlo y justificar su política guerrerista, declaran asesinos, terroristas y dictadores a los presidentes en el poder, como hicieron con Muamar el Gadafi en Libia, a quien terminaron asesinando, al igual que a Sadam Hussein en Irak acusado de disponer de armas de destrucción masiva, jamás encontradas; en su lugar se impuso a títeres. Igual política se aplicó en Ucrania con Petro Poroshenko con la pretensión de instalar a la OTAN en la frontera rusa, a sabiendas de que el partido que tomó el poder es declaradamente nazi, en sus símbolos y prácticas; no obstante la hipócrita retórica antifascista de Europa y Estados Unidos, están incubando a los cuervitos descendientes de Hitler. Con gobiernos títeres se pretende perpetuar el régimen de dominación neocolonial y dominar mercados y gobiernos. En el caso particular de Medio Oriente se manifiesta en nuestros días esta misma tendencia. Ante la agresividad de Norteamérica, aliada al gobierno turco y encubridora del Estado Islámico (EI), Rusia ha sido el único país en responder con firmeza, y por eso el derribo del avión de combate por la fuerza aérea turca y del de pasajeros en Egipto con 224 pasajeros a bordo.

Llaman la atención dos hechos muy reveladores: mientras el Estado Islámico abiertamente se atribuye los atentados de París, y también se comprobó que derribó el avión de pasajeros en Egipto, de otra parte, Recep Tayyip Erdogan, el presidente turco, considera absurdo combatir a esa organización. Pero no está solo: tiene la bendición de la OTAN (organización a la que pertenece Turquía), de Estados Unidos y Europa, incluido el gobierno francés, que han sido omisos simulando combatir al EI; incluso se ha aportado mucha evidencia de que EE. UU. contribuyó a su creación. En la reciente junta del G20, en Antalya, Vladimir Putin denunció que había más de veinte países que financiaban al EI, y que algunos de sus gobernantes estaban presentes en la sala de juntas. Ninguno protestó, pues sabían que el presidente ruso podía probar su dicho.

Hoy, 2 de diciembre, la televisión rusa publicó imágenes del ministerio de defensa que muestran filas de hasta 360 camiones cisterna llevando a Turquía petróleo robado por el EI en campos de Iraq y Siria. Según el gobierno ruso, el EI posee una flotilla de 8 mil 500 unidades de transporte para trasladar el petróleo y venderlo al gobierno turco a bajo precio. En dos meses Rusia ha destruido dos mil unidades, y los ingresos del EI han caído de 3 mil millones de dólares semanales a mil 500 millones. ¿Estados Unidos y Europa no conocen de este enorme movimiento de transporte y combustible? ¿Será muy difícil detectarlo?

Así que, si a alguien debe el mundo la amenaza terrorista, y el pueblo francés la dolorosa tragedia del pasado 13 de noviembre, es a al gobierno Turco, a la OTAN y al propio François Hollande, quien ahora, a toro pasado, promueve una coalición contra el terrorismo. En cambio, es el gobierno ruso el único que de manera efectiva, en un verdadero alarde de tecnología militar, ha venido desmantelando sistemáticamente la infraestructura del EI en Siria (igual hizo a principios de la década pasada en Chechenia), como alguien dice, salvando al mundo. Y no es sólo en lo individual Vladimir Putin como gobernante; el pueblo respalda a su presidente, como ningún otro mandatario puede presumir: goza del 89 por ciento de apoyo popular.

Mas Rusia no está aislada en este esfuerzo. Ante el militarismo europeo y norteamericano, y ante la vulnerabilidad de los países pobres, Rusia y China, en cerrada alianza estratégica, se han convertido en un auténtico valladar (recuérdese que desde el Consejo de Seguridad de la ONU, del que ambos son miembros permanentes, impidieron el bombardeo de Siria). Son hoy sin duda el único contrapeso de importancia de los Estados Unidos, capaces de acotar el dominio del imperio y las transnacionales, en una acción coordinada donde Rusia lleva la participación más destacada en lo militar y China en lo económico, y que es capaz de impedir que el mundo sea totalmente devorado por el capital. La humanidad precisa de factores de equilibrio y alternativas de desarrollo en un rumbo diferente al marcado por el modelo dominante, pues hoy vive amenazada por la voracidad de un sistema económico en decadencia que ya no encuentra espacio para su crecimiento, al que se agotan los mercados, y que para obtenerlos y seguir acumulando necesita expandirse por la fuerza de las armas, y que para sobrevivir requiere guerras, más guerras donde pueda vender sus armas, ampliar sus mercados y conseguir materias primas.