Revuelta de viernes: la prudencia le ganó al echeverrismo

Por: Alejandro Salmón Aguilera/ Ahoramismo.com.mx


Revuelta de viernes: la prudencia le ganó al echeverrismo

La Crónica de Chihuahua
Agosto de 2013, 18:12 pm

La actual administración estatal vivió la noche del viernes 23 de agosto uno de sus momentos más difíciles en los cuales fue puesto a prueba como un auténtico instrumento de gobierno que sabe resolver problemas con algo más que el uso de la fuerza.

En ese sentido, hay dos noticias, como siempre: una buena y otra mala. Primero la mala: quedó claro que en el interior de la actual administración hay quienes piensan que el presidente se llama Luis Echeverría y que el alcalde de la ciudad es Alfonso “Halconso” Martínez Domínguez.

Aquella tarde-noche del viernes, cuando los choferes de camión recién habían estacionado sus camiones en torno a las calles que rodean al Palacio de Gobierno, alguien tuvo la feliz ocurrencia de solicitar el servicio de grúas para remolcar las unidades hacia otro lado y liberar así la circulación.

Esto prendió la chispa para iniciar una revuelta totalmente innecesaria que pudo haber terminado en breve y sin mayores contratiempos.

La demanda de los choferes apostados en torno al Palacio de Gobierno era fácil de explicar: reclamaban algo que para ellos es legítimo, pues ha sido su forma de trabajar desde la primera vez cuando subieron a un camión de pasajeros: cobrar en efectivo, pagarle una cuota diaria al dueño del camión y quedarse con el resto. Era una cuestión más laboral que política, pero alguien no quiso verlo de esa manera.

El intento de quitar a la fuerza una manifestación de protesta se conjugó con unos ánimos medianamente caldeados de un grupo no muy numeroso que protestaba a la misma hora y en el mismo lugar contra la construcción del mausoleo de Pancho Villa. Éstos se sumaron de inmediato al reclamo de los choferes, cuando éstos reaccionaron ante el retiro de sus unidades. El resultado ya es bien sabido: heridos, detenidos, empujados, apretujados y, finalmente gaseados. Así terminó el primer enfrentamiento de la actual administración con un grupo de ciudadanos habitantes de la capital del estado.

De todo esto, la buena noticia es que, después de ese zafarrancho que obligó al gobierno a usar por primera vez un gas para dispersar a manifestantes, alguien actuó con tres dedos de prudencia y decidió acabar con al menos una de las causas del enojo social: el gobernador Duarte ordenó la demolición del fallido mausoleo para evitar más protestas, o al menos que no se le vuelvan a mezclar con las que provocará el nuevo sistema de transporte.

Podríamos aplaudir el acto prudente del gobernador y se lo merecería, pero esa mesura debió iniciar cuando el INAH prohibió mover el mausoleo de Villa de su lugar original, o cuando decidió gastar grandes cantidades de dinero en obras de ornato que no urgían y sí costaron mucho dinero.

Esperemos que, a partir de la madrugada del sábado pasado, lo que impere sea la prudencia por encima de ese nostálgico echeverrismo por el que aún suspiran demasiados políticos, y de todos los signos.