Repetición en Coyame, porque no basta vencer, hay que convencer

Por: Alejandro Salmón Aguilera/ Ahoramismo.com.mx


Repetición en Coyame, porque no basta vencer, hay que convencer

La Crónica de Chihuahua
Agosto de 2013, 18:28 pm

“Por eso es grande el béisbol”, diría don Pedro “Mago” Septién, decano de los cronistas del llamado “Rey de los deportes”. Es grande, entre otros aspectos, porque en el juego de pelota no existe la posibilidad de un empate, así de simple.

La democracia también es grande, pero aquí no hay extra-innings para definir un ganador, ni parte baja de la novena entrada para que el equipo local se lleve la victoria con el solo hecho de sacar ventaja de su oponente, así sea por una carrera.

Por eso es grande el béisbol, porque está hecho para divertirnos y no para gobernarnos. Por eso la democracia es grande pero compleja, porque no sólo se debe de ganar, sino de convencer.

El caso de la elección de ayuntamiento en el municipio de Coyame es casi inédito en la historia de la democracia chihuahuense, por lo menos en décadas recientes. El que los dos partidos con mayores preferencias hayan concluido empatados en el conteo preliminar, el cómputo municipal y el recuento de votos en el Tribunal Estatal Electoral no tiene precedente próximo.

Luego de que el PRI y el PAN terminaran la elección de ayuntamiento con un idéntico marcador: 666 votos para cada uno, ambos se fueron en pos de recontar los 12 votos nulos que había en las ánforas instaladas en ese que es el municipio con menor densidad de población de todo el país, según las cifras del Censo Nacional de Población y Vivienda.

Recurso de por medio, el TEE se encargó de abrir paquetes y volver a contar votos nulos, lo cual es de suyo complicado, pues se trata de interpretar la voluntad del elector expresada en la papeleta, así se haya pasado de la raya o haya rectificado su voto de último momento.

Sin embargo, eso era lo de menos, según expresaron representantes tanto del PRI como del PAN: si uno sólo de esos votos nulos cambiaba el marcador, de todas maneras no habría ganador, ya que el partido que resultara con la ventaja tendría encima a una mitad del electorado que se sentiría defraudada, como suele suceder en la democracia mexicana.

Esa fue una de las razones que pesaron en el TEE a la hora de “rectificar” votos nulos: le entregaron salomónicamente uno a cada uno para que quedaran en 667 votos y, de paso, por aquello de las cábalas y las creencias apocalípticas, se quitaran de encima el “número de La Bestia”.

Qué más quisiéramos que la democracia fuera tan geométricamente exacta como el béisbol, y tan simple como que quien tiene una carrera más es quien gana. Así perdieron los Bravos de Atlanta la Serie Mundial de 1991 ante los Mellizos de Minnesota: 1-0 en el séptimo juego, y nadie salió a protestar ni a ocupar plazas o tomar presidencias municipales. La democracia es distinta, por fortuna o por desgracia, así que va de nuevo: a votar otra vez para que haya un ganador que no sólo venza, sino convenza.