Recorte al gasto público y necesidades sociales

Por Abel Pérez Zamorano


Recorte al gasto público y necesidades sociales

La Crónica de Chihuahua
Junio de 2015, 11:33 am

(El autor es un chihuahuense nacido en Témoris, municipio de Guazapares, Doctor en Desarrollo Económico por la London School of Economics, miembro del Sistema Nacional de Investigadores y profesor-investigador en la División de Ciencias Económico-administrativas de la Universidad Autónoma Chapingo.)

"...no exageramos al decir que en este país cada día se empuñan más fusiles que arados y se gasta más en helicópteros artillados o vehículos policíacos que en tractores y cosechadoras..."

El gasto público puede ser un instrumento de política económica y social muy eficaz para equilibrar la distribución del ingreso, pues el Estado recauda recursos mediante impuestos o por venta de productos o servicios para luego, vía gasto público, aplicarlos como medio de redistribución de la renta nacional, o, por el contrario, como es el caso mexicano, para incrementar las ganancias de los gigantes corporativos empresariales. La política de gasto es reveladora tanto de la estrategia económica seguida y de la clase social que representan los gobernantes. En los países nórdicos, por ejemplo, se recauda como impuestos una elevada proporción del Producto Interno Bruto, canalizada luego a través del gasto en forma de servicios y subsidios; en 2012, por ejemplo, la carga fiscal como porcentaje del PIB fue: en Noruega 56 por ciento, Suecia 52 y Finlandia 54, tasas relativamente elevadas, pero que sirven a estas naciones para figurar entre los países con más altos niveles de Desarrollo Humano. México, en cambio, ocupó el último lugar en recaudación de impuestos entre los países de la OCDE (19.7); sobre todo casi no se cobra a los grandes corporativos, principalmente extranjeros.

Aunado a ello, los ingresos federales se reducen por concepto de ingresos petroleros: entre abril de 2014 y abril de 2015, el precio internacional de la mezcla mexicana cayó de 92 a 46 dólares por barril (empresas especializadas pronostican que aún podría caer hasta 30 antes de estabilizarse en 55). En abril de 2014, el petróleo constituyó el 30.7 por ciento de los ingresos públicos; en abril pasado, 16.5; los ingresos petroleros entre enero y abril de 2014 fueron de 402 mil millones de pesos, y en igual período de este año, 233 mil millones, contribuyendo al pobre crecimiento económico de 2.1 por ciento. Como consecuencia de la caída en los ingresos federales, en marzo pasado el Secretario de Hacienda anunció un recorte de 124 mil 300 millones de pesos en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), pero hasta abril pudo saberse cómo se repartieron sus efectos entre las dependencias federales.

El diario Reforma del 30 de mayo publicó las variaciones anualizadas en el gasto entre abril de 2014 y abril de 2015. Hay que aclarar que dichos ajustes no son responsabilidad única del gobierno federal, sino de la Cámara de Diputados, instancia que elabora el presupuesto, autoriza los criterios de asignación, vigila su ejercicio y aplica los candados necesarios; son responsables todos los partidos que se benefician de la forma en que se distribuye y aplica el gasto. Pues bien, en el período citado, en un contexto de austeridad y de un recorte general de 5.5 por ciento en el gasto federal, hubo secretarías que lo incrementaron, y mucho: Comunicaciones y Transportes gastó 127.8 por ciento más, Turismo 90.5, Presidencia 84.7 y Gobernación, 62.9 (Reforma, 30 de mayo). A otras, en cambio, se les ha aplicado con mayor rigor la austeridad: en Desarrollo Social el gasto cayó en términos reales en 59.5 por ciento, revelando así el verdadero nivel de atención que merecen las carencias de esta empobrecida sociedad; en Educación Pública se gastó 33 por ciento menos y en Sagarpa, 10, según cifras oficiales. En el caso de Sagarpa, ciertamente, este año el Programa Especial Concurrente para el Desarrollo Rural (PEC), aplicado al campo, fue de 353 mil millones (14 mil 537 más que en 2014), ventaja ahora perdida, y queda por ver cómo distribuirá esta afectación a su gasto, con qué criterios la aplicará a sus diferentes dependencias. En el sector salud el gasto se redujo en 5.9 por ciento. En documento reciente llamado “adecuaciones presupuestarias”, Hacienda informó al Congreso que el gasto para hospitales se recortó en mil 450 millones y se redujo el presupuesto de once hospitales e institutos, destacadamente el de geriatría.

Pero los males no acaban ahí: para el próximo año se ha anunciado un recorte aún mayor, de 135 mil millones, considerando un precio de referencia del petróleo de 55 dólares el barril (SHCP, Precriterios de Política Económica). Y para enfrentar tal contingencia, Hacienda ha implantado la elaboración de un presupuesto llamado “base cero”, que no considera lo gastado en los años anteriores, sino que cada dependencia debe justificar todo como si no existiera antecedente. Indudablemente se trata de una medida para imponer de facto los recortes y endurecer la austeridad.

Estos datos permiten entender con qué criterios se aplica el gasto público por parte del gobierno y el Congreso en años de vacas flacas. Retórica aparte, la magnitud del recorte, o en su caso, del incremento, revela el verdadero orden de prioridad que las diferentes actividades merecen ante quienes deciden el destino de los recursos públicos. En Gobernación se incluyen las policías federales, la guerra no declarada a la delincuencia, en fin, toda la parafernalia del control político, que en la actual estrategia gubernamental cobra una importancia sin precedente en las últimas décadas, muy por encima de la producción de alimentos; no exageramos al decir que en este país cada día se empuñan más fusiles que arados y se gasta más en helicópteros artillados o vehículos policíacos que en tractores y cosechadoras. CONACYT figura también entre las dependencias afectadas (4.6 por ciento), ignorando que el desarrollo de la ciencia y la tecnología ha sido un rubro tradicionalmente despreciado, y que merece una atención mucho mayor, acorde con su importancia estratégica en el impulso de un proyecto de desarrollo nacional que a través de la independencia tecnológica y económica nos dé soberanía política y trato digno entre las naciones.

En fin, aquí hemos abordado el problema en términos estrictamente cuantitativos (magnitud en las variaciones del gasto); mas para entender mejor las cosas faltaría analizar la calidad en la aplicación de los recursos, su transparencia y oportunidad, así como su inteligente direccionamiento, porque es cierto que aun en años con abundancia de recursos, los campesinos, por ejemplo, no reciben los apoyos a ellos destinados. Las escuelas públicas muestran escandalosos niveles de abandono en infraestructura; los hospitales donde se curan los trabajadores carecen de materiales básicos y de personal indispensable; casi todas las carreteras llamadas “libres” se hallan en lamentable abandono. Es decir, que a los sectores de bajos ingresos siempre les va mal, haya poco o mucho dinero en el erario, exista o no austeridad. A manera de conclusión, la situación descrita podrá revertirse sólo cuando se corrija la política fiscal vigente, aplicando una recaudación progresiva que cobre más impuestos a quienes más ganan, para que el Estado disponga así de recursos suficientes; asimismo, debe mejorarse su administración para evitar que éstos queden en manos de vivales, presupuestívoros, como bien se les ha llamado, y asegurar que se apliquen íntegramente a atender las carencias sociales más apremiantes.