Recordando a Celia Sánchez y al Vaquerito

A dos revolucionarios a 55 y 33 años de su muerte


Recordando a Celia Sánchez y al Vaquerito

Lily Dueñas
Enero de 2014, 16:52 pm

Roberto Rodríguez Fernández El Vaquerito y Celia Sánchez Manduley Norma, fueron dos revolucionarios cubanos, que con su carácter y entereza lograron, encabezados por Fidel Castro y Ernesto Guevara El Che, y junto a miles de cubanos más, el triunfó de la revolución cubana.

El 30 de diciembre de 2013 se cumplieron 55 años de que el Vaquerito de 23 años, envestido en su cargo de capitán del Pelotón Suicida, un grupo de élite destacado por su valor y convicción, muriera en combate, a tan sólo dos días del triunfo de la revolución. - Me han matado cien hombres- fueron las palabras de El Che, cuando se hizo sabedor de aquella trágica noticia.

Roberto Rodríguez murió en combate en la batalla de Santa Clara, un día antes de la huida del dictador Fulgencio Batista, el grupo que encabezaba El vaquerito se ubicó en el techo de una casa para atacar en una jefatura de policía de la ciudad y un balazo hirió de muerte al joven capitán de tan sólo 23 años. La jefatura de policía que atacaba al morir fue transformada en una Escuela Secundaria Básica Urbana (ESBU) que lleva el nombre de «El Vaquerito».

El Vaquerito, se destacó de entre las tropas por su ingenio, su arrojo y su sentido del humor, llegó descalzó 1957, a la Sierra Maestra. Allí se encontraban alzados Fidel Castro y sus barbudos. Sus pequeños pies calzaron desde entonces un par de botas que Celia Sánchez, la heroína que desbordó energía hasta su fallecimiento en 1980, le regaló.

Combatiente revolucionaria cubana. Miembro del Movimiento 26 de Julio. Organizó por orientaciones de Frank País la red clandestina de campesinos que fue vital para la supervivencia de la guerrilla dirigida por Fidel Castro que desembarcó por el sur de Oriente el 2 de diciembre de 1956 y que se convertiría posteriormente en el Ejército Rebelde, ella fue hasta que su cuerpo dejó de existir (aunque no sus ideales , su ejemplo, ni su leyenda) Celia Esther de los Desamparados Sánchez Manduley conocida como Celia Sánchez Manduley y en la revolución como Aly y como Carmen y como Liliana y también como Caridad.

Hija de un destacado médico, arqueólogo, un cubano y martiano ejemplar Celia, fue la primera guerrillera, la primera mujer en vestirse de verde olivo y la primera que llevó en su femenino hombro un fusil para defender la revolución. Dicen los que la conocieron que su sencillez asombraba a todos, que su modestia causaba admiración y respeto, que su entrega sin límites al trabajo marcaba la vida de los que la rodeaban y compartían con ella.

Como acertadamente dijera su colaboradora Nelsy Babiel, “Celia estaba en todo y no aparecía en nada; evadía las entrevistas para evitar que se resaltara su obra. Su maternal preocupación por cada compañero, por cada familia campesina, en los días de la lucha guerrillera, se extendió, tras la victoria, a su pueblo. Todos confiaban en ella y ninguno fue defraudado.”

En los momentos más difíciles de la guerrilla dirigida por Fidel Castro, en febrero de 1957 marchó al encuentro de ésta en compañía de Frank País, Faustino Pérez y otros miembros de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio para coordinar el apoyo desde el llano, y coordinar la llegada vía Habana - Manzanillo del periodista del New York Times, Herbert Matthews hasta la presencia de Fidel en plena Sierra Maestra. La publicación de la entrevista que el periodista hiciera al líder de la guerrilla echaría por tierra la propagada batistiana basada en la supuesta muerte de Fidel.

“La tía”, como muchos la llamaban cariñosamente, con aquella flor que la acompañó en algunas fotografías y que ahora todos los cubanos asocian con ella , la mariposa, estaba atenta y alerta a todo, al triunfo de la revolución mantuvo un bajo perfil político aunque con una tremenda influencia dentro de los altos mandos de ésta, desempeñó el cargo de Secretaria de la Presidencia del Consejo de Ministros de Cuba sirviendo al Departamento de Servicio del Consejo de Estado hasta su fallecimiento, el 11 de enero de 1980 hace 33 años.

Estos dos revolucionarios dejaron su huella y su vida para lograr una revolución que le entregó el poder de su país, Cuba, al su pueblo, que hasta antes de ella permanecía subyugado, una revolución que cambió también a Latinoamérica. A 55 años de la muerte de El Vaquerito y a 33 años de la muerte de La Tía de Cuba, este pequeño homenaje.