¿Qué prevención hace el Cenapred?

Aurelio Fernández en La Escofina


¿Qué prevención hace el Cenapred?

La Crónica de Chihuahua
Junio de 2013, 17:26 pm

La semana pasada se llevó a cabo en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) un encuentro académico sobre gestión del riesgo a desastres. Más allá de la discusión que introdujo el director de Protección Civil de Tijuana, Antonio Rosquillas, (Facebook/CuprederBuap) sobre si la definición hecha por los organizadores del foro se refería no a la gestión de riesgo sino a la gestión de las emergencias, lo cierto es que hubo participaciones muy interesantes que aportaron información de relevancia para conocer los peligros, básicamente naturales, que generan condiciones de riesgo para la población.

Quiero referirme aquí a la última intervención del dicho evento, hecha por el geofísico Ramón Espinasa Pereña, subdirector de Riesgos Geológicos del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred). Cuando un compañero mío del Centro Universitario para la Prevención de Desastres Regionales de la UAP, Samuel Contreras, pudo preguntarle sobre la postura oficial del Cenapred acerca de la construcción del gasoducto que llevaría gas a las termoeléctricas que se erigen en Morelos, él dijo, sin empacho, que no había ningún problema con esa obra ni con la construcción de carreteras y otras obras de infraestructura y habitacionales, siempre y cuando la obra de ingeniería esté bien hecha.

Me resultaría increíble aceptar que existe un funcionario de una institución titulada de “Prevención de Desastres” que considere implicitamente la regulación de uso del suelo para efecto de evitar calamidades como una broma, si no fuera que hay funcionarios que hacen cosas peores en muchos otros ámbitos de la vida nacional.

Si no hubiera escuchado una y otra vez a los geofísicos de la UNAM y otras instituciones hablar del peligro que representa la obra de la geoeléctrica de Huexca, en Yecapixtla, me podría haber ido con la finta del argumento de Espinasa. Si no hubiese visto las presentaciones que en el Senado hicieron en semanas pasadas los expertos Ana Lilian Martin del Pozzo, Gerardo Carrasco y Claus Siebe sobre su negativa al proyecto mencionado, coincidiría la idea de la inocuidad del proyecto.

El conocimiento sobre la forma de manifestarse del volcán está en pañales. Los científicos saben muy poco y los no expertos sabemos menos aún. Querer controlar el comportamiento del coloso es un acto infantil, pero demasiado frecuente; hay una etapa verdaderamente patológica en la que creemos que sólo nosotros sabemos el por qué y el cómo del fenómeno eruptivo. Pero eso lo cura el tiempo.

Hay que asumir nuestra ignorancia; aceptar lo que no sabemos y lo que sí. No se sabe qué va a hacer el volcán en los días o semanas próximas; en 18 años se ha demostrado eso una y otra vez, por más que nos quieran vender un producto milagroso. Pero sí se sabe lo que ya ha hecho, y eso sí se sabe bien gracias a las evidencias geológicas y a los estudios hechos de ellas. Esa parte está muy bien estudiada. Se sabe que el Popo es un volcán extremadamente peligroso. Por eso, permitir que se desarrollen las instalaciones humanas cerca del peligro que representa es una insensatez. No es lo mismo tener que hacer una evacuación de 30 mil personas que de un millón. Es elemental. Pero eso no parece entenderlo el personal de Cenapred, o los funcionarios de Gobernación que les dicen qué declarar y qué no. Porque ellos son empleados de esa dependencia, no lo olvidemos; no es un órgano académico, es político. Sus funcionarios son nombrados por el titular en turno de Gobernación o alguno de sus subalternos, no por una comisión de expertos; por desgracia, este tampoco es una dependencia de Estado, sino de Gobierno. Por desgracia, insisto.

Las obras del la termoeléctrica son peligrosas en sí mismas, y la amenaza eruptiva es contundente. Hay decenas de ejemplos que lo demuestran. Pero lo peor es que esa instalación está diseñada para desarrollar los asentamientos humanos en su derredor, no sólo en Morelos, sino en Tlaxcala y Puebla mendiante los ramales que están diseñados ya. ¿Por qué no ven eso los funcionarios del Cenapred?

¿Por qué no saben que el gobierno al que representan convocó hace más de diez años a elaborar un programa regional de uso del suelo para evitar un desastre por la erupción y mayores calamidades ecológicas? Y no saben que está aprobado para los tres estados que circundan el cono volcánico. Resulta increíble. Pero más que nada, resulta indignante.

Por eso, cabe la pregunta: ¿qué previene el Cenapred? Cuando mucho, aseguro, el momento de una evacuación, decidido con los pocos instrumentos con que cuentan y con un puñado de personas muy alejadas de la población en riesgo. Pero las declaraciones recientes de los funcionarios de la dependencia indican que no intervienen y me atrevo a decir que no comprenden, lo que es la gestión de riesgos, que en este caso es la regulación de las instalaciones y las actividades humanas cerca del peligro. Es, cuando mucho, gestión de la emergencia.