Proyecto de las tres presas: el agua tiene memoria, los políticos no

**No ha evaluado el alcalde el costo del impacto ambiental que tendrá esa saturada avenida en una zona de un delicado equilibrio ecológico. Aún está a tiempo de corregir, pero no se le ven ganas.


Proyecto de las tres presas: el agua tiene memoria, los políticos no

La Crónica de Chihuahua
Octubre de 2014, 11:20 am

Por: Alejandro Salmón Aguilera/ ahoramismo.com.mx

Dice una frase un tanto trillada que el agua “tiene memoria” porque aún en los lugares más desérticos, cuando vuelve a llover, los caudales corren por donde miso, tal como lo habían hecho a lo largo de los milenios.

Esa frase la oímos cada vez que Chihuahua -o cualquier otra parte del país- tiene una avenida fuerte de aguas y la creciente de los arroyos dejan al descubierto las cientos o miles de casas que fueron construidas en zonas inapropiadas porque eran reservas ecológicas, o las obras defectuosas de canalización de arroyos.

El hecho es que, desde la segunda mitad del siglo XX, Chihuahua se expandió como polo urbano y en su camino hacia el norte no le importó construir casas y colonias enteras en medio de intrincadas redes de arroyos que bajan desde la sierra ubicada al oeste y bajan con furia hasta el río Sacramento. Las experiencias por no hacerle caso al agua son catastróficas, como la destrucción que causó la tromba del 22 de septiembre de 1990, donde el agua “sacó”, literalmente, a colonias enteras que se habían asentado en sus cauces.

Pero en Chihuahua tal parece que el agua tiene más memoria que sus habitantes y que sus gobernantes, porque seguimos planeando y gastando en obras que trastornan el libre cauce y deterioran los pocos entornos hidráulicos que tiene esta ciudad que alguna vez fue reserva natural por la flora y la fauna que había alrededor de sus ríos, el Chuvíscar y el Sacramento. De eso nada queda y menos quedará aun cuando la Presidencia Municipal de Chihuahua comience a construir una vialidad de alta densidad vehicular en torno a la presa Chihuahua.

Vaya despropósito: cambiar el trazo de una vialidad que medía 4.9 kilómetros de longitud y que no complicaba en mayor medida la recarga de la presa, por otra que mide el doble y que pasará por al menos 14 arroyos que desembocan en el cuerpo de agua que forma parte del río Chuvíscar.

Otra vez, la autoridad municipal obra con la indolencia con la que actuaron aquellos funcionarios a quienes se les hizo fácil repartir terrenos ubicados en cauces de arroyos, por aquello de que “al cabo nunca llueve”. Los resultados de esa irresponsabilidad los hemos visto a lo largo de los años.

La justificación que ha dado el alcalde Javier Garfio es que sale más barato sacarle la vuelta a la presa que indemnizar a los dueños de los predios por donde cruza el trazo original. Es difícil imaginar que una vialidad que tiene el doble de longitud y obliga a construir 14 puentes es más barata que la otra. Lo que no ha evaluado el alcalde es el costo del impacto ambiental que tendrá esa saturada avenida en una zona de un delicado equilibrio ecológico. Aún está a tiempo de corregir, pero no se le ven ganas.