Problemas de salud mental se descubren como una parte natural del crecimiento

**Psicólogos del desarrollo utilizan la investigación para crear conciencia sobre la complejidad de la salud mental en la infancia


Problemas de salud mental se descubren como una parte natural del crecimiento

La Crónica de Chihuahua
Septiembre de 2015, 21:30 pm

J.D. se transformó en un niño diferente tras el divorcio de sus padres en 2013. Siempre había sido serio, pero ahora estaba de mal humor y se ha retrasado en la escuela.

"Su profesor de Inglés lo describió como una nube oscura de fatalidad", comentó su madre, Marty Hoffmeister, que pidió ser identificada por su nombre de soltera para proteger a su hijo.

Hoffmeister vio como ’JD’ sufrió de una angustiosa adolescencia: clases exigentes, confusas interacciones con las niñas, y una madre que sólo quería saber lo que estaba mal. Ella pidió ayuda al médico de familia, pero éste se mostró reacio a darle algo más que suaves antidepresivos.

"Yo no sé cuánto de su comportamiento era por hormonas, o por no comer la cantidad que debería. Es muy difícil para los padres saber y resolver lo que podría estar pasando en la vida de su hijo", dijo Hoffmeister.

Los jóvenes como ’JD’ caen en una zona gris, en algún lugar entre un diagnóstico formal y un certificado de buena salud mental. Puede dejar de aparecer en el radar de un sistema de atención sanitaria que ya están luchando para tratar a niños con enfermedades mentales graves, dejando a los padres de esos niños en el área gris, preocupándose del infradiagnóstico por un lado y la sobremedicación en el otro.

Cada vez más, los investigadores y otros expertos en salud están centrándose en este grupo de jóvenes, trabajando para hacer frente a los problemas emocionales antes de que ocasionen problemas más grandes. Casi el 31 por ciento de los niños adolescentes participantes en un nuevo estudio de varios años del ’Archives of General Psychiatry’ (Registros de Psiquiatría General), mostraron "síntomas subliminales" de una enfermedad mental, incluyendo aspectos de los trastornos de ansiedad, conducta o estado de ánimo, pero no calificaron para un diagnóstico formal .

"Miembros de este grupo de ’subliminales’ son tres veces más propensos que sus pares sanos a sufrir algún problema de salud, legal, financiero, o problemas sociales en su vida posterior como adultos jóvenes, y necesitan por igual el apoyo de los médicos, los líderes de la escuela, y los padres", dijo William Copeland, un profesor asociado de psiquiatría y ciencias conductuales de la ’Facultad de Medicina de la Universidad de Duke’ y autor principal del estudio.

"La enfermedad física es universal, y creo que la enfermedad mental es casi tan universal como la primera", dijo; "pero no se ve como algo normal conseguir que un niño pase una consulta de salud mental de la manera que se puede hacer un examen físico".

Lo que está en juego

El estudio de Copeland destacó el gran número de jóvenes que están afectados por una enfermedad mental. Además del 31 por ciento de los participantes que estaban en la zona gris, se descubrió que 26 por ciento de los niños cumplieron con los criterios para un diagnóstico formal. El estudio incluyó a más de 1.200 participantes que fueron evaluados varias veces entre las edades de 9 y 26 años, pero la investigación no es representativa de todos los niños en Estados Unidos, ya que tenía un sobremuestreo de indios americanos.

"Está abrumadoramente claro, que los problemas (emocionales) son más comunes de lo que nunca sospechamos", dijo Copeland. "En lugar de que afecte a algunas personas, que se encuentren enfermos por temas diferentes, la salud mental forma parte de la experiencia común de crecimiento".

La mayoría de los jóvenes que sufren problemas de salud mental, incluyendo los casi dos tercios del 26 por ciento de los participantes en la encuesta, que se agruparon con criterios de una enfermedad mental, así como la totalidad del 31 por ciento que mostraron síntomas subliminales, "no están recibiendo ayuda de ningún tipo", dijo Copeland.

"Esta necesidad no satisfecha es problemática, porque si ese desorden, ya sea de estado de ánimo o de atención, no se trata, lo más probable es que tenga consecuencias que van más allá de la salud mental de un niño", señaló Laurie Wakschlag, profesor de desarrollo humano y de política social en la Universidad ’Northwestern’.

Por ejemplo, los padres probablemente limiten las interacciones de sus hijos con los demás, si el niño tiene un problema de irritabilidad. Pero este aislamiento relativo, en comparación con otros niños, frena aún más al niño social y emocionalmente.

"El problema se vuelve más arraigado con cada interacción negativa adicional", dijo Wakschlag, cuya investigación se centra en la identificación de problemas de salud mental en niños a partir de 3 y 4 años.

En respuesta a la creciente conciencia de cómo los trastornos del humor o del comportamiento son comunes en la infancia, muchos consultores en la escuela llegan ahora a todos los estudiantes, en lugar de concentrar sus esfuerzos en los pocos estudiantes que están aquejados con sufrimientos de salud mental.

"Tenemos una fuerte inclinación ahora en consultorías de orientación preventiva", dijo Teresa Klatka, consultora escolar en la ’Escuela Primaria Eastside’ en Rock Springs, Wyoming. Ella visita con regularidad las clases durante todo el año, dando lecciones sobre temas como el estrés, el acoso, y hacer frente a la pérdida.

"Si podemos intervenir antes que las cosas se pongan realmente mal, y enseñamos las habilidades y estrategias de como afrontar los problemas, los estudiantes son más capaces de ayudarse a sí mismos a tomar mejores decisiones. Una vez que se meten en problemas, se convierte en una situación muy difícil", resaltó.

Los problemas de desorden y salud mental de ’JD’ llegaron a un punto que, un día del pasado otoño, llegó a un nivel de estrés en la escuela que acabó amenazando a uno de sus compañeros de clase.

"Para cuando llegué a la escuela, la policía estaba allí. Fue la peor pesadilla", dijo Hoffmeister. ’JD’ permitió en el hospital que le hicieran una evaluación psiquiátrica y los administradores de la escuela lo expulsaron.

Ya que sufría de problemas de depresión y atención, ahora tenía que empezar de nuevo en una escuela secundaria diferente. Pero el incidente también lo puso en el camino a un plan de atención para mejorar su salud mental, así como una relación más fuerte con su madre.

"Lo que pasó ese día ha cambiado tanto su vida, como ha cambiado mi vida también", dijo.

Los riesgos

"El objetivo de ayudar a los niños en la zona gris, recibiendo un tratamiento, es prevenir las crisis como Hoffmeister describió. Sin embargo, el aumento de la atención a la salud mental de la niñez también aumenta el riesgo de interferir de manera irresponsable y ser demasiado agresivo con el tratamiento", dijo Daniel Klein, profesor de psicología clínica en la Universidad de ’Stony Brook’ en Nueva York.

"Tenemos tanto falsos positivos como falsos negativos. Cómo encontrar el equilibrio es una pregunta muy difícil", dijo.

Las recetas de medicamentos antipsicóticos están aumentando a un ritmo preocupante en los Estados Unidos. Entre 2005 y 2009, casi un tercio de los jóvenes diagnosticados con un trastorno en el estado de ánimo (31,3 por ciento) recibieron la medicación antipsicótica de su psiquiatra. Diez años antes, desde 1993 a 1998, sólo el 9 por ciento de estos pacientes recibieron antipsicóticos, según un estudio de 2012 sobre las tendencias nacionales.

Otro análisis, publicado en julio del ’Archives of General Psychiatry’ encontró que estas prescripciones se dan de forma rutinaria a los jóvenes que no han sido diagnosticados con un trastorno mental, o que sufren de trastornos de atención (ADHD), o de depresión, para los que la ’Administración de Alimentos y Medicamentos’ no recomiendan antipsicóticos.

Hay propensión a demasiados tratamientos agresivos prescritos por los médicos que no están especializados en salud mental infantil, o demandadas por los padres que están buscando una solución rápida a una situación difícil, señaló Klein.

"Muchas personas viven en zonas con pocos psiquiatras y psicólogos infantiles. Nuestro sistema de salud mental no es un bueno para los niños", denunció.

Los planes de tratamiento también se complican por las normas de diagnóstico actuales, que a menudo son difíciles de aplicar a los jóvenes, dijo Wakschlag. "Para el trastorno de ’oposición desafiante’, los síntomas enumerados son cosas como "el niño a menudo se pierde por su temperamento". Pero, ¿qué niño no suele perder los estribos? ", se preguntó.

Wakschlag aboga por nuevas normas que ayuden a los padres y los profesionales de la salud a poner a los jóvenes a lo largo de un espectro de comportamientos normales. Aunque se requiere más investigación para estandarizar este espectro, ella tiene la esperanza de que la mejora de los diagnósticos se traduciría en mejores resultados para cientos de niños.

"Tenemos que evitar perder el tren y tener hijos que esperan por tratamiento durante un período crítico del desarrollo, cuando esa ayuda mejoraría la probabilidades de su vida después de un curso más satisfactorio", dijo.

Pasos a seguir

El estudio de Copeland ha inspirado a convocatorias de intervención anterior, así como las reclamaciones para que la ampliación de las opciones de atención de salud mental a los niños reduzca la población futura de adultos que las sufran. Y, sin embargo, los investigadores todavía están trabajando para determinar los tipos más eficaces de tratamientos, dejando a los padres resolver lo que es mejor para su hijo en el ínterin, o entretanto.

"Nuestro conocimiento de si la intervención temprana va a ayudar en el largo plazo es todavía bastante limitado", dijo Klein, señalando que es compatible con las iniciativas educativas en torno a la salud emocional, como los mecanismos de supervivencia que Klatka enseña a sus alumnos.

Del mismo modo, Copeland señaló que el tratamiento proactivo no puede garantizar que la ansiedad, desorden de conducta o humor, serán los últimos problemas de salud mental a los que una persona se enfrenta. Pero puede protegerse contra otros comportamientos nocivos como el consumo de drogas, la desconexión con la escuela, o la violencia, que a menudo se derivan de esos problemas de salud mental subyacente, indicó.

"Me gustaría que hubiera más padres que hablaran con sus hijos sobre el funcionamiento emocional, (y) de lo que pasa en su casa o en la escuela", señaló Copeland. "Si la investigación en salud mental infantil normaliza la experiencia de los problemas emocionales y de comportamiento, eso sería un enorme paso positivo".

Los padres deben tener conversaciones regulares con sus hijos sobre el bienestar mental, haciendo preguntas sobre los amigos, o notar cuando una persona joven parece frustrado o molesto, dijo Klatka.

"Los médicos de familia o consultores escolares deben ser puestos en alerta por si un estado de ánimo preocupante está afectando a varios dominios de la vida de un niño", agregó. "La pelea con un hermano podría ser natural, pero es preocupante cuando los problemas de ira también surgen en el aula, y en eventos de la comunidad".

"Trabaje en la relación con su hijo. No espere hasta que hayan problemas", recomendó Klatka. "Cuando surge una situación emocional, como una muerte en la familia, o el drama en el grupo de amigos de un niño", debe utilizarse como una oportunidad para enseñar maneras saludables de lidiar con los problemas y las emociones".

Las experiencias de ’JD’ han llevado a Hoffmeister ser abierta con su hija de 12 años de edad, siendo sincera sobre los tipos de problemas que va a enfrentar en la secundaria.

"Hemos hablado de cómo las niñas pueden ser realmente lo que quieren ser. Yo le digo que haga lo que ella piensa, que es correcto, y no quedarse atrapada en el drama de otras personas", comentó.

Su relación con ’JD’ también ha cambiado, evolucionando hacia un diálogo más abierto mientras se acomodaba en su último año, y sigue acudiendo con un terapeuta.

"Si ’JD’ se siente deprimido, él viene a mí", dijo Hoffmeister. "Entonces trabajamos juntos para averiguar lo que está mal, y cómo ayudarle a que se sienta mejor". ’ Será un otoño estresante, con la búsqueda de la universidad para ’JD’ y prepararse rápidamente, pero Hoffmeister tiene la esperanza de que la familia ha dado un giro hacia días más brillantes.

"El año pasado, yo estaba luchando sola por intentar a levantarlo en la mañana y llevarlo a la escuela", dijo. "Ahora, es él quien seguirá adelante".
Por DNS Syndication (Deseret News Service)