Persiste la ira en Ferguson a un año de la muerte de Michael Brown

**"Mató al joven a sangre fría", cuenta Ivan Mullen


Persiste la ira en Ferguson a un año de la muerte de Michael Brown

La Crónica de Chihuahua
Agosto de 2015, 11:22 am

Ferguson, EU.- En el lugar en que murió Michael Brown quedan hoy un par de animales de peluche, un pequeño montón colorido que sin embargo desprende tristeza. Un par de hombres jóvenes rondan el lugar y un fotógrafo hace fotografías. Pero nadie dice una palabra. El próximo domingo, 9 de agosto, se cumple un año de la muerte del joven afroamericano a manos de un policía blanco por varios disparos en Ferguson, en el estado de Missouri. Brown tenía 18 años e iba desarmado.

"Mató al joven a sangre fría", cuenta Ivan Mullen ante el McDonalds situado al lado. "Le había gritado que se fuera de la calle. Después tomó el arma y disparó. Así fue". Y como Mullen piensan muchos en Ferguson.

La ira sigue escrita en el rostro de los afroamericanos un año después. Mullen muestra los negocios que fueron incendiados o saqueados durante los disturbios que siguieron. Lleva camisa interior, hace un calor bochornoso en Ferguson, como aquel día de hace un año. "Nada ha cambiado desde entonces. El poli no ha sido acusado. Nada ha mejorado", asegura.

Ferguson fue el comienzo de todo, fue la señal: de repente aparecieron videos en Internet y denuncias de más abusos a negros. Se conoció por ejemplo el caso de Eric Garner, que sufría sobrepeso y asma y que murió en Nueva York cuando la policía intentaba detenerlo por vender ilegalmente cigarrillos. "No puedo respirar, no puedo respirar", gritaba mientras varios policías lo detenían brutalmente.

O el de Freddie Gray en Baltimore, a quien la policía maltrató de tal forma tras su detención que sufrió gravísimas heridas en la espalda, cayó en coma y murió poco después. Lo especial de este caso es que en esa ocasión seis policías, entre ellas un afroamericano, fueron acusados.

Entonces salió a la luz el lado más horrible de Estados Unidos: el latente y no tan latente racismo, que ni siquiera ha remitido con un afroamericano en la Casa Blanca.

En una investigación publicada recientemente, el Departamento de Justicia llegaba a una conclusión devastadora: la policía de Ferguson había acosado sistemáticamente a los ciudadanos negros durante años, por ejemplo con multas, con el fin declarado de llenar las arcas públicas.

Ferguson, un suburbio de St. Louis, no es una zona bonita. El lugar en el que Michael Brown murió es un lugar horrible, sin esperanza. Todo el que vive aquí es un "loser", un perdedor para la dura sociedad estadounidense.

En la calle principal West Florissant Avenue se suceden tiendas baratas al estilo de "One Dollar Shops" una tras otras. Llamativamente hay también muchas casas de empeños y negocios que ofrecen créditos inmediatos. Ante las tiendas de alcohol se agrupan con frecuencia pequeños grupos de personas.

Es la milla de los más pobres entre los pobres en un país al que le gusta llamarse el más rico del planeta. Y casi toda la gente que sale a la calle en esta zona, son afroamericanos. Los blancos son una rareza.

Sí que los hay en el otro Ferguson, a sólo una milla de distancia, en Ferguson East, con grandes casas unifamiliares, verdes jardines, altos árboles: ésa es la imagen que a América le gusta dar de sí misma. En la cafetería Corner Coffee House ciudadanos blancos disfrutan de un café sentados. Uno de ellos es Brian Fletcher, el antiguo alcalde de la ciudad.

"Claro que sigue habiendo mucho racismo en Estados Unidos", reconoce. En la policía no hay sólo "buenos tipos". Y entre los negros domina "una sensación de desamparo". La pobreza, el desempleo, las drogas, el crimen... el viejo círculo vicioso de siempre. El ex alcalde habla más abiertamente que muchos otros. Se lo puede permitir.

La decadencia de la ciudad fue también en parte responsable de la miseria. En los años 80 el 75 por ciento de los habitantes eran blancos, mientras actualmente el 67 por ciento de los en torno a 21.000 habitantes son negros. "La gente que pudo simplemente se fue".

En el caso Brown, Flechter destaca que ni el jurado ni una investigación propia del Departamento de defensa pidieron que Darren Wilson, el autor de la muerte, fuera acusado.

"Y eso es lo que a la gente le sigue indignando", dice Ivan Mullan. Muchos siguen hoy sin saber con total seguridad qué fue lo que ocurrió en los momentos decisivos hace un año: ¿defensa propia, como alegó el policía? ¿Mero odio e ira asesina, como la mayoría de negros cree?

Sin embargo, también hay otras voces en Ferguson. Negros que expresan comprensión por la policía que acusan a los jóvenes afroamericanos por crímenes o asuntos de drogas. Otros que ven avances. Como Brenda Beal, de 54 años, que trabaja en algunas de las tiendas que fueron dañadas durante los disturbios. "Las tiendas han recibido ayuda, sin ella no habrían podido salir adelante", opina. Y después, duda: "La policía hace su trabajo, no es fácil. Hay jóvenes negros que están armados. Drogas y crímenes y demás.

Puntualmente para el aniversario llegan mientras tanto novedades del autor de los disparos: ha tenido que esconderse con su familia, tras recibir amenazas de muerte. Nadie en la policía quiere ya volver a contratarlo, se queja Wilson, de 29 años.

La revista "The New Yorker" intentó ir más allá y un periodista le preguntó si pensaba en la víctima. "¿Si pienso en qué tipo de hombre era? No, ralmente no, porque hoy ya no es importante". Una frase que no suena a condolencia y que no ha contribuido a acercar a negros y blancos en Ferguson.