Peligran familias en lecho de arroyo

**“El Oasis”, arroyo asesino en Colonia Ramón Reyes


Peligran familias en lecho de arroyo

La Crónica de Chihuahua
Noviembre de 2010, 16:39 pm

Chihuahua, Chih.— “Adentro se me inundó todo, y en la noche tuve que sacar a los niños y los arrecholé en una tapia que tengo en lo alto, sin techo ni nada, y los cubrí con unos hules porque hacía frío y las cobijas se nos habían remojado todas”.

La desgracia parece venida de alguna inundación del Sureste mexicano, pero es más cercana: esto y más sufren colonos instalados en el llamado arroyo asesino de la colonia Ramón Reyes.

El testimonio es de Patricia Macías Ayala, madre de dos hijos y propietaria de la casa que más sufre los embates de esta corriente cada año. “Estamos siempre con el Jesús en la boca... fíjese que durante la última lluvia del año pasado, nomás nos alumbraban los relámpagos, y estábamos todos ahí cubriéndonos unos a los otros. Rezando para que no nos pasara nada, me alcancé a echar todos los santitos”.

“Asesino”, le llaman a este cuerpo de agua que se hincha con las lluvias cuando es temporada. Son más de 30 casitas las que se encuentran a su vera y en el camino de la corriente, y aunque el Municipio realizó una obra de canalización a 40 metros escasos de las primeras cinco casitas, nadie se ha preocupado desde entonces por completar los trabajos.

El arroyo, al que nombran a veces como “Oasis”, está delimitado en su tramo asesino entre las calles 15 de Mayo y 8 de Junio, y para más referencia, aquí está en el cruce la calle 12 de Diciembre.

“Es que allá arriba arreglaron un pedacito como de 20 metros, nada más, y pusieron una placa todos orgullosos, que dice Ayuntamiento 1998-2001, pero es como una burla, porque no siguieron la obra acá abajo; nos olvidaron de plano”, dijo por su parte María Morales de Martínez, habitante de una de las cinco casitas que están siempre en peligro. Ella tiene aquí 40 largos años, en tanto que su vecina doña Martina Márquez, ha vivido ya en este lugar 30 años, y en la misma situación.

Al esposo de María, don Gabino Martínez, ya se lo llevaba la corriente una vez, cuando llegó a su casa y quiso atravesar el agua embravecida, y si no se murió ahogado y destrozado, fue porque lo alcanzó a agarrar un vecino suyo.

Acá están estas familias abandonadas de toda atención por parte de las autoridades, esperando nada más la siguiente temporada de lluvias para regresar a la zozobra y a los rezos.
(Nov. 8, 2010)