Omar Fayad, Graco Ramírez y Miguel Mancera, políticos que no saben gobernar

**(...) Y qué decir de Miguel Ángel Mancera, un político que prefiere andar reinaugurando esculturas que atender a los citadinos en problemas generales de transporte, seguridad, educación, vivienda y últimamente las inundaciones.


Omar Fayad, Graco Ramírez y Miguel Mancera, políticos que no saben gobernar

La Crónica de Chihuahua
Julio de 2017, 08:24 am

Por Miguel Ángel Casique Olivos

Después de las elecciones del pasado 6 de junio los medios de comunicación, diarios impresos y digitales, programas de radio y televisión se volcaron a hablar de los políticos: de que si hubo fraude, que si tal o cual candidato ganó o perdió, pero eso nada cambió lo que ya se sabía hasta antes de la elección, en esencia todo quedó igual. Morena no pudo ganar el Estado de México y el partido oficial sólo se logró mantener de pie. Así, lo que seguía mediáticamente era limpiar el camino a los presidenciables que ahora ya no sólo asoman la cabeza, sino están más prestos para comenzar la carrera rumbo al 2018.

En la contienda electoral pasada y la que se avecina, al menos en estos meses de “selección” de candidatos, la película se va a volver a repetir; los políticos de todos los colores, olvidados del pueblo y aprovechándose de que no está organizado y politizado, van acudir a los mexicanos y les pedirán nuevamente su voto, el espectáculo y la pasarela de candidatos están asegurados y garantizados: por otro lado veremos desfilar más duartes y evas de Veracruz, más monreales como en la delegación Cuauhtémoc de la Ciudad de México y veremos cómo los partidos satélite se van acomodando, habrá coaliciones como el mentado Frente Amplio y observaremos cómo las instituciones políticas, empresarios, gobernadores, diputados y todo el aparato estatal entrará en un reacomodo para que en julio del 2018 ocupe la presidencia quien menos daño le haga a la clase política en el poder.

Mientras esto sucede y se cocina todo en la clase poderosa del país, en la gran mayoría de la población nada cambia; para ella seguirá existiendo la manipulación parcial o total con millones de spots, fotografías y notas que aventarán y vociferarán promesas de que ahora sí habrá un buen gobierno y que se atacará a la pobreza y la corrupción, habrá propuestas amarillas, azules, tricolores y más. Aquí conviene recordar cómo en el mes de enero se aseguró que durante todo el 2017 las señales económicas no eran buenas, se esperaba un año difícil para nuestra economía y en los hogares se generarían dificultades serias pues la pobreza golpearía más a la población; se dijo que la economía del país sufriría tres golpes y los afectados seguirían siendo los de siempre, los pobres y desheredados; así, en estos meses se ha hecho poca inversión pública, se han recortado programas sociales y hay poca inversión en infraestructura y como resultante cero creación de empleos.

Aunado a todo este oscuro panorama que comenzó en el 2017, pero que ya viene arrastrando varias décadas, se suma otro fenómeno que no es nuevo y que sí lo vemos a diario, me refiero al comportamiento de los políticos, sobre todo gobernadores, y a la forma en que ejercen el poder en sus estados que incluye: o una política de oídos sordos para atender las demandas ciudadanas o una política de represión policiaca o mediática contra el pueblo, como recientemente sucede en Morelos con el perredista Graco Ramírez, en la Ciudad de México con Miguel Ángel Mancera y en Hidalgo, con la política de indiferencia de incumplimientos de Omar Fayad.

Desde hace más de un año, Graco Ramírez ha mostrado una actitud cerrada, golpeadora y represora en contra de los habitantes de pueblos y colonias organizados en el Movimiento Antorchista de aquel estado; según los mismos morelenses, el de Graco es el gobierno más oscuro y retrógrada que ha tenido la historia del estado y se demuestra con las constantes represiones a grupos sociales y organizaciones no afines al graquismo, sectores de la sociedad, que al igual que Antorcha, ha reprimido y, en recientes días, ha estado a punto de encarcelar a líderes sociales por el único delito de ponerse a la cabeza de la población inconforme porque su autoridad en turno no atiende peticiones de obra y desarrollo sociales. En Morelos se quiere aniquilar a la organización del pueblo y para ello se recurre a la persecución y criminalización gubernamental; Morelos es, pues, un estado donde reina la ingobernabilidad y el abuso de poder desmedido, violando los derechos humanos y de organización de los morelenses que no piden otra cosa más que atención en obras y servicios para sus familias.

Y qué decir de Miguel Ángel Mancera, un político que prefiere andar reinaugurando esculturas que atender a los citadinos en problemas generales de transporte, seguridad, educación, vivienda y últimamente las inundaciones por el mal sistema de drenaje que que existe en la capital; un gobierno que se llena la boca diciendo que es de izquierda y que es uno de los peores calificados en recientes encuestas como la del Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE) y las de los diarios El Universal y Reforma. Ahí el 70% de los capitalinos reprueban la gestión de Mancera y le reclaman su ineficacia para combatir la corrupción, incluso 7 de cada 10 habitantes de la CDMX que asegura no votaría por el jefe de gobierno si fuera candidato presidencial para 2018, también vemos cómo la policía de tránsito es percibida como la institución más corrupta, más represora y agresiva; cómo Mancera hay muchos políticos que creen que las expresiones de protesta son un invento y buscan a toda costa ocultar la pobreza en la que viven cerca de 10 millones en la capital del país. La Ciudad de México está lejos de ser la tan prometida ciudad de la esperanza.

En esa directriz clasista Hidalgo también está lejos de ser un Estado que procure bienestar social a los hidalguenses, pues en mi colaboración anterior decía que desde la llegada del priísta Omar Fayad Meneses como gobernador, no le ha caído el veinte para ejercer el poder político y darse cuenta que gobernar no es ignorar al pueblo, no es generar más deuda en el gobierno estatal y tampoco es beneficiar a empresarios tratando de crear cortinas de humo con supuestas firmas en convenios con empresarios, otorgándoles grandes sumas de dinero, para supuestamente atacar la pobreza. Omar Fayad, que el próximo 5 de julio ya cumplirá 10 meses de gobierno, no sólo no está atacando los principales problemas de Hidalgo, sino que está mostrando rápidamente su ineficiencia y falta de oficio como gobernante. Basten algunos datos para darnos idea de la situación del estado. Omar Fayad recibió cerca de 40 mil millones de pesos de presupuesto en este 2017, cifra nunca antes recibida en la entidad; en contraste, Hidalgo sigue ocupando la séptima posición dentro de los estados más pobres de México, al menos 50 mil hidalguenses carecen de empleo y se ubica en el grupo de entidades que presenta un alto grado de impunidad. De casi 3 millones de habitantes al menos un 1.5 viven en condiciones de pobreza, de estos 350 mil en pobreza extrema, 343 mil viven en rezago educativo, un millón 964 mil carece de acceso a la seguridad social, 771 mil no tiene acceso a servicios básicos en sus viviendas, y 903 mil no tiene acceso a la alimentación.

A esta política ya de por si deprimente y cuestionable en Hidalgo, se suma que en la semana que terminó se ha desatado una campaña de amenazas y calumnias contra Guadalupe Orona Urías, digna dirigente de Antorcha en Hidalgo, campaña que sin ninguna duda está operada y orquesta desde la oficina del Secretario de Gobierno, Simón Vargas Aguilar, funcionario que en diciembre de 2016, tres de sus escoltas que viajaban en una camioneta con placas de circulación HJ-63-228, se molestaron porque no pudieron rebasar un auto particular, ellos con orden del funcionario prepotente alcanzaron al vehículo particular, sacaron un rifle con el que le apuntaron y lo amenazaron el conductor; Vargas Aguilar es ahora quien orquesta y dirige una campaña de desprestigio contra el antorchismo hidalguense.

Ni Omar Fayad ni el secretario de Gobierno Vargas Aguilar han sido capaces de escuchar a las organizaciones sociales y menos capaces para resolver sus demandas y peticiones, ellos le están apostando a calumniar y a atacar a una organización que ha solicitado en 10 ocasiones audiencia para buscar solución a las demandas de miles de hidalguenses. Hasta aquí con hidalgo.

En conclusión, la población de las entidades de Morelos, Ciudad de México e Hidalgo, se siente ahogada en un infierno social, tres gobiernos, dos emanados del PRD y uno del PRI, partidos que deberían estar arrepentidos de haberlos postulado porque tarde o temprano la factura les va a llegar, pero ya será tarde. Miguel Angel Mancera, Graco Ramírez Abreu y Omar Fayad Meneses son malos políticos que no saben gobernar y sí reprimen, calumnian y atacan al pueblo en lugar de invertir en obras y servicios básicos como vivienda, educación y salud que beneficie sus gobernados.

El antorchismo en estos tres estados y a nivel nacional, con ya cerca de 2 millones y medio de mexicanos a lo largo y ancho del país, sabe que el remedio para deshacerse de los malos políticos y de los malos gobiernos, no es otro que organizarse y educarse para tener voz, voto y un proyecto propio de país que tome en cuenta a los pobres y sean éstos quienes cambien lo que no sirve y lo depositen al bote de la basura donde debió permanecer desde hace varios años. En Hidalgo sigue gobernando el PRI pero el rostro de la pobreza es aterrador, a Omar Fayad parece no importarle mucho, pero el pueblo hidalguense y de todo el país ya no va a esperar otros 70 años para que la situación en el país cambie. Es cuestión de tiempo.