Muere la luchadora social tijuanense Felícitas Sánchez

**Dedicó 16 de sus 39 años a la lucha por los pobres.


Muere la luchadora social tijuanense Felícitas Sánchez

La Crónica de Chihuahua
Enero de 2013, 17:24 pm

Hoy los pobladores más humildes de Tijuana están de luto, por el fallecimiento de una de sus líderes sociales Felícitas Sánchez, que murió el día de ayer a sus 39 años y después de luchar 16 años, por mejorar las condiciones de vida de su comunidad, la diabetes la venció aunque ella lucho hasta el último momento, ya incluso privada de su vista por la letal enfermedad.

Felícitas Sánchez Pérez fue originaria de Oaxaca, llegó a Tijuana desde jovencita para saltar a la nación Americana para salir de la pobreza, que le embargaba desde su nacimiento. Después de residir cerca de tres años en San Diego volvió al llamado estado “trampolín” para establecerse cerca de sus familiares, quienes habitaban sobre los cerros que rodeaban la colonia Camino Verde ubicada al suroeste del centro de Tijuana.

Años más tarde conoció a Eri Rocas quien sería su esposo y compañero de vida. Eran mediados de los noventa, cuando las fábricas buscaban desesperadamente con camiones y bocinas la mano de obra para trabajar en las maquilas, ofreciendo el transporte gratis entre las personas que se hallaban esperando una oportunidad para “saltar” al otro lado.

A la par, varios oportunistas bien apadrinados se dieron a vender lotes por donde fuera; Camino Verde, una de las legendarias colonias de Tijuana, se formó gracias a una lucha que los pobres dieron por retener su terreno adquirido de buena fe, de los cuales el gobierno Estatal quería desalojarlos.

Felícitas se asentó en la manzana 42, que en su mayoría alojaba a oriundos de su tierra natal. A pesar de habérsele prometido por parte del vendedor del lote todos los servicios y la regularización de sus terrenos, estos nunca llegaron. Ante tal incertidumbre, comenzó a darse una etapa de lucha por parte de los habitantes para conseguir que sus hogares obtuvieran servicios elementales, agua, drenaje y la regularización de sus terrenos. A la cabeza de esta lucha, se encontraba una pequeña pero resuelta mujer, Felicitas, que no se dio por vencida ante los malos tratos de los diferentes gobiernos, desde el Estatal hasta el Municipal, que vulneraban los derechos de las familias marginadas de aquella zona, pretextando que los terrenos que habían comprado, estaban ubicados en una zona de riesgo.

Diez años de lucha, diez años de no doblar al frente y de estar decidida a alcanzar la regularización y lograr la introducción de servicios básicos fueron los que ganaron el respeto y cariño de los que habitan ahora la manzana 42 y aquellas otras aledañas que se unieran más tarde a la lucha, hacia Felícitas. Sin más dirigencia que su honradez y persistencia, Felícitas dio una esperanza a las familias, quienes veían en ella una verdadera representante. Sin embrago la lucha se iría tornando más dura, pues la posibilidad de un inminente desalojo pendía sobre sus cabezas.

Fue precisamente en esa etapa, que Felícitas encontró un apoyo que la haría accionar con más eficacia para conseguir las metas que su comunidad buscaba. Encontró al Movimiento Antorchista en su camino. Ya con el apoyo de esta organización social, fue que la líder natural encumbrara las más altas aspiraciones de su comunidad. De la mano con la dirección de Antorcha logro pavimentaciones, introducción de agua potable, estudios para determinar las áreas de alto riesgo y las posibles medidas estructurales que prevendrían de desastres ante un posible desgajamiento y un avance en los compromisos para hacer posible la regularización de los terrenos, entro otros apoyos para estudiantes de escasos recursos.

Pareciera que todo esto es producto de una vida larga, pero Felícitas tan sólo pudo seguir su lucha por unos cuantos años más junto con Antorcha Campesina. Una enfermedad la arrancaría de su Tijuana querida, y de la lucha con Antorcha, consumiendo su cuerpo pero no su espíritu, ni mucho menos el ejemplo y legado a una comunidad de más de 200 familias que veían en ella una líder. Hoy, a un día de su muerte, su ejemplo brilla más que nunca y su lucha se abarca y toca muchas comunidades pobres de Tijuana. Así pues a sus escasos 39 años murió sin embargo, su ejemplo vive y vivirá en los corazones de aquellos que la conocieron, y que escucharán de ella hasta que la pobreza siga siendo desterrada de Tijuana y México entero.