Minipartidos cobran al PRI muy caro su voto en el Congreso

**Fuentes internas del Congreso de Estado informaron del enojo al interior de la bancada del PRI, por lo difíciles que se han puesto los chiquipartidos y por lo caro que venden su voto.


Minipartidos cobran al PRI muy caro su voto en el Congreso

La Crónica de Chihuahua
Mayo de 2014, 12:17 pm

Por: Alejandro Salmón Aguilera

El PRI y el Gobierno del Estado ven ahora el enorme costo financiero y político que les ha traído esa simulación democrática de meter diputados de todos los colores por aquello de que “todos los partidos están representados en el Congreso del Estado”.

Eso de haber regalado votos para que entraran partidos que en estricto apego a la norma electoral debieron desaparecer; eso de haberles dado no una, sino dos curules para que integraran grupo parlamentario, ya les está saliendo caro en términos económicos y poco redituable desde el punto de vista político-legislativo.

Fuentes internas del Congreso de Estado informaron a esta columna del enojo que existe al interior de la bancada del PRI por lo difíciles que se han puesto los “coordinadores”—de una bancada de dos miembros—de los minipartidos y por lo caro que venden su voto, incluso en asuntos que podrían parecer rutinarios.

El ejemplo más recurrente que sacan a relucir es el del caso Rodolfo Leyva-Ichitaip, donde el primero demandó al Congreso del Estado y al Ejecutivo por la elección y posterior designación de dos consejeras titulares y cinco suplentes de aquel organismo.

A decir de personas cercanas a la negociación, al PRI le salió mucho más caro negociar con el grupo del PT o con Movimiento Ciudadano que llegar a un acuerdo con el PAN.

No se diga en el caso de la reelección del actual presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), José Luis Armendáriz González: ahí también cobraron caro su voto para hacer posible una curiosa interpretación de la ley que le permitiera al Ombudsman ocupar el cargo por tercer período consecutivo.

Tal parece que esos partidos pequeños, de baja representación real, con una ínfima militancia formal y que regularmente presentan como candidatos a miembros de las mismas familias, se han convertido en una especie de “dictadura de las minorías” en un escenario donde el Gobierno y el PRI buscan a toda cosa sacar los asuntos espinosos por votación unánime.

Las alianzas con los partidos del De la Revolución Democrática (PRD), del Trabajo (PT); Verde Ecologista de México (PVEMN); Nueva Alianza (PNA) motivaron que el PRI perdiera cerca de 10 millones de pesos en prerrogativas, según el dictamen que emitió el Instituto Estatal Electoral respecto al reparto de porcentajes de votación y de dinero público para partidos.

Mucho dinero: 10 millones de pesos perdidos en cada uno de los próximos tres años, y todo para que vaya a engordar las arcas de partidos que hace tiempo debieron haber perdido el registro.

Es por eso que, según nos cuentan las mismas fuentes, el más contento con que se hayan establecido topes a la sub-representación es el PRI, pues de esa manera, el PAN o quien sea la segunda fuerza política ya no perderá espacios a costa de entregar curules a esos mini-partidos.

Así todo es más fácil: de aquí en adelante se entienden con un solo contrincante y no con siete; prolongan aquí los acuerdos que ambos signen a nivel nacional y asunto arreglado. ¿Para qué necesitan más?