México el país de los muertos

**La guerra hormiga no ha arrojado hasta ahora millones de muertos, sino sólo un cuarto de millón, pero aún así el clima fúnebre se siente todo el año, desde hace ocho, y no sólo el Día de Muertos


México el país de los muertos

La Crónica de Chihuahua
Noviembre de 2014, 12:20 pm

Saltillo, Coahuila.- Por tercera vez, como cada cien años, México se ha convertido en el país de los difuntos. Igual que en 1810 y que en 1910, alrededor del año 2010 cayó sobre nosotros un baño de sangre. Por causa de la guerra del narco, la muerte se convirtió de nuevo en un hecho cotidiano, callejero, multiplicado hasta el infinito por las pantallas de televisión y de Internet.

No se trata ahora de cuerpos colgados en árboles rurales, sino de cadáveres calcinados o desintegrados, o arrojados a fosas clandestinas rurales y urbanas. Ya no son cargas de caballería, sino balaceras en las calles, tiroteos entre camionetas sin placas, helicópteros derribados con cargamentos de droga.

La guerra hormiga no ha arrojado hasta ahora millones de muertos, sino sólo un cuarto de millón, pero aún así el clima fúnebre se siente todo el año, desde hace ocho, y no sólo el Día de Muertos.

Aunque no surgen aún chistes sobre la guerra del narco, o no los suficientes, el ánimo festivo no ha abandonado a los mexicanos. De manera que subimos en la misma carreta, tripulada por la Santa Muerte, como hemos hecho desde los tiempos virreinales, a los políticos y los funcionarios, a los deportistas y las estrellas del espectáculo, que merecerían ir en ella, y también a los que no, puesto que la democracia de la muerte es la que mejor funciona en el País, sin necesidad de un instituto electoral ni de un presupuesto millonario…

Prólogo:

Desde la guerra del narco México se ha convertido en el más fúnebre barco, en la nave del olvido.

Honramos día tras día a los pálidos difuntos sin mayor melancolía, puesto que marchamos juntos en las calles y peseras, en cantinas y casinos: las fortuitas balaceras confunden nuestros destinos.

Democracia de las balas en la que el rico y el pobre, si le toca la de malas paga con su oro o su cobre.

Es candidato a extorsión un político, un banquero inclusive un carnicero en cualquier mala ocasión.
Agencias