Los tarahumaras son superatletas: estudioso

**Christopher McDougall emprendió un viaje al corazón de las Barrancas del Cobre, Chihuahua, para conocer la sabiduría milenaria de los tarahumaras y sus técnicas atléticas.


Los tarahumaras son superatletas: estudioso

La Crónica de Chihuahua
Abril de 2012, 19:44 pm

Por Gilda Colin Bracamontes

GUADALAJARA, JALISCO (29/ABR/2012).- Los seres humanos nacimos para correr, afirma el autor Christopher McDougall. Sin embargo, para el escritor esta acción no se limita únicamente a un hobby, sino que va más allá: es una práctica que los hombres han realizado durante millones de años en su lucha por sobrevivir. La novela Nacidos para correr (Debate, 2012) fue inspirada en los tarahumara, a los que considera superatletas.

McDougall es originario de Estados Unidos. En 1985 se graduó de Harvard University y tiempo después comenzó a trabajar para Associated Press (AP). A pesar de tener poca experiencia como redactor de noticias, Chistopher fue enviado a Angola, Congo y Ruanda como corresponsal de guerra. Al regresar a Estados Unidos comenzó a publicar su trabajo en revistas de renombre. Ha escrito para Esquire, The New York Times Magazine, Outside, Men’s Journal y New York. Actualmente escribe para la revista Men’s Health.

En realidad, el encuentro de Christopher con la cultura tarahumara fue un accidente. El autor llegó a México por asignación de The New York Times Magazine para realizar una investigación sobre Gloria Trevi, ya que tras el escándalo en el que estuvo implicada desapareció. Durante su estancia en Chihuahua, Christopher accidentalmente tomó una revista cuya portada era la foto de un indígena tarahumara que había logrado correr más de 160 kilómetros descalzo y sin entrenamiento. La historia intrigó al periodista e inició una investigación sobre estos atletas.

McDougall comprendió que el hábito de correr distancias largas estaba bien arraigado a la cultura tarahumara. Con la llegada de los conquistadores españoles a la región, estos indígenas tenían dos opciones: pelear o correr. Los tarahumaras decidieron correr. Se refugiaron en las alturas de la Sierra Madre Occidental en vez de recurrir a la violencia. Según el autor esta decisión no sólo explica por qué aún existe esta cultura, sino también por qué estos indígenas son corredores de fondo rápidos.

RAZA SANA, LIBRE DE CÁNCER Y DIABETES

No obstante, existe otra particularidad que llamó la atención de McDougall. Los indígenas tarahumaras corren distancias largas descalzos. Con este hallazgo, Christopher dedujo que los zapatos especializados son lo que provocan lesiones al correr. Además, los hábitos de estos indígenas se traducen en una extraordinaria salud, libre de enfermedades como el cáncer y la diabetes.

Sorprendido, McDougall escribió la novela Nacidos para correr. Ésta transporta al lector al corazón de las Barrancas del Cobre, Chihuahua, y narra una aventura épica en la que intervienen personajes inolvidables. Con la ayuda de Caballo Blanco, un hombre norteamericano que tiempo atrás se internó en las barrancas, McDougall conoció los secretos de este pueblo y descubrió el corredor que llevaba dentro.

La estancia del escritor en la Sierra Tarahumara concluyó con una carrera de 80 kilómetros en las Barrancas del Cobre, en la cual participaron atletas estadunidenses y tarahumaras. Aunque pensó que sería sumamente difícil correr una distancia tan larga, Christopher asegura que fue capaz porque la filosofía de los indígenas lo hizo aprender el arte de este ejercicio. No hubo más motivación que el simple placer de correr para completar la proeza.

Christopher narra que originalmente escribió la novela con el único objetivo de que los lectores disfrutaran una historia de aventura, pero nunca imaginó que el libro fuera a despertar tal interés por la técnica de correr descalzo, hasta convertirse en una tendencia mundial. Al margen de este fenómeno, el escritor estadounidense considera que Nacidos para correr pretende hacer reflexionar al lector que los seres humanos estamos hechos para correr, convivir y divertirnos mientras practicamos este ejercicio.

PERSONAS DE 60, 70 AÑOS PUEDEN CORRER

—¿Qué fue lo más sorprendente de conocer a los tarahumara?

—Para mí era difícil creer que personas de 50, 60 o 70 años pudieran correr más de cien millas (unos 160 kilómetros) descalzos. Cuando los vi correr por primera vez comprendí que algo mágico sucedía. Sus movimientos eran suaves y ligeros, como si estuvieran flotando.

—¿Qué considera que los mexicanos deberían aprender de la cultura tarahumara?

—Tienen una posición muy privilegiada al estar tan cerca de estos filósofos del deporte. Me gustaría motivarlos a involucrarse con la cultura tarahumara y difundir todas las maravillas que saben y conocen.

—¿Cómo logran estos indígenas correr cientos de kilómetros sobre superficies tan adversas?

—Creo que la razón es porque la mayoría de nosotros al correr, esperamos que los zapatos especiales que utilizamos hagan el trabajo. Sin embargo, los tarahumaras no dependen de zapatos, sino que utilizan las formas naturales del pie. Es por esto que son tan ágiles y ligeros.

—¿Qué ventajas tiene correr descalzo sobre utilizar tenis especiales?

—Al principio era muy escéptico de esta técnica. Sin embargo, cuando empecé a correr descalzo me di cuenta que todas las partes del pie se activan y de esta forma, el cuerpo encuentra su propio balance. Cuando utilizaba tenis sufría muchas lesiones, pero esta técnica me permite correr distancias muy largas sin lastimarme ni sentir dolor.

—¿Cuál fue el mayor desafío que enfrentó al escribir su novela?

—El primer desafío fue lograr que los tarahumaras me hablaran, pues durante mucho tiempo no me dijeron una sola palabra. El segundo reto fue encontrar a Caballo Blanco, quien había vivido con los indígenas durante más de 20 años. Sin embargo, el mayor desafío fue aprender cómo correr como un indio tarahumara y después participar en una carrera de 50 millas (80 kilómetros) en los cañones.

—¿Con qué personaje de su novela se identifica más y por qué?

—En realidad me involucré mucho con todos los personajes y he mantenido contacto con las personas que conocí en los cañones. Durante mucho tiempo, me identifiqué con Caballo Blanco porque tenemos casi la misma edad, la misma estatura, el mismo peso, calzamos del mismo número y compartíamos la misma meta. Sin embargo, con el tiempo me he dado cuenta de que me identifico mucho con Ted Descalzo porque es alguien imaginativo, medio loco y con un espíritu muy libre.

—¿Por qué cree que su experiencia con los tarahumaras lo convirtió en un atleta?

—Primero, porque me di cuenta de que hay algo ahí que debía aprender. Siempre había creído que correr implicaba únicamente esfuerzo, pero nunca había pensado que en realidad era una habilidad, como saber tocar el piano, el violín o pintar. Una vez que desarrollas esta potencia, cada vez es más sencillo correr.

—Además del entrenamiento físico, ¿qué preparación debe tener un corredor?

Creo que la clave para tener una preparación óptima es entrenar como lo haría un niño. Si observamos cómo aprenden los niños nos damos cuenta que ellos, más que entrenar juegan y disfrutan. Creo que el éxito de entrenar depende precisamente en esta capacidad de disfrutar y encontrar la diversión más que en forzar tus propios límites. Además, un corredor debe aprender a liberar cuerpo y mente para encontrar el equilibrio.

—¿Qué relación encuentra entre correr una carrera y vivir la vida diaria?

—Tanto en una carrera como en la vida diaria, uno debe estar relajado para alcanzar la meta. Frecuentemente tratamos de presionar las cosas para que éstas se hagan de forma inmediata, pero al correr distancias largas te das cuenta de que hay que aprender a relajarse y tomar las cosas como vienen. Correr me ha enseñado a respirar y a ser paciente, enseñanzas que he adoptado como parte esencial de mi vida personal.

EL QUE CORRE A PIE

El escritor Carlos Montemayor en “Los tarahumaras: pueblo de estrellas y barrancas” (Aldus, 1995) escribió que los tarahumaras se designan a sí mismos como rarámuris (rará, que significa pie; muri, que significa correr, es decir, el que corre a pie).

Además, de acuerdo con el antropólogo William Merrill, los rarámuris creen que si el cuerpo es lastimado, el bienestar y seguridad de las almas se pone en peligro, y si las almas son negligentes o abandonan el cuerpo, la persona se enfermará y morirá igual que una casa que se convierte en ruinas si sus residentes la abandonan. Aunque también en el sueño una o más almas pueden viajar, mientras que otras se quedan cuidando el cuerpo.

“Los rarámuris emplean dos términos, ‘ariwá’ e ‘iwigá’, para ‘alma’, que quieren decir ‘aliento’. No todos los rarámuris están de acuerdo en el número de almas que dan vida al cuerpo, el consenso es que los hombres tienen tres almas y las mujeres cuatro. Éstas se alojan en el pecho porque ahí está el asiento de la vida, el vigor, las emociones y el habla; y en la cabeza, donde está el pensamiento. El cuerpo es la casa de las almas”, describió Merrill.