Los capitales del mundo cañonean a Siria

Abel Pérez Zamorano


Los capitales del mundo cañonean a Siria

La Crónica de Chihuahua
Abril de 2013, 08:39 am

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Siria, una de las más antiguas civilizaciones, influida por Mesopotamia y Egipto, se ubica hoy en parte en tierras que fueron de los fenicios, constructores del puerto de Antarados, hoy Tartús; otra parte de su territorio es cruzada por el río Tigris, y llega hasta los límites con Irak. Damasco, su capital, fue en la Edad Media estratégica en la Ruta de la Seda; hoy es patrimonio cultural de la Humanidad, y se la considera la ciudad más antigua poblada ininterrumpidamente: desde hace aproximadamente 2 mil 500 años. No obstante su antigua grandeza, Siria fue después tierra de conquista: por el imperio Turco Otomano hasta 1918; luego por Inglaterra y después Francia, hasta 1946. Hoy las potencias coloniales pretenden reconquistarla, y para ello buscaron la anuencia de la ONU, pero Rusia y China han vetado las propuestas de invasión. Mas el capital mundial no se detiene ante semejantes fruslerías, y sin mayor averiguación organizó una invasión disfrazada de guerra civil.

Dos años dura ya el conflicto, en el que grupos armados pretenden derrocar al presidente legalmente elegido, Bashar al-Assad, del partido Baath Árabe Socialista. Y ahora como en anteriores aventuras militaristas de los poderosos, la televisión mundial (la mexicana destaca por su servilismo), hace el papel de escudero mediático, creando a los rebeldes imagen de buenos muchachos, sinceros amantes de la libertad, que, guiados por su espíritu patriótico, luchan noblemente por la democracia y los derechos humanos, resistiendo al despótico gobierno sirio y su ejército. Pero ésa es sólo una cortina de humo.

Los contingentes rebeldes no están fundamentalmente integrados por el pueblo sirio. Desde Washington se ha organizado a la oposición en el Consejo Nacional Sirio, fundado en Estambul, Turquía (el 2 de octubre de 2011), que, diciéndose pacífico, procedió ipso facto a crear el Ejército Libre Sirio, reclutando emigrados en Europa y Estados Unidos, y, mercenarios de Irak, Afganistán y otros países; claro, participa también un sector minoritario de habitantes de Siria, inconforme con el gobierno, pero que no representa el sentir mayoritario del pueblo. Así pues, el grueso de esas fuerzas “patrióticas”, sobre todo las que tienen entrenamiento militar, está formado por bandas de mercenarios.

Según el New York Times (13 de febrero), el gobierno norteamericano ha aportado a los rebeldes apoyo por un monto de 365 millones de dólares, como “ayuda humanitaria y protección a civiles”; en realidad, entiéndase armas; asimismo, ha financiado la creación de una estación de radio AM, apoyos en telecomunicaciones e información, asesoría especializada, etc. También contribuyen a la invasión Qatar y Arabia Saudita, ésta sí, una de las monarquías más feroces, pero protegida bajo el ala de Washington.

El manejo televisivo engañabobos quiere hacer creer que “el conflicto se ha extendido” a otros países como Jordania, Turquía e Israel, como si en un acto de locura suicida, el gobierno de Bachar al-Assad estuviera atacando a diestra y siniestra a todos sus vecinos, a todo lo que se mueva, sin medir consecuencias. La realidad es que desde los países limítrofes operan y reciben apoyo los rebeldes, y si, eventualmente, Siria intenta contenerlos, da motivo para que los gobiernos se declaren “agredidos”. Ejemplos de este modus operandi sobran. El 17 de noviembre pasado, los rebeldes capturaron un aeropuerto ¡en la frontera con Irak! ¡oh casualidad, país ocupado por los Estados Unidos! Angela Merkel ha visitado fuerzas alemanas acantonadas en la frontera Turco-Siria. En su reciente viaje a Israel, Barak Obama ayudó a restablecer las deterioradas relaciones entre Israel y Turquía, para que ambos cierren la pinza sobre Siria; a ojos vistas, tanques israelíes han estado atacando objetivos sirios, y Turquía, país miembro de la OTAN, ha pedido al organismo misiles para desplegarlos en su frontera con Siria. Aleppo, segunda ciudad en importancia, blanco principal de los rebeldes, se ubica al norte, a escasos 45 kilómetros de la frontera con Turquía, país a cuyo amparo los atacantes se organizan y pertrechan.

Por otra parte, por décadas Siria ha sido aliado y socio comercial de Rusia, segundo país de origen de sus importaciones (el primero es China). Por eso, Vladimir Putin ha declarado que: “En Libia, como antes en Irak, las compañías rusas pierden posiciones trabajadas durante décadas, se rompen contratos comerciales muy importantes y el nicho que se libera es llenado por los operadores económicos de los mismos Estados que intervinieron para cambiar los regímenes gobernantes. Nosotros no podemos mirar esto con olímpica calma” (Proceso.com). Estados Unidos codicia el mercado, la infraestructura y recursos de Siria (por su territorio cruzan oleoductos hacia Europa); busca quitar a los rusos un aliado histórico en la región, y aislar a Irán, vinculado al gobierno sirio por religión: ambos países son gobernados por la rama chiita del Islam. En solidaridad con el gobierno de Bachar al-Assad se han pronunciado también Cuba, Corea del Norte y Venezuela.

No fue, pues, la inconformidad de los sirios el origen del conflicto; al revés, vino de afuera, y hoy sus autores fomentan la irritación social que necesitan, creando un verdadero cerco que genere desestabilización a través de la asfixia económica y la falta de suministros y medicamentos. Y algo han logrado: poco queda de los 8 millones de turistas que hasta 2010 visitaban anualmente el país; la libra siria se ha devaluado en un 50 por ciento.

Mas no es éste un caso aislado de la ofensiva capitalista contra el mundo árabe. A finales de la Segunda Guerra, se creó el Estado de Israel, como cuña clavada en territorio Palestino, y desde entonces se le ha financiado y utilizado para atacar a sus vecinos. Vinieron luego las invasiones a Irak, Afganistán, Libia, y ahora Siria, último eslabón, hasta hoy, de esta serie mortífera. Pero el militarismo no es, fundamentalmente, obra de dementes: tiene una racionalidad: le inspira y anima el poder del capital mundial, en busca de nuevos mercados para mercancías que en los países industrializados no hallan compradores; de territorios y recursos para su industria, y de nuevos destinos para la exportación, a fortiori, de sus capitales excedentes. Sin embargo, son los pueblos los que pagan estas aventuras, con vidas y dolor.