Licencias

Javier Corral Jurado/ Columna Rotafolio


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La Crónica de Chihuahua
Agosto de 2011, 18:12 pm

Santiago Creel Miranda puso la pica en flandes cuando decidió pedir licencia a su escaño de Senador de la República hace casi tres meses. Sobre todo porque colocó su decisión en el marco de la ética política, no tanto en las formalidades del derecho que, como lo hemos podido comprobar entre la mayoría de los aspirantes presidenciales, han sido cuidadosamente burladas. Creel dijo con toda claridad que su pretensión electoral hacía incompatible mantenerse en el cargo legislativo - para el que se le pagaba -, además de deslindarse del uso de recursos públicos en su actividad de promoción personal.

Aunque Creel ya no desempeñaba mayor responsabilidad que la de ocupar un escaño en la cámara alta, y por lo tanto no tenía bajo su mando o subordinación una gran plantilla de personal, ni tampoco un presupuesto adicional a su dieta, optó por ceñirse al código de ética que rige el desempeño de los servidores públicos en Acción Nacional y ese escrúpulo le trajo una buena ponderación en la opinión pública, porque en un sistema político-electoral como el nuestro - plagado aún de zonas opacas y delincuencias impunes -, esas actitudes son bien remuneradas entre la ciudadanía informada.

Ahora ha anunciado esa decisión la diputada Josefina Vazquez Mota que habrá de formalizar el próximo 30 de agosto, fecha en la que concluye su encargo como Presidenta de la Junta de Coordinación Política. Su licencia abre en el grupo parlamentario de los diputados panistas la búsqueda del nuevo coordinador para el último tramo, substitución que no será sencilla, dado el referente de extraordinario trabajo político y cohesión que ella deja. De hecho su precampaña está fincada en un mayoritario grupo de diputados que han asumido - varios con un entusiasmo inaudito -, tareas de promoción y articulación de redes.

No hay duda que, liberados de sus responsabilidades públicas, los dos principales aspirantes entre los que se reparte ya casi por igual la preferencia de los simpatizantes panistas, la contienda adquirirá mayor relevancia y ese hecho puede ser una oportunidad enorme de reposicionamiento entre la ciudadanía en general, pues es el único partido donde existe una real competencia. La oportunidad puede aumentar, sobre todo si se comete el acierto de convocar a esa elección de candidatura por el método abierto. Entre los jóvenes ese puede ser un hecho referencial para su decisión, ser convidados a participar de manera directa en una decisión trascendental.

Los cargos públicos, en el caso de los legisladores y obviamente no de todos, más que la posibilidad de disponer de recursos económicos y materiales en su favor, representan plataformas de posicionamiento mediático y proyección social importantes. Los secretarios de estado y los gobernadores sí pueden conjugar la doble ventaja frente a cualquier contendiente, y en el terreno de los medios obviamente para quien sabe usar esas relaciones, que no es por ejemplo el caso de Cordero, a quien parece aconsejarlo algún genio de la contrapropaganda en sus declaraciones de prensa.

Pero lo sepa o no aprovechar, la de Ernesto Cordero es la licencia a su cargo más esperada por estos días, pues a la incompatibilidad señalada por Creel, se le agrega la delicadísima función negociadora tanto de la ley de ingresos ante ambas cámaras, como del presupuesto público ante la de diputados. Y en ésta última, no sólo los adversarios políticos, sino sus mismos correligionarios, ven a Cordero ya mucho más como un precandidato que como Secretario de Hacienda. Esa negociación tiene muchos bemoles, y el mayor de ellos es que tras la búsqueda del doble éxito, Cordero nos salga el secretario de hacienda más caro de la historia en términos de la negociación con el PRI, que si a algo le sabe es como sacar ventaja de las debilidades de sus contrarios.

Conocí por fuentes confiables que esa decisión se perfilaba para darse a conocer por estos días y que incluso se tenía el relevo en la persona del Secretario de Comunicaciones y Transportes, Dionisio Pérez Jácome, quien a su vez decidió hacerse miembro adherente de Acción Nacional en el Distrito Federal hace dos meses. Adhesión singular la de Pérez Jácome, primero por la inteligencia que se suma a nuestras filas, pero también porque proviene de una familia priista de toda la vida, es hijo de uno de los priistas más duros en esa organización.

Sin embargo los nubarrones sobre la economía - a partir del desajuste internacional - parece que han modificado ese escenario, lo cual puede dar margen a que el equipo gobernante y el mismo Presidente de la República reconsideren su decisión en torno de la candidatura de Cordero, y viren hacia la de Alonso Lujambio; con mucho, el mejor perfil que tendría ese grupo para presentarse afuera en la campaña constitucional, y por supuesto dentro de la competencia interna del partido. Y en ese caso también debiera apurarse la licencia de quien hoy se desempeña como Secretario de Educación Pública, y antes fue el Presidente del IFAI, ni más ni menos, una de las banderas más importantes que el PAN puede ondear como uno de sus impulsos decisivos en la alternancia.

Además de transparentar la actuación de los aspirantes panistas a la Presidencia, las licencias darán más movilidad y autonomía a esas biografías. Es de esperarse que también se suelten más, y se atrevan a decir cosas, a plantear ideas nuevas y relanzar un programa de cambio para México en el que se den a conocer los logros de diez años del PAN en el gobierno federal, pero también, a realizar un ejercicio autocrítico de lo que no se ha hecho bien y a comprometerse con lo que sigue pendiente por realizar.