Las obras de arte también van a la clínica

**El Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM cuenta con un laboratorio que permite conocer aspectos desconocidos de las piezas que se examinan


Las obras de arte también van a la clínica

La Crónica de Chihuahua
Enero de 2016, 11:30 am

Dice Sandra Zetina que su trabajo en algo se parece al de los médicos: su objeto de estudio, las obras de arte, son sometidas a análisis que son similares a los que en una clínica se realizan a los cuerpos humanos para su diagnóstico. El objetivo es saber, entre otras cosas, cómo se hizo una pintura, qué materiales usaron, cuáles técnicas fueron utilizadas, por ejemplo.

Así, un microscopio electrónico, un espectrómetro, un equipo de reflectografía infrarroja, cámaras digitales para hacer registro fotográfico bajo radiación ultravioleta y con luz visible en alta resolución, son algunas de las herramientas tecnológicas que los especialistas del Laboratorio de Diagnóstico de Arte del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM utilizan para encontrar respuestas a sus preguntas.

Bajo la coordinación de Zetina, la labor que en este sitio se realiza ha permitido descubrir diversos aspectos del arte y sus autores, que de otra manera no se descubrirían o costaría más tiempo y esfuerzo conocer. Este laboratorio fue creado en 1992 como una iniciativa conjunta del IIE de la UNAM y el Comité Mexicano de Historia del Arte (CMHA), adscrito al Comité Internacional de Historia del Arte, organismo no gubernamental de la Unesco.

El laboratorio ha tenido varias etapas en su funcionamiento; en la tercera de ellas, en 2001, se equipó con tecnología especializada en cómputo, fotografía, microscopía y química.

Accidente controlado

El análisis de las obras de David Alfaro Siqueiros ha revelado que en sus obras de los años treinta ya utilizaba materiales industriales como lacas de nitrato de celulosa y piroxilina, trabajaba con asbesto para crear texturas y, sobre todo, experimentó hasta llegar a lo que él mismo denominó accidentes controlados.

Zetina explica que "al analizar El nacimiento del fascismo (1936) descubrimos que una primera etapa se encontraba oculta debajo de pinceladas gruesas de laca de nitrato de celulosa, y pudimos distinguir que entre ésta y la superficie había una segunda etapa con detalles iconográficos desconocidos y que en su composición material era posible vincularla con otras pinturas anteriores. Buscamos responder a una pregunta inicial: ¿cuándo había empezado Siqueiros a usar lacas de nitrato de celulosa?

"Hicimos un proyecto arqueológico para analizar su obra desde 1931, cuando radicaba en Taxco. Trabajamos ocho pinturas y establecimos su trayectoria artística, que comenzó con un proceso de experimentación con materiales naturales. Descubrimos que Siqueiros había hecho sus propias pinturas y que había recurrido a minerales de los cerros de Taxco. Este interés continuó cuando introdujo los materiales modernos en su plástica. Entonces es muy interesante porque es un artista plenamente consciente del valor de los materiales y las herramientas", menciona Zetina.

El proyecto surgió en junio del 2004 por iniciativa de Renato González Mello, coordinador de la muestra e investigador del IIE de la UNAM, quien sugirió detectar si la citada obra de Siqueiros tiene pintadas dos versiones en el mismo soporte, así como rastrear los componentes químicos con los que fue realizada en sus distintas etapas. En esta iniciativa colaboraron especialistas del Museo de Arte Moderno de Nueva York, como se expone en el libro Baja viscosidad, El nacimiento del fascismo y otras soluciones (IIE, UNAM, 2013).

La genialidad de Siqueiros quedó al descubierto cuando en 1936 descubrió algo maravilloso, "solo semejante al misterio de la creación biológica" —según dijo él mismo en una carta a su pareja de entonces, María Asúnsolo—: que, por absorción y en un tremendo e inexplicable maridaje, el uso de simples superposiciones de colores produce patrones plásticos.

Hasta ahora nadie había podido explicar cómo se lograba este fenómeno denominado "inestabilidad Rayleigh-Taylor", que se produce si un fluido de baja densidad "empuja" a otro de alta, como ocurre en las nubes; el Laboratorio de Diagnóstico de Arte ya lo hizo y, además, ya lo reprodujo.

Otra mirada

En 2002 fue inaugurada en el Museo Nacional de Arte la exposición José Juárez. Recursos y discursos del arte de pintar con un centenar de pinturas que permitían conocer y discutir la producción pictórica del linaje artístico vinculado con el taller de ese artista, en la que se incluían piezas de Luis Juárez, Baltasar Echave Orio y Sebastián López de Arteaga, bajo la curaduría de Nelly Sigaut.

Antes de la muestra se había estudiado la obra de Echave Orio, uno de los pintores más destacados de finales del siglo XVI y principios del XVII, especialmente su cuadro El martirio de san Ponciano, óleo sobre tabla que data de 1605, según reveló un estudio, ya que una observación a través del microscopio permitió ver materiales que nunca se han encontrado en otras pinturas. "En la parte del tormento de la carne se descubrió que la llama que aparece en la pintura está hecha con plomo derretido; es un relieve recubierto con oro que tenía la intención de lograr una representación realista del instrumento del martirio y así despertar una emoción en el espectador.

"Lo mismo sucede con los estudios realizados al Códice Colombino: mediante el análisis de su material, se puede deducir que las tachaduras y borraduras de algunas de sus imágenes, así como la humedad, suciedad y pérdidas se deben a una intención consciente, premeditada y realizadavbajo muchas circunstancias para conservar ese documento histórico, fuera del alcance de los conquistadores", dice Zetina en entrevista.

En 2004 la exposición La materia del arte. José María Velasco y Hermenegildo Bustos ofreció una manera distinta de mirar el arte: fue a través de disciplinas científicas como la química, la física, la óptica, la conservación y la historia del arte. Esto dio como resultado aspectos poco conocidos de dos de los más grandes pintores del siglo XIX mexicano.

Lo novedoso en este caso fue conocer el proceso de análisis material de estas obras: desde conocer la calidad del papel, la construcción de los soportes, los diferentes tipos de pigmentos y su antigüedad, la cantidad de capas de pintura aplicadas, el estilo de las pinceladas y todas las modificaciones que los autores hicieron de su propuesta inicial.

"Vimos que Bustos ya usaba ciertos pigmentos como el verde de cromo o blancos de zinc, aunque él seguía usando estas láminas de zinc de los exvotos, mientras que Velasco, quien viajaba a Europa, traía una paleta muy sofisticada", explica Zetina.

Pinceles historiados

A finales de 2016 será publicado el libro Historias de pincel, que recoge los diferentes análisis que desde 2013 se realizaron a una veintena de obras creadas por artistas europeos llegados a la Nueva España o cuadros enviados desde el Viejo Mundo que todavía se conservan en México.

Esa iniciativa permitió afinar la metodología de análisis de pintura que integra los programas de los retablos erigidos en el siglo XVI, como los lienzos flamencos y novohispanos que integran el altar mayor de la Catedral de Cuautitlán, Estado de México, y dos ejemplos pertenecientes a la Catedral de México, así como las tablas de Simón Pereyns en el retablo del ex Convento de San Miguel Arcángel Huejotzingo, en Puebla.

Destaca el análisis realizado a las pinturas de Martín de Vos, a cargo de la especialista Elsa Arroyo, quien explica: "Identificamos que todos los cuadros que se conservan en México pertenecen a una misma serie iconográfica que comparte características técnicas idénticas y que es ejemplo de la tecnología y soluciones plásticas del arte flamenco de la época, además de que sabemos que fueron hechos en el taller de Amberes para el mercado de exportación".

Estos cuadros fueron enviados a la Nueva España para completar el programa del altar mayor que decoró la primera Catedral de México hacia 1585, a propósito de la celebración del tercer Concilio Provincial Mexicano.

El programa se desmembró pronto y la Catedral de México conservó dos lienzos de Martín de Vos: Tobías y el ángel y San Juan escribiendo el Apocalipsis; este último fue enviado al Museo Nacional del Virreinato en la década de 1960. En el siglo XIX el resto de las pinturas de Martín de Vos se enviaron a la Catedral de Cuautitlán, donde hoy pueden apreciarse dentro del retablo principal.
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