Las muñecas de mi abuela

Feliz Día del Niño


Las muñecas de mi abuela

La Crónica de Chihuahua
Abril de 2012, 16:53 pm

Yo soy Helénica y tengo 5 años. Para este 30 de abril, mi abuelita me ha regalado algo muy especial, un roperito rosado de cartón que adentro guarda tres princesas: Blanca Nieves, Aurora y Cenicienta, cada una cuenta con 4 vestidos intercambiables de cartón también, con imanes que fijan la ropa a la princesa y con cientos de calcomanías para decorar el roperito y a las princesas. Mi regalo de este día del niño viene desde California, y estoy segura mis amiguitas se quedarán impactadas con tan espléndido detalle por parte de mi abuelita.

Cuando yo jugaba, noté que mi abuelita me miraba con unos ojitos algo líquidos, yo le pregunté la causa, y ella me contó que cuando era una niña, ella también jugaba con muñequitas de papel, pero aquellas eran muy diferentes a las mías: las de ella las dibujaba ella, ella les hacía su ropita, ya que en la época de los sesenta estas muñequitas eran las más modernas, sin embargo en su casa, el dinero siempre faltaba y la austeridad era huésped permenente. Por ello, a mi abuelita nunca le compraron muñequitas de papel prefabricadas.

Sin embargo, ella no sufría por esto, al contrario, fabricaba casitas y hacía con piedritas y hojitas comidita para sus amigas de papel; estos juegos los compartía con su hermana y juntas pasaban horas divertidas en un mundo de papel y de retacitos.

Mi abuelita una vez tuvo una muñeca, tenía la forma de un bebé y era de plástico, la cuidaba y la quería como a una bebé de verdad, jugaba con ella y le prodigaba cuidados de madre. El bebé tenía un mechón de cabellos pintados, ella pudo haber seguido siendo feliz con este muñeco que le regalaron una navidad, sin embargo un cruel dúo de hermanos amigos de su familia, le robaron el bebé un buen día. La mala experiencia aún le saca lágrimas a mi abuelita después de casi 50 años de pesadillas.

Mi abuelita, la sexta hija de una familia de 8 vástagos, también tuvo una pelota, un regalo algo decepcionante después de haber esperado una muñeca con cabello, aun así ni el bebé perdido, ni la muñeca anhelada y nunca conseguida, ni las carestías en los juegos, diezmaron la felicidad de mi abuelita, yo la vi una vez en una foto, con una sonrisa tímida, delgadita como una araña, con un vestido de algodón y unas trenzas rubias y largas como las de Rapunzel colgándole de la cabeza, feliz como una niña debe de serlo.

De mi mamá he heredado un par de juguetes, unas muñecas, una cocinita mágica de la Barbie y hasta una completísima biblioteca infantil, pero nada me ha hecho más feliz que los juguetes que heredé de mi abuelita: imaginación para crear mundos y amigos y felicidad.