Las crisis en Volkswagen y la lucha por el mercado

Por Brasil Acosta Peña


Las crisis en Volkswagen y la lucha por el mercado

La Crónica de Chihuahua
Octubre de 2015, 17:44 pm

(Doctor en economía por el Colegio de México (COLMEX) con estancia en investigación en la Universidad de Princeton, fue catedrático en el Centro de Investigación y Docencia económica y articulista en la revista económica Trimestre Económico.)

Una reciente noticia consternó al mercado internacional de automotores y golpeó a las acciones de la empresa multinacional Volkswagen (VW). A nosotros debe servirnos para reflexionar sobre la actitud del sistema capitalista y de las cosas que son capaces de hacer los dueños del capital cuando se ponen en juego sus intereses. La nota señala que en tres modelos de la empresa se diseñó un software que hace que no se detecten los contaminantes a la hora de las famosas verificaciones, de tal suerte que los vehículosde la VWse ofrecen como de baja emisión, es decir, que son “amigables con el ambiente”.

Sin embargo, la realidad es que no es así porque se trata de una adulteración tecnológica y al mismo tiempo de una estrategia empresarial para ganar mercado y desplazar a sus competidores. La trampa, el engaño, la farsa, son los elementos que ponen de relieve la verdadera moral de los capitalistas. Se trata, en rigor, de una manifestación más del afán de lucro, del interés por obtener la máxima ganancia, del egoísmo y del individualismo que conforman la filosofía del sistema capitalista.

Esto evidencia la mentira flagrante de la etiqueta de empresas “socialmente responsables”, como se definen algunas de ellas,y nos obliga a poner siempre en duda esta clase de afirmaciones. Como consecuencia de esto, uno puede concluir con facilidad que el discurso de las empresasa favor del medio ambiente, del planeta y de la salud de las personas es falso y que acciones como lasde VW –¡las que ocultan o no dan a conocer deben ser peores que la del software!– no están pensadas para beneficiar a la humanidad ni, mucho menos, para proteger el futuro del planeta; por el contrario, su verdadera preocupación es ganar mercados, vender, obtener la máxima ganancia al menor costo y desplazar a sus competidores con este tipo de prácticas desleales.

La noticia, por otro lado, no surgió como resultado de una preocupación de las autoridades nacionales e internacionales por los problemas ambientales de la humanidad. Nada de eso. Se trató, con seguridad, de un trabajo de inteligencia de los competidores de VW que pusieron al descubierto la farsa de esta empresa para hundirla y beneficiarse comercialmente en todo el mundo.

Detrás de esta noticia está el interés de otras compañías automovilísticas para ganar mercados y desplazar a VW y para saturar con vehículos, contaminación ambiental, estrés y publicidad fraudulenta las ciudades de todo el mundo. La posibilidad de que la revelación del software truculento de VW provenga de la competencia nos remite a una noticia precedente: el anuncio de que grupo Volkswagen se convirtiera en el líder mundial en ventas en 2014, cuando desplazó a Toyota.

El problema es que el capitalismo parece no darse cuenta de los signos de su decadencia definitiva: la crisis de Grecia, los bajos precios del petróleo, la devaluación de las monedas (como la nuestra) y la excesiva concentración de la riqueza en unas cuantas manos que, en palabras de Joseph Stiglitz, se refleja en el hecho de que el uno por ciento de la población tiene en su poder la riqueza que el 99 por ciento restante necesita para vivir; riqueza que, vale decirlo, ha sido creada con el sudor de millones de trabajadores que no disfrutan de ella.

Se comprueba nuevamente, también, la irracionalidad y la anarquía de la producción capitalista; efectivamente, se ha mostrado que la ciencia, puesta al servicio del capital, es perversa y ha dañado más a la humanidad de lo que la ha beneficiado (recordemos las bombas de Hiroshima y Nagasaki), sin dejar de reconocer los avances que se han alcanzado con ella.

Al interior de la fábrica existe la dictadura del proceso científico que obliga al obrero a trabajar al ritmo que le marca el mecanismo de producción; sin embargo, fuera de la fábrica no hay control: es la guerra de todos contra todos; es la ley de la selva; la ley del más fuerte y aunque haya que mentir para ello, hay que destrozar al rival.

La ciencia en la distribución de la riqueza, para el sistema capitalista, no tiene nada qué hacer.Y como distribuir la riqueza científicamente afecta los intereses del capital, entonces, no se hace. Una prueba de este dato: en 2014 se vendieron 86.5 millones de autos (2.5 millones más que en 2013) y el campeón fue, como dijimos, grupo VW, con nueve millones 919 mil vehículos, mientras Toyota vendió nueve millones 818 mil y General Motors ocho millones 17 mil vehículos.

Para frenar el engaño de la VW, Suiza ha prohibido la venta de vehículos presuntamente alterados, lo que afecta la venta de 180 mil automotores con estas características (pero a las otras firmas automotrices no les ha prohibido la venta, lo cual les beneficia). Se calcula que cerca de 11 millones de vehículos están adulterados y esto va a tener consecuencias desastrosas para la empresa alemana, porque saldrán perjudicados los trabajadores de esas empresas, muchos de ellos serán despedidos al cerrar las plantas productoras para absorber el golpe.

La noticia es de interés para México porque, como ya se dio a conocer, la Volkswagen pensaba cerrar algunas plantas, entre ellas la ensambladora de Puebla, que ha dado empleo y vida económica a la capital poblana. De concretarse estos planes, quedarán despedidos miles de trabajadores que sufrirán las consecuencias de una acción deshonesta de los dueños y sus estrategas comerciales. En el lenguaje cotidiano: van a pagar los platos que ellos no rompieron y los poderosos no se van a tentar el corazón para quebrarlos. El capital no tiene amigos, sólo tiene intereses.