Las Espartaqueadas y su contexto

Por Omar Carreón Abud


Las Espartaqueadas y su contexto

La Crónica de Chihuahua
Febrero de 2015, 18:13 pm

Habría que otorgarles un premio a la resistencia y a la constancia a los compañeros Juan Manuel Célis Aguirre y Soraya Córdova Morán por la organización histórica ya de las Espartaqueadas del Movimiento Antorchista Nacional. Está ya suficientemente lejano el año de 1986 en el que en el estado de México, en la preparatoria Lázaro Cárdenas de Cuautitlán para ser más precisos, se realizó el primer encuentro del deporte antorchista con unas cuantas decenas de participantes, parecía, como todas las grandes realizaciones en la vida, un sueño, pero, “- ¡Oh, siempre llegarás a alguna parte -aseguró el Gato- si caminas lo suficiente!”, escribió Lewis Carroll, en su obra célebre y los compañeros han llegado y con ellos todos los antorchistas, a organizar y realizar unos de los encuentros del deporte y la cultura más importantes de México. Ahora acuden casi 20 mil participantes y un espacio para llegar se pelea fraternalmente con enjundia auténtica y la competencia, aun por un tercer lugar, es cerrada y empedernida.

El ingeniero Célis Aguirre es el dirigente histórico del antorchismo en Puebla, tiene y atiende, innumerables problemas de más de cien mil antorchistas del estado y la doctora Soraya Córdova es Diputada Federal y dirigente del seccional más numeroso, el que corresponde a la zona centro del estado y, ambos, en el tiempo que les queda libre, junto con otra pequeña comisión de valientes laboriosos y abnegados, hacen realidad esta fiesta del pueblo que este año se especializa en el arte; de ahí mi admiración. ¿Fiesta? No precisamente. Es un acto político para impulsar la práctica y el disfrute del arte entre las clases trabajadoras y sus hijos, para proclamar que la educación artística, mucho más que las leyes y las balas, es el camino seguro y efectivo para crear a un hombre nuevo, honrado, trabajador y solidario y que todos los regímenes que lo desprecian, lo elitizan o lo envilecen, o todo junto, son enemigos de la alegría y la superación del hombre.

El sábado 31 será la fantástica inauguración en la Plaza de Toros de Tecomatlán, una joya nacional de progreso, trabajo y paz que le grita al que la conoce que una vida mejor es posible. Se esperan, como digo, casi 20 mil asistentes que irán haciendo acto de presencia durante la semana cuando les toque competir, que dormirán en salones, patios, bodegas o tiendas de campaña y comerán en comedores improvisados pero que siempre, como desde hace casi treinta años, se irán encantados y deseando regresar. De Michoacán también vamos, claro, somos una delegación de casi 900 artistas de Uruapan, Maravatío, La Piedad, Morelia, Chilchota, Susupuato, Tuzantla, Hidalgo y otros municipios que se me escapan, seleccionada luego de una intensa jornada de encuentros eliminatorios que empezó un sábado hace quince días a las 10 de la mañana y terminó a las 9 de la noche.

Sin prisas pero sin pausas, constante, firme, efectivo, transcurre a diario el trabajo antorchista en favor de los que menos tienen, siempre bajo fuego, nunca en calma. Ahora tampoco: desde octubre de 2013 nos arrancaron a Don Manuel Serrano Vallejo y nos dijeron que estaba secuestrado y que se pedía dinero por su vida, luego, nada y, un año después, nos informaron que ya estaba muerto pero sus restos, nunca, nadie los ha visto ni les hemos podido dar cristiana sepultura; jóvenes hijos de nuestros compañeros caminan de Tijuana a Mexicali para que les autoricen una escuela porque el gobierno de allá no la tiene entre sus prioridades y, sólo como algunos ejemplos, perredistas ambiciosos, vomitan calumnias e injurias en contra de nuestros compañeros de Texcoco que compraron un pequeño lote para su familia. Aun así, la XVIII Espartaqueada Nacional será un éxito clamoroso. Sin duda.

¿Y el contexto estatal? Los artistas michoacanos que participarán en las Espartaqueadas, viven en un estado en el que existen decenas de miles de jóvenes que no estudian ni trabajan y en el que hay otra cantidad similar de no tan jóvenes que se encuentran en la misma situación y, en un estado en el que 70 por ciento de la población económicamente activa que –teóricamente- sí tiene trabajo, se dedica al comercio informal, en un lugar en el que, en una palabra, la pobreza y la necesidad abundan. En consecuencia, como correlato infaltable, en Michoacán, el índice delictivo general de 2014, fue superior al de los cuatro años anteriores, en 2005, se reportaron 26 mil denuncias por delitos, un año después, 31 mil 480 y, en 2009, alcanzó ya 41 mil delitos denunciados ante la Procuraduría General de Justicia Estatal y, en noviembre del año pasado, que es el último dato con el que se cuenta, ya se acumulaban 34 mil 911 denuncias.

En consecuencia, en obligada consecuencia, las protestas sociales se incrementaron 29 por ciento en 2014 con respecto al año anterior, la cifra de marchas, mítines, plantones, paros y demás, repuntó de dos mil 037 a dos mil 866 eventos, casi 8 diarios. Ahora bien, para atender y resolver está dramática situación, cuya gravedad no se puede exagerar, en los últimos tres años (desde enero de 2012), ha habido cinco gobernadores, seis secretarios de finanzas, cuatro secretarios de educación y nueve secretarios de gobernación. Estado fallido o ¿cómo se llama?

Cualquiera esperaría entonces que ante la inminente elección de una nueva administración gubernamental, al PRI le interesaría sobremanera la suma de fuerzas, el diálogo y la conciliación, que huiría como de la peste de las viejas imposiciones de incondicionales y compadres en las que el designado desde arriba tiene compromiso con el que lo designa y que, en buena medida tienen al estado en la situación en la que queda brevemente descrito, pero, nada, todo parece indicar que prepara más de lo mismo y, como dijo Einstein, “locura es hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes”. Lo digo porque los antorchistas de Susupuato y los de Chilchota, firmemente respaldados por los antorchistas de todo el estado, están impulsando a sendos candidatos a presidentes municipales, a gente limpia, trabajadora, con excelente imagen, que tiene muchos años trabajando en beneficio de la gente y, en consecuencia, que tiene el apoyo decidido de la inmensa mayoría de los electores y alguien les está haciendo la vida cansada y los quiere eliminar con una firma; así como desde 1632 fueron eliminados de las matemáticas los infinitesimales. Es muy posible que pueda más un recomendado de un secretario del gobierno estatal o un constructor de confianza o uno que manejó las finanzas de la administración que termina, que el respaldo popular, que las decenas de miles de votos de los antorchistas de los municipios y el estado, es muy posible, pero, mientras quede una posiblidad de que alguien intervenga para que se respete la voluntad popular, a ello me atengo. Si no, locura sería esperar en el estado resultados diferentes.