La vida en el exilio de Porfirio Díaz

**El hombre que dirigió los destinos de todo México murió en el aislamiento, el olvido y en el exilio, donde lleva un siglo.


La vida en el exilio de Porfirio Díaz

La Crónica de Chihuahua
Julio de 2015, 23:03 pm

El 25 de mayo de 1911 ocurrió lo que parecía imposible: el dictador Porfirio Díaz cedía a una rebelión que no era sumaria, decidía entregar el poder y, para evitar un conflicto mayor, había decidido exiliarse en Francia.

Díaz nunca pensó que al abordar el barco alemán ‘Ypiranga’ rumbo a Europa, sería la última vez que pisaría suelo mexicano, incluso 100 años después de su muerte, el 2 de julio de 1915, sus restos siguen en el exilio.

Díaz es considerado aún como uno de los grandes villanos que dio origen a la Revolución Mexicana y, aun cuando hay algunas voces que buscan repatriar sus restos, éstos permanecen en el cementerio de Montparnasse de París, al lado de figuras como Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir o Julio Cortázar.

Don Porfirio originalmente fue sepultado en la iglesia de Saint Honoré d’Eylau, cerca del apartamento que ocupó en el número 26 de la Avenida del Bosque, hoy Avenida Foch, uno de los barrios más lujosos de París. Originalmente su familia pensó que pronto podrían llevar su cadáver de regreso a México, pero esto no ha sucedido.

Su vida se convirtió en la de cualquier persona, en un inmueble con una sala, dos recámaras y dos cuartos de servicio, donde dos muchachas, oaxaqueñas también, hacían el servicio para él y su esposa, Carmen Romero Rubio.

Se alejó de la opulencia, pues su sustento era a través de las ganancias que le reportaban sus acciones bancarias. Su sueldo como militar lo había donado a alumnos distinguidos del Colegio Militar en México.

De acuerdo a reportes de los encargados del cementerio, la tumba y la cripta del general son sencillas y nunca han padecido algún incidente vandálico o intento de exhumación.

Se distingue por tener la efigie de un águila republicana en la fachada y en su interior motivos alusivos a la cultura mexicana, como la Virgen de Guadalupe.

Luego de pasar sus últimos años viajando por España, Alemania, Los Alpes y sitios más lejanos como Egipto, la salud de Porfirio Díaz se deterioró a finales de 1914 y principios de 1915. Incluso Doña Carmelita relató que su marido sufría de alucinaciones, posteriormente perdió el habla y la noción del tiempo, hasta que falleció por causas naturales.