La rebelión y gesta heroica de Tomochi, a 121 años

**El enemigo decidió entonces atacar la iglesia, que estaba llena de hombres, mujeres y niños... originó un incendio generalizado que convirtió a la iglesia en un infierno.


La rebelión y gesta heroica de Tomochi, a 121 años

La Crónica de Chihuahua
Octubre de 2011, 14:26 pm

Por Froilán Meza Rivera

Rangel les envió un emisario con quien les ofrecía respetar sus vidas a cambio de que se rindieran.

La respuesta fue contundente: el puñado de hombres y mujeres que quedaban en pie, mandaron decir que no se rendirían, que primero muertos. Y por el contrario, se fabricaron un banderín de guerra de color blanco con una cruz roja en el centro, y la izaron orgullosos y tercos sobre el cuartelito desde donde seguían disparando.

El enemigo decidió entonces atacar la iglesia, que estaba llena de hombres, mujeres y niños. Envió a unos soldados a incendiar la puerta, lo que originó un incendio generalizado que convirtió a la iglesia en un infierno. Los sitiados empezaron a salir corriendo por la puerta del templo, pero sólo para ser encontrados por las balas de los soldados que los esperaban a la salida y que les disparaban desde atrás de las bardas del atrio.

Se formó bajo el pórtico una pila de cadáveres de hombres, mujeres y niños.
Los que no lograron salir murieron calcinados adentro de la iglesia. Algunos que habían logrado escapar de las balas, fueron atrapados por los soldados, y fueron fusilados inmediatamente.

ANTECEDENTES

La gesta heroica de Tomochi tuvo sus antecedentes inmediatos cuando, a mediados de 1891, el gobernador de Chihuahua Lauro Carrillo, quien hacía un viaje por la sierra, tuvo que quedarse a dormir en Tomochi. El avezado gobernante aprovechó para visitar la iglesia, donde descubrió que había unas imágenes de San Joaquín y Santa Ana de gran valor, por lo que ordenó que fueran empacadas y que se las enviaran a la capital. Este robo descarado hizo enfurecer tanto a los tomochitecos, que formaron una comisión que hizo viaje especial a Chihuahua. Encabezados por Cruz Chávez, en la capital reclamaron los cuadros, y el gobernador, exhibido como un vulgar ladrón, tuvo que devolverlos.

Mientras tanto, a principios de noviembre de ese año, Joaquín Chávez, el hombre fuerte de Tomochi, nombró como presidente seccional del pueblo a un pariente suyo llamado Juan Ignacio Chávez. Nuevamente se desencadenó la furia de los pobladores, y más porque sufrieron el atropello de que el presidente llevara a pastar su ganado a los terrenos del pueblo, sin haber consultado ni haber pedido permiso a nadie, y sin pagar alquiler.

El cacique Joaquín Chávez perpetró una nueva ofensa, que así la tomaron los tomochitecos, cuando hizo cambiar la ruta de la “conducta” (la caravana que a lomo de mula traía los metales de las minas) que transportaba la plata de Pinos Altos y que regularmente pasaba por Tomochi en su camino rumbo a Chihuahua. El jefe político informó al gobernador que en Tomochi, un grupo de cuarenta hombres armados, han desconocido a las autoridades, se han rebelado contra el gobierno y amenazan con asaltar las "conductas", por lo que solicitaba el envío de fuerzas militares.

SE DESATA LA GUERRA

El propio jefe político se dirigió a Tomochi acompañado por cincuenta soldados, y el 7 de diciembre los recibió el pueblo al grito de ¡Viva el poder de Dios y muera el mal gobierno!, ¡Viva el poder de la santísima virgen y la santa de Cabora! Los rebeldes vencieron a los soldados, habiéndoles causado cuatro muertos, dos heridos y un prisionero.

Varias batallas y escaramuzas más resultaron en derrotas para los soldados, por lo que el propio presidente Porfirio Díaz, ante la ineficiencia del gobernador Carrillo, lo destituyó y nombró a Miguel Ahumada, quien decidió aplastar la rebelión de Tomochi de una vez por todas. Tomochi se había convertido en un foco de insurrección, y su ejemplo inspiraba a otras comunidades.

El general Rosendo Márquez atacó de nuevo. Desde Sonora, el coronel Lorenzo Torres, un veterano de la guerra contra los yaquis, lo apoyaría con 600 soldados. Márquez se instaló en Guerrero y puso al frente de otros 600 hombres al general Rangel quien, deseoso, esperaba el momento de cobrar venganza porque los tomochitecos le habían infligido una vergonzosa derrota. Las fuerzas federales sumaban 1,200 hombres, mientras que en Tomochi los esperaban 120 rebeldes. Las dos columnas llegaron al pueblo rebelde el 20 de octubre de 1892.

Los soldados de Torres fueron recibidos al entrar al pueblo por un contingente de mujeres vestidas de negro que, al estar lo suficientemente cerca de los soldados, arrojaron sus rebozos y resultaron ser hombres disfrazados que empezaron a disparar contra la tropa. La confusión provocó una desbandada entre los soldados, que, a pesar de ser catorce veces más que los rebeldes, sufrieron trescientas bajas. Las hostilidades fueron iguales todos los días, hasta el día 27 en que Rangel logró desalojar a los pobladores de sus casas. Para evitar que volvieran a posesionarse en ellas, las incendió todas.

EL 7 DE DICIEMBRE DE 1891

Para los rebeldes no quedaba otro reducto que la iglesia y la casa de un combatiente que se habilitó como cuartel, y donde se encerraron con sus hijos y mujeres disparando desde las ventanas. Los rebeldes estaban agotados, hambrientos, sedientos y agobiados por el olor de los cadáveres que había en todas partes.

Finalmente cesó el fuego, ante la creencia de que habían muerto todos, pero no. Adentro quedaban siete hombre y una mujer, entre ellos el propio Cruz. Salieron heridos y sangrantes, casi arrastrándose. Se les concentró en el portal de la única casa que quedaba en pie. Cruz pidió un cigarro que le fue concedido.Todavía fumaba, cuando una descarga de metralla acabó por fin con su vida.

Todavía la historia no ha podido precisar el costo de la batalla, pero para matar a poco mas de cien hombres, el Ejército sacrificó a casi seiscientos soldados, gastó 60,000 cartuchos, 100 granadas y 20 botes de metralla.
Todos los hombres de Tomochi murieron y sólo sobrevivieron 43 mujeres y 71 niños.