La pelea Mayweather-Pacquiao, el deporte hecho negocio

Abel Pérez Zamorano


La pelea Mayweather-Pacquiao, el deporte hecho negocio

La Crónica de Chihuahua
Mayo de 2015, 20:25 pm

(El autor es un chihuahuense nacido en Témoris, municipio de Guazapares, Doctor en Desarrollo Económico por la London School of Economics, miembro del Sistema Nacional de Investigadores y profesor-investigador en la División de Ciencias Económico-administrativas de la Universidad Autónoma Chapingo.)

Siendo el capitalismo una economía productora de mercancías, su propósito no es crear satisfactores de necesidades en sí mismos, más y mejores productos al alcance de todos; el motivo central no es el hombre, sino la obtención de la máxima ganancia, que requiere la apropiación privada de los satisfactores que serán luego llevados al mercado para ser condicionados y adquiridos por quien tenga dinero. Como sabemos, la ganancia está contenida en la mercancía, como parte de su valor (la otra parte representa lo invertido en su producción), y al venderla se realiza, aparece, convertida en dinero contante y sonante. Claro que, como establece la teoría clásica, para poder vender una mercancía, ésta debe “acreditarse” antes como valor de uso, es decir, convencer al potencial comprador de que es, o parece ser, útil: nadie comprará algo absolutamente inservible. Esto no excluye que con la magia de la mercadotecnia puedan venderse mercancías dañinas para la salud, el medio ambiente y, en general, para el bienestar social.

Pero la mercantilización tiene su historia. Si bien desde la antigüedad había mercancías, inicialmente no todos los bienes entraban en esa categoría; no eran aún la forma generalizada en que los productos del trabajo se mostraban y se hacían disponibles; en lo fundamental, cada productor, o colectivo de productores, creaba sus satisfactores. Mas con el advenimiento del capitalismo todo se convertiría en mercancía, aunque paulatinamente; en un proceso histórico, nuevos y nuevos bienes o servicios han entrado al mercado para quedar a disposición no de sus productores, ni de quien los necesite, sino sólo de quien posea el dinero para comprarlos. Productos que antes no eran mercancía, ahora lo son. En la Grecia antigua, por ejemplo, la hospitalidad constituía una obligación moral, con connotaciones incluso religiosas, deber sagrado para con los viajeros; mas con el desarrollo de la economía de mercado ha llegado a ser en nuestros días la próspera industria hotelera.

Como aquí hablamos del espectáculo mercantilizado, vale recordar que en Grecia los grandes eventos deportivos: las Olimpiadas, surgidas allá por el 776 a.C. o los juegos píticos, eran eventos abiertos al público. En ellos el ganador recibía como premio una simbólica corona de olivo sagrada. Pero el capital, como el rey Midas, convierte cuanto toca en algo vendible, y pone precio a todo lo que vale, y hasta a lo que no, convirtiendo a la riqueza social en un mundo de mercancías, y a los seres humanos en compradores y vendedores, cuya relación principal es mercantil. Así ocurre con el deporte en general, que ha dejado de ser sólo una actividad para el goce de quien lo practica o contempla, para ser algo vendible, como hoy vemos en el box.

El sábado 2 de mayo teenrá lugar en Las Vegas, Nevada, la llamada “pelea del siglo”, entre el estadounidense Floyd Mayweather y el filipino Manny Pacquiao, y ha sido de antología el despliegue publicitario en torno a ese evento. Y sin que esto signifique cuestionar la calidad de los peleadores o el gusto de millones de personas por ese deporte, vale la pena resaltar algunos aspectos que muestran cómo, usando al deporte sólo como gancho, la pelea ejemplifica la capacidad del capital para someter toda actividad humana a su dominio. Sobre las implicaciones económicas del evento, ha trascendido en los medios que, sólo por entradas, los 16 mil 800 espectadores que ingresarán al MGM Grand dejarán un ingreso de 74 millones de dólares. Según la consultora estadounidense TiqIQ, el costo promedio de la reventa superará el récord del último Super Bowl; en el sitio SeatGeek se publica que el precio promedio del boleto es de 10,500 dólares; quizá más por la reventa. Otros se venderán hasta 140 mil, para los lugares del ringside, cercanos al cuadrilátero, desde donde presenciarán el evento los high rollers, multimillonarios capaces de apostar hasta tres millones de dólares (el mínimo para ellos es oficialmente 250 mil); es el jet set del mundo, que no hallando en qué gastar su dinero va ahí a mostrar estatus, vivir emociones fuertes y despilfarrar. Por primera vez, dicen los noticieros, hasta para presenciar el pesaje se vendieron boletos. Una bolsa de 400 millones será repartida entre los púgiles: 240 para Mayweather y 160 para Pacquiao, y tres mil esmeraldas tendrá el cinturón que el CMB entregará al ganador. En suma, el evento dejará una ganancia total que fácilmente superará los 500 millones de dólares, por concepto de publicidad, derechos de transmisión por televisión a 150 países, pago por evento y taquilla; tan sólo en Estados Unidos, Canadá y Puerto Rico se obtendrán 300 millones por transmisión mediante Pago por Evento. Según el Consejo Mundial de Boxeo, esta pelea romperá récord histórico de audiencia.

Para quienes no puedan ingresar al MGM Grand, habrá circuito cerrado a un precio de 200 dólares por persona y el costo de la transmisión Pague Por Ver es ya el más caro en la historia del box. En sectores turísticos relacionados, la derrama económica será cuantiosa: sin considerar ganancias de aerolíneas, restaurantes, etc., con la llegada de 300 mil visitantes, la ocupación de los hoteles está a toda su capacidad y las tarifas se dispararon hasta el triple o cuádruple, esto sin tomar en cuenta a los multimillonarios que pagan habitaciones especiales a precios exorbitantes. En fin, la industria cervecera espera una venta extraordinaria de 30 millones de cajas de cerveza.

Como conclusión, esta danza de los millones nos lleva a pensar en todo lo que podría hacerse con tantos recursos para fomentar la práctica del deporte en toda la población, construyendo espacios apropiados, con el debido equipamiento y asesoramiento técnico; cuántas becas podrían otorgarse a deportistas de alto rendimiento que no tienen recursos para adquirir el equipo necesario; cuántos uniformes y accesorios podrían adquirirse para jóvenes pobres con habilidades deportivas, deseosos de practicar y distinguirse en una u otra disciplina; y cuánto talento se desperdicia por el predominio del negocio sobre la satisfacción de necesidades sociales. Es necesario, pues, que el deporte sea liberado del control empresarial y se masifique para ser nuevamente un recurso sano de diversión y relajamiento, accesible a niños, adultos y mayores; una fuente de salud, de estética humana, forjador de carácter, disciplina, capacidad de trabajo en equipo y espíritu colectivo. Para ello es indispensable también que en el gasto público se considere al deporte como una prioridad social.