La mujer que habría caído del cielo

**La verdadera historia de Rita Mancinas. **Más increíble que las novelas del realismo fantástico


La mujer que habría caído del cielo

La Crónica de Chihuahua
Marzo de 2012, 11:08 am

Por Froilán Meza Rivera

Urique, Chih.- ¿Cómo hizo la llamada “mujer que cayó del cielo” para remontar distancias de miles de kilómetros tan fácilmente? ¿Cómo explicar ese prodigio sin que haya habido magia de por medio? Rita Mancinas Quintero se fue un día, simplemente caminando, sin tomar vereda alguna, sin haber tomado transporte ninguno, sola ella y sus pies, desde su natal municipio de Urique, y apareció en un pueblecito de Kansas, en Estados Unidos.

Aquella soleada y blanca mañana de enero de aquel 1983, dueña sólo de sus pies ligeros y llevando consigo nada, tan sólo lo puesto: la banda roja alrededor del cabello, su peinado de pelo recortado mediano, sus sandalias, blusa, tres faldas empalmadas, Rita Mancinas Quintero salió de Porochi.

Valles fértiles la vieron pasar, le ladraron los perros en las granjas del Oeste de Texas, atravesó quién sabe cómo las grandes llanuras, las sierras desoladas, las autopistas palpitantes de bólidos.

Rita ha de haber pasado no por Dallas, sino mucho más al Oeste, tal vez entre Odessa y Abilene, y luego atravesó de alguna manera, a lo mejor por un puente carretero, el río Amarillo, para internarse en territorio de Oklahoma, donde los ranchos y caminos rurales polvorientos mitigaban su polvo con la nieve derritiéndose.

A la mujer aquella, los policías de Ulysses, Kansas, no le entendieron, a pesar de que se valieron de por lo menos dos intérpretes para dilucidar qué idioma hablaba, qué palabras eran aquéllas tan extrañas que salían de su boca, en aparente incoherencia.

La pusieron a disposición del Departamento de Trabajo Social, donde decidieron que estaba loca y que había que enviarla al pueblo más grande, Larned, donde contaban con excelentes y adecuadas instalaciones siquiátricas para una mujer como la que tenían enfrente.

Y ahí quedó Rita, recluida 12 años.

¿QUIÉN FUE RITA MANCINAS?

Debe saber bien el lector que el extinto dramaturgo chihuahuense Víctor Hugo Rascón Banda creó una obra teatral (“La mujer que cayó del cielo”) en base a la experiencia de Rita Mancinas, y que ha sido protagonizada por la actriz Luisa Huertas.

Que se sepa, Rita Mancinas tuvo en total cuatro hijos: la mujercita, Natividad, está casada pero vive lejos, al parecer en Sinaloa. A uno de los niños se lo quitaron cuando era muy chiquito... “cuando andaba aventándole piedras a los niños y a los vidrios en Cerocahui”, recordó Jesusita Frías, en la ranchería de Porochi. “El niño ya es un joven y vive con la maestra María de Jesús, en Cerocahui”, quien lo adoptó. Otro de los hijos vive actualmente “por el lado de Piedra Verde. El otro, que creció aquí, tenía 4 años cuando Rita estuvo presa en Urique”, agregó doña Jesusita.

La familia se deshizo, literalmente, cuando un malhadado día a Rita se le metió la idea de asesinar a su esposo de un hachazo en la cabeza.

Dice Jesusita, en su español correctísimo de frases cortas y entre ellas bien hilvanadas: “Como está extraviada, está tonta, por eso mató al marido... es que le dieron raíz de bacanora y se puso como loca”.

¿Quién le dio la raíz que la trastornó?

“Fue una mujer, dicen que todavía vive... traían enemistad”.

En Urique, la cabecera municipal, estuvo Rita compurgando su delito, pero sólo como dos años. Entre Porochi e Hicórachi, Rita vivió con varios hombres: “Tuvo familia aquí, nomás se juntaba con cualquiera, creo”. En Porochi, vivió “como cocinera” con un señor solo, pero con tan mala suerte para el señor, que un día que salió a la huerta y a cuidar sus animales, a Rita se le ocurrió prenderle fuego a la casa de madera, y no quedó nada.

En otra ocasión, casi 14 años después, la misma Rita, con más de medio siglo de edad, salió en las noticias de un noticiero local de televisión de otro pueblito, pero ahora de Pensilvania, dos horas al norte de Washington y dos horas al sur-suroeste de Nueva York, porque llamó la atención al estar en la orilla de una autopista, haciendo visajes.

A los azorados automovilistas les pareció Rita como un ser venido de otro continente, ella, con su vestimenta tradicional de mukira rarámuri. Y se les figuró que realizaba extraños conjuros mágicos a un dios desconocido.

La historia de Remedios “La Bella”, en la novela “Cien Años de Soledad”, quien estaba una soleada mañana en el patio de su casa tendiendo blancas sábanas en medio de un vientecillo que soplaba haciendo ondear su falda, y que de repente la elevó y se la llevó para siempre, esa historia de Gabriel García Márquez suena más real que la de Rita.