La manipuladora marcha "por los niños"

**Pedir que sólo exista el matrimonio natural y exigir que solamente lo natural prevalezca ante la ley es no entender que la realidad misma es una construcción social.


La manipuladora marcha

La Crónica de Chihuahua
Agosto de 2015, 21:24 pm

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Darwin Franco

Herilberto Reyes García, de 12 años de edad, murió el pasado 19 de julio en la comunidad de Santa María Ostula, Aquila, Michoacán, tras un operativo realizado por el Grupo de Coordinación Michoacán, conformado por fuerzas federales, estatales y municipales.

Seis días después, el 25 de julio, miles de personas en Jalisco marcharon por los niños; sin embargo, éstos estaban muy lejos de ser Herilberto o los otros millones de niños afectados por la violencia que vive el país. Los niños por los que se marchó con un fervor casi religioso eran los niños que, en voz de los adultos, “exigían el derecho a tener una familia natural”; es decir, una familia conformada por mamá y papá, porque que sólo de esta manera (aseguran los adultos, no los niños) es posible tener un correcto desarrollo.

Bajo estas premisas queda claro que no fue el derecho de los niños a decidir su futuro lo que movilizó a miles de personas (principalmente adultos) a salir a la calles en la denominada marcha #JaliscoEs1xLosNiños; al contrario, fue una ideología adulta la que (oculta detrás del “derecho de los niños”) mostró una postura discriminatoria ante la comunidad homosexual que, después de años de lucha, hoy tiene pleno derecho al matrimonio y a la adopción.

Es cierto que todos tenemos derecho a la libre expresión de la ideas y a la manifestación de las mismas en los espacios públicos y que una sociedad que respeta los derechos humanos debe dar cabida a todas las voces y opiniones; sin embargo, nuestras libertades tienen un límite y éste nunca puede estar por encima de los derechos de los otros. En este sentido, yo puedo manifestarme exigiendo el respeto a mis derechos pero no para pedir que los derechos ya otorgados a los demás se restrinjan.

Quienes acudieron a la marcha tienen todo el derecho de no aceptar el matrimonio y la adopción de parte de la comunidad homosexual; sin embargo, deben aceptar también que no hay ni debe haber naturalidad en la ley porque ésta no se sustenta en preceptos morales o religiosos sino en hechos sociales. Pedir que sólo exista el matrimonio natural y exigir que solamente lo natural prevalezca ante la ley es no entender que la realidad misma es una construcción social que día a día debe apostar por la defensa de las libertades de todas y todos.

Defender esto significa que hemos entendido que los derechos humanos son de todos y no de unos cuantos. Si seguimos denostando el derecho de los demás no podremos exigir el respeto a nuestros derechos y mucho menos si lo hacemos escudándonos en lo que supuestamente es mejor para los niños.

Al respecto, habría que recordarles a los adultos que acudieron a la marcha para defender el derecho de los menores que la Convención por el Derecho de los Niños, aprobada por la Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1989, establece que las opiniones de los niños deberán tomarse en cuenta pues ellos, como los adultos, tienen derecho a la libertad de expresión y, por lo tanto, no puede obligárseles a opinar u actuar en algo en lo que no están de acuerdo.

Así que habría que preguntarles a los asistentes a la marcha si ellos tomaron en cuenta la opinión de los niños por los que marcharon y si serían capaces de aceptar que estos mismos niños puedan opinar de manera contraria a lo que ellos consideran es mejor para su futuro. Preguntar esto sí sería respetar el derecho y la voluntad de los niños. Si como adultos desean marchar e inconformarse, háganlo, es su derecho; pero no lo hagan si lo que buscan es violentar el derecho de los demás, iniciando por el derecho de quienes supuestamente son el motivo de sus manifestaciones.

Desde luego, México necesita que marchemos por niños como Herilberto, arteramente asesinado por el Gobierno, pero también hay que marchar por los miles de niños que han visto morir o desaparecer a sus padres o familiares. Marchemos por los niños de la Guardería ABC y por todos aquellos que no tienen acceso a la salud, la educación, la vivienda y, en general, a una vida digna. Marchemos con ellos y dejemos también que ellos tengan sus propios motivos para protestar.

Todos tenemos derecho a manifestarnos; sin embargo, seamos adultos y manifestémonos como tales, recordando que la dignidad de nuestra protesta siempre estará en razón de la defensa de los derechos humanos de todos, nunca de su disminución.