“La guerra del Milenio”

Aquiles Córdova Morán


“La guerra del Milenio”

La Crónica de Chihuahua
Julio de 2013, 13:44 pm

Es cierto que las opciones para ejercer la “irrestricta” libertad de opinión de que alardea el Estado mexicano, son cada vez más restringidas y más caras para mí, quizá por falta de “méritos propios” como dice Néstor Ojeda (algún día, cuando lo considere oportuno, daré mi versión de lo que ocurre con tal libertad en los medios y en las esferas gubernamentales) a quien me refiero más abajo. Aun así, venciendo todas las dificultades, he podido dar la pelea contra el locutor estrella de MILENIO televisión, Ciro Gómez Leyva, y no por sus críticas torpes y malintencionadas, ni por su desaprobación de lo que decimos y hacemos los antorchistas y yo (el elogio de ese señor nos infamaría más que sus ataques), sino porque, abusando de su condición de periodista y de la tribuna televisiva de que dispone, nos ha insultado de manera brutal e injustificada, nos ha acusado de delitos que nunca se ha molestado en probar ni en denunciar ante autoridad competente (lo que lo convierte en cómplice de tales delitos, según la ley), al mismo tiempo que, cual Júpiter tonante con poder omnímodo sobre la vida y la libertad de los simples mortales, exige insistentemente un golpe policiaco contra nuestras protestas legítimas y cárcel para los dirigentes.

En mi obligada y legítima defensa, sin embargo, siempre me cuidé de no tocar, ni por error, a la empresa MILENIO como tal, simplemente porque los ataques tenían nombre y apellido. Hoy eso ha cambiado, y no por mi culpa. El domingo 19 de junio, el antorchismo del Estado de México efectuó un imponente acto de masas en apoyo al Doctor Eruviel Ávila Villegas, candidato del PRI al gobierno de ese estado. Fue un evento absolutamente legal y legítimo, en completo acuerdo con los principios y derechos democráticos de que gozamos todos los mexicanos e igual a los que hicieron, por esos días, todas las fuerzas sociales que tuvieron capacidad para ello. Un acto, además, de gran congruencia y lealtad políticas, ya que, como todo mundo sabe, el PRI es el partido en el que los antorchistas hemos militado desde nuestro nacimiento como organización.

Sólo dos rasgos distinguieron nuestro evento de cualquier otro similar: la asistencia totalmente voluntaria de la gente y la magnitud del mismo: 84 mil almas reunidas en el municipio de Ixtapaluca, rigurosamente contadas, una a una, por los contadores automáticos colocados en los detectores de metales que se instalaron para la seguridad del candidato. Eso, para cualquier mente sana y equilibrada, sólo admitía una interpretación: el antorchismo demostró allí, sin lugar a dudas, su carácter de auténtico movimiento social con honda raigambre popular, con un apoyo tan genuino y entusiasta de sus miembros que sólo puede explicarse porque se sienten leal y eficientemente representados y defendidos en sus intereses legítimos, y porque confían en la limpieza moral y política de sus dirigentes. La gigantesca concentración echó por tierra, de un solo golpe y de manera irrefutable, toda la campaña de calumnias, acusaciones e insultos que han venido difundiendo, en contra del antorchismo y de sus líderes principales, algunos (siempre he dicho que sólo algunos) medios y periodistas, de los cuales Ciro Gómez Leyva es el más conspicuo representante.

Repito que todo esto fue obvio para cualquiera, sí, pero no para los jerifaltes de ese Liliput intelectual que ha hecho su nido en MILENIO diario y en MILENIO televisión. Para ellos, la fuerza de masas y la cohesión política que mostraron los antorchistas resultó una verdadera purga que les provocó una diarrea incontenible de insultos, acusaciones gratuitas y renovada exigencia de “castigo ejemplar” para quienes atropellan “con toda impunidad” el derecho al libre tránsito de los capitalinos. Por eso, esta vez, Ciro Gómez Leyva ya no acudió solo al combate; lo secundó todo el escuadrón de pigmeos morales e intelectuales que, junto con él, forman el reino de Liliput a que me refiero. Abrió fuego Carlos Puig quien, en su programa televisivo nocturno, literalmente atosigó al Doctor Eruviel Ávila buscando obligarlo a renegar de la opinión respetuosa que tiene de los antorchistas, a rechazar su apoyo político y a sumarse a la estúpida y tenebrosa campaña de calumnias y acusaciones en su contra, que encabeza la pandilla liliputiense de MILENIO. El tal Puig no se ruborizó siquiera por el papel de simple muñeco de ventrílocuo que le tocó desempeñar: con toda cachaza, y hasta con cierto orgullo, escupió en el rostro del candidato las mismas imputaciones gratuitas de “chantaje” y “extorsión política” que su maestro Ciro Gómez tiene acuñadas para su uso personal. Y fue realmente divertida la cara de asombro que puso ante la gallarda firmeza del Doctor Ávila. Seguramente fue la misma cara que pusieron los enanos de Liliput cuando apareció entre ellos el gigante Gulliver.

Le siguió otra vaca sagrada de MILENIO, Carlos Marín, quien en su columna “El asalto a la razón” repitió, “c” por “b”, la misma lección aprendida del mismo maestro: los antorchistas y su líder son unos despreciables chantajistas que sólo buscan dinero fácil para vivir sin trabajar. ¿Pruebas? Una sola: que lo dice Carlos Marín y eso debe bastar para cualquiera que se considere racional e inteligente. ¡Caray, señores de MILENIO! ¿No se les hace un desperdicio este derroche de “genio” contra unos cuantos chantajistas y extorsionadores? ¿No estarán matando pulgas a cañonazos cuando mandan a “sus mejores hombres” a la batalla, sólo para repetir las mismas gansadas que viene diciendo hace rato Ciro Gómez Leyva? Pero no; algo nuevo dijo el autor de “El asalto a la Razón” (ahora sé, por fin, quién es el asaltante y estuprador de la razón y por qué se llama así su columna): calificó de “abominable” que el Doctor Ávila haya dicho que el país requiere “muchos Aquiles” y “… para colmo, demandó ¡sus consejos!” ¡Claro que es “abominable”, digo yo! ¿Es que el Doctor Ávila no ve que lo que el país requiere no son “muchos Aquiles” sino muchos Ciros Gómez, Carlos Marines y Puiges -con perdón del plural- que le enseñen a batir con mentiras, majaderías y falsas acusaciones, pero con odio fanático de cruzados medievales, las luchas reivindicatorias del pueblo mexicano? ¡Con sus sabios consejos sí que México se iría directamente al Paraíso!

Siguió la joya de la corona: Néstor Ojeda, otro “genio” del “periodismo con carácter” de MILENIO, un señor cuya masa corporal es, según se deduce de la cultura universal y la agudeza intelectual que destila su columna, inversamente proporcional a su masa encefálica. Tan genial es este Ojeda que, sin siquiera saber leer correctamente, es decir, a pesar de ser un analfabeta funcional, es columnista estrella del club MILENIO. Dice que yo acusé “a los medios” de mentir “flagrantemente” cuando culparon a los antorchistas del “caos vehicular que sus bloqueos provocaron”. Pero yo no dije “los medios” sino “los noticiarios radiofónicos y televisivos del medio día y nocturnos”, que es algo bien distinto como entendería un párvulo, y no de los más brillantes.

Sí dije, y sostengo, que mintieron al hablar de “bloqueos”, porque era evidente que la causa estaba en el cierre policiaco de los accesos a Los Pinos. Y Ojeda, sin inmutarse y tal vez sin siquiera entenderlo, repite la misma mentira con toda tranquilidad. Dice que me quejo de que “ninguno reprodujo” mis “presuntas demandas sociales”; y otra vez miente, porque lo que yo dije es que resulta curioso que los medios sólo hablen del caos vehicular que provocan las marchas, pero que no digan nunca una palabra sobre los problemas de fondo que las provocan, sean ciertos o falsos, legítimos o ilegítimos. No me quejé de que no “reproduzcan” mis demandas, sino de que silencien los problemas sociales, porque eso es una distorsión descarada y tendenciosa de la información. Y de una vez aclaro que es en este punto cuando yo enumero las demandas de “mi” marcha, cosa que Ojeda niega más adelante mintiendo por tercera vez.

Se indigna Ojeda porque digo que hay 85 millones de pobres en México; y con envidiable empeño la sentencia: eso obliga a cualquiera medianamente cuerdo a decir “don Aquiles: no se la prolongue, estamos jodidos pero no tanto”. Pues, con perdón de este académico de la lengua, yo digo que un periodista medianamente educado y respetuoso de su oficio, se avergonzaría de semejante jerga de pandillero lumpen y especializado en soeces calambures, y por honradez intelectual habría completado su crítica consignando el dato correcto y la fuente de donde lo tomó. Con su desmentido ramplón y tramposo, Ojeda se exhibe no sólo como un tipo lépero y vulgar, sino además como un defensor servil y mercenario de las cifras alegres de la estadística oficial. Dos cosas más: “de pasada”, Ojeda envía este mensaje “a Peña Nieto y a Eruviel: embárrense de lo que quieran, pero no de esa porquería”. ¡Pues claro! ¡Es mejor que se embarren con el excremento mediático que producen Ojeda y consortes, que es también pura “porquería” pero es teocuitlatl (excremento divino, como llamaban al oro los mexicas), evacuación intelectual de los “genios” liliputienses de MILENIO. Dice que oculto “mis demandas” para así vender mi imagen de líder social, cuando realmente soy un vulgar chantajista que extorsiona a los tres niveles de gobierno. Primero, eso es una burrada imperdonable hasta para un Ojeda, pues es obvio que lo que un falso líder social necesita, para ser creído, es vocear lo más alto que pueda sus demandas y no ocultarlas, puesto que no se entiende qué ganaría con ello. Segundo, ya dije que miente porque sí enumero claramente los motivos de “mi” marcha; y ahora agrego que, aunque así no fuera, él y todos los medios de la capital los conocen perfectamente por haberlos publicado puntualmente, y en varias ocasiones, yo y otros dirigentes antorchistas. Sobre si soy un líder social o un simple estafador, le propongo a Ojeda una prueba segura para salir de dudas: que convoquemos ambos el apoyo de nuestros respectivos seguidores en esta disputa y que contemos cuántos reúne él y cuántos yo. Tendremos así una demostración visible de quién es quién, esto es, quién es el dirigente social y quién el verdadero chantajista que vive de vender su pluma y su conciencia. ¿Acepta o no, señor Ojeda?

Y viene la cereza del pastel. El sábado 25 de junio, en milenio.com, columna Trascendió Puebla, aparece un suelto que afirma que me reuní con la “cúpula de la agrupación en un lujoso restaurante de la ciudad capital, alejado de las paupérrimas masas populares y campesinas. El “maestro” Aquiles Córdoba -sigue- acostumbra sentarse a la mesa antorchista con la espalda contra la pared, y para acudir al sanitario del restaurante, tres de sus elementos de seguridad personal -guaruras- lo acompañan y no lo dejaron solo ni por un minuto… ni para ir al baño”. La nota es un sucio ataque porque ni hubo tal reunión “con la cúpula antorchista” ni se ve, si ése fuera el caso, qué tenían que hacer allí “las paupérrimas masas populares y campesinas”. Pero es algo más: es una persecución personal inadmisible, un indignante y criminal abuso del oficio de periodista y una delación simple y llana, trabajo de soplones que despeja el camino a quienes me han amenazado de muerte en reiteradas ocasiones, como he informado puntualmente en su momento. La publicación de detalles sobre mi vida y actividad privadas, como han hecho los “reporteros” de MILENIO, es un atentado contra mi seguridad, contra mi vida y la de mis acompañantes, que no son “guaruras” sino jóvenes de buen corazón y mejor conducta, hijos de antorchistas sin entrenamiento especial ni armas de ningún tipo (como lo han constatado los retenes policiacos y militares que me revisan cada vez que viajo) que juegan sólo un papel disuasivo y testimonial. Por eso, a partir de ahora, responsabilizo a esa gente de lo que pueda sucedernos en el futuro.

Ésta es, en síntesis, la nueva situación de que hablé al principio. Los ataques que reseño, incluido el de Jairo Calixto Albarrán que no detallo por grosero y estúpido, comparten dos características: reiteran pura y simplemente, sin siquiera intentar un ensayo de prueba lógica o legal, las acusaciones de chantaje y extorsión políticos decretadas por Ciro Gómez Leyva; y advierten “a Eruviel Ávila y a Enrique Peña Nieto” del peligro que corren si persisten en su actitud de reconocimiento legal y diálogo respetuoso con los antorchistas. Y no hay que olvidar que esta avalancha mediática se desató, justa y exactamente, el mismo día del evento masivo del 19 de junio. Es claro, pues, que lo que hay en el fondo de la “guerra del MILENIO” no es la defensa del derecho al libre tránsito de los capitalinos, ni el combate al “chantaje” de que hace víctimas a los “indefensos” gobiernos estatales y federal el leviatán antorchista, sino los grandes intereses político-electorales que están en juego en los días que corren y en los que están por venir. Así se explica la rabiosa ofensiva provocada por el multicitado evento de Ixtapaluca, y así se explica, también, la entrada en liza, para reforzar a Ciro Gómez Leyva, de los más expertos liliputienses de MILENIO en el oficio de lustrar las botas del amo con la lengua, como maestros de la lengua que son. Los antorchistas no pretendemos dar lecciones de política al licenciado Enrique Peña Nieto ni al Doctor Eruviel Ávila; tampoco alertarlos contra la perfidia del mundillo corrupto de los pigmeos intelectuales alineados con Ciro Gómez Leyva. Sabemos que ambos son adultos plenamente responsables de sus actos y que no necesitan de vejigas nestorianas para nadar. Nos limitamos, por eso, a proclamar ante la faz de nuestros detractores, urbi et orbi: “El ave canta, aunque la rama cruja, como que sabe lo que son sus alas”.