La explotación: de Dacca a Estocolmo

Omar Carreón Abud


La explotación: de Dacca a Estocolmo

La Crónica de Chihuahua
Junio de 2013, 18:28 pm

No se quiere, no conviene entender que gran parte de los más grandes problemas que azotan actualmente a la humanidad se explican por la forma de producir que está vigente, aunque cada vez esté menos vigorosa y más enferma. No debiera haber confusión: producir y vender todo lo que se pueda sólo para obtener ganancias, está destruyendo al hombre y al planeta entero; los bajísimos salarios son el otro polo, opuesto e indispensable, de los grandes beneficios privados, la desocupación se explica en función de la imposibilidad de contratar para obtener utilidades; la contaminación escandalosa casi de todo y el calentamiento global terrible no son consecuencia de una mayor producción de satisfactores para aumentar la tranquilidad y felicidad humanas, sino resultado directo de la obsesiva, depredadora búsqueda de ganancias. La vida diaria confirma todos los días que éstas no son simples ideas disolventes de amargados y enemigos del progreso, sino una cruda realidad. Tomo ahora –sólo del mes último- dos sucesos de alcance mundial que son extremadamente útiles para volver a comprobarlo.

Uno. La muerte en Dacca, Bangladesh, de más de 300 modestísimos obreros textiles entre quienes –como en los edificios derrumbados en el terremoto de México en 1985- había numerosas mujeres jóvenes, como consecuencia del colapso de un inmueble de ocho pisos en el que se elaboraba ropa de moda con marca de fama que se vende en los mejores comercios del mundo. Las noticias reportan que ya se había dado la alarma del peligro que corría la construcción y que sólo un banco, con sus ejecutivos y empleados, se salió del lugar un día antes de la tragedia porque los empleadores de los infortunados obreros textiles nada hicieron por su personal.

Además de la nula importancia que le concedieron los patrones a la vida de quienes producían para ellos, el hecho puso al descubierto datos muy relevantes para reafirmar los conocimientos sobre los orígenes de la ganancia. Entre los cadáveres y los escombros aparecieron documentos sobre pedidos de mercancías que informan que la ropa en cuestión se fabrica a un costo que apenas llega a la décima parte del precio de venta en las elegantes tiendas de Europa y el mundo. La empresa Mango, por ejemplo, tenía un pedido de 12 mil 85 playeras que en tiendas del Reino Unido se venden hasta 46 dólares la pieza y, en el documento hallado en las ruinas del edificio, consta también que se pagarían por ellas apenas 4 dólares con 45 centavos la pieza; la empresa Mango obtendría –sólo por este pedido- una ganancia de 502 mil 131 dólares, es decir, más de medio millón de dólares. ¿Dónde está la magia, el secreto o, si se quiere, el genio para los negocios de los señores dueños de esta empresa? Muy sencillo, en que cada trabajador gana ¡1 dólar con 37 centavos al día! en que se le paga el valor de su fuerza de trabajo (que es ínfimo como se ve) pero no el valor de lo que produce.

“En la producción capitalista –dijo el genio más grande que en la humanidad ha existido- el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo tiene como finalidad acortar la parte de la jornada durante la que el obrero trabaja para sí mismo, con el fin de alargar de este modo la otra parte de la jornada, durante la cual tiene que trabajar gratis para el capitalista… El capital es trabajo muerto que no sabe alimentarse, como los vampiros, más que chupando trabajo vivo, y que vive más cuanto más trabajo vivo chupa”.

Dos. En Estocolmo, ciudad con imagen de bella, pacífica, equitativa, en la capital de un país que tradicionalmente recibe inmigrantes y solicitantes de asilo, estallaron apenas importantes y preocupantes motines en los que participaron miles de jóvenes iracundos. Como en Francia en 2005 y en Inglaterra en 2011, los muchachos salieron durante varias noches, quemaron contenedores de basura, apedrearon comercios y vitrinas en general y les prendieron fuego a más de cien automóviles que encontraron estacionados a su paso. La furia desbordada. Pero, ¿por qué?

El crecimiento económico de Suecia se ha desplomado desde tasas por encima del 6% hace tres años hasta situarse por debajo del 1% el año pasado; la OCDE ha hecho retroceder al país de la cabeza del clasificación de sociedades con mayor igualdad hasta el puesto 14. Suecia es el país industrializado que más ha visto afectada la equidad social en los últimos 25 años, los ricos son ahora mucho más ricos y los pobres mucho más y más pobres; y en las áreas que rodean a Estocolmo, en las que viven inmigrantes hasta de segunda y tercera generación, el desempleo juvenil llega hasta el 32 por ciento. Los actos vandálicos fueron protagonizados, pues, por jóvenes hijos o nietos de inmigrantes a quienes el sistema rechaza y no les brinda ni estudio ni trabajo. El mismo genio ya citado, que con su trabajo previó científicamente todas estas calamidades, les llamó ejército industrial de reserva.

“Cuanto mayores son la riqueza social, el capital en funciones, el volumen y la intensidad de su crecimiento y mayores también, por tanto, la magnitud absoluta del proletariado y la capacidad productiva de su trabajo, tanto mayor es el ejército industrial de reserva. La magnitud relativa del ejército industrial de reserva crece, por consiguiente, a medida que crecen las potencias de la riqueza”.

Ahí está el Marx vivo, el Marx benéfico. Si se estudiara más El Capital y, sobre todo, si se le tomara en cuenta, si no se hiciera tanto caso de las patrañas que enseña la teoría de la utilidad marginal que con legiones de economistas no ha sido capaz ni de prever ni de parar la crisis, la humanidad empezaría a salir de todas estas brutales manifestaciones de salvajismo y empezaría a entrar, ahora sí, a la era de la civilización.