La esencia del Nuevo Modelo Educativo

EDITORIAL


La esencia del Nuevo Modelo Educativo

La Crónica de Chihuahua
Julio de 2017, 20:51 pm

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Buzos de la Noticia

Muy poco tiene de nuevo el modelo educativo que en marzo de este año dieran a conocer el Presidente de la República y el secretario de Educación. Quizás lo único nuevo sea la forma de engatusar a las comunidades escolares y a la opinión pública en general, para que acepten sin ninguna resistencia los verdaderos fines, la esencia de ese Nuevo Modelo Educativo (NME), que se proponen implantar integrando todos los niveles, desde la educación básica hasta la universitaria.

El NME responde a las necesidades del Estado, cuya prioridad es hacer que prevalezca el modelo económico al que sirve; para ello ha diseñado tranquilizantes señuelos como la promesa de otorgar cierta autonomía a las escuelas de educación básica, cuyo funcionamiento ofrecen poner en manos de los padres de familia, profesores, comunidades y, algo muy importante, “otros elementos de la sociedad”, por donde se colarán fácilmente los intereses de la iniciativa privada.

Las comunidades escolares, dicen los promotores del NME, tendrían la facultad de contratar maestros que impartan asignaturas complementarias y en horarios distintos a los oficiales; pero en realidad esto no puede funcionar en comunidades desorganizadas, sin preparación ni recursos financieros, situación que priva en todo el territorio nacional. Así, no es más que una renuncia del Gobierno a su responsabilidad de financiar la educación de la sociedad, además de un engaño, un pretexto para entregar esta importante función del Estado a la iniciativa privada.

Al expresar su preocupación por que se respeten los mandamientos constitucionales, como la educación laica, el Gobierno Federal busca la aprobación general de un modelo educativo que coadyuve a la conservación del neoliberalismo económico dominante en el planeta, responsable de la abisal desigualdad; de la más injusta distribución de la riqueza social que se haya presentado en la historia de la humanidad antes de entronizarse el capitalismo; de todos los estragos que ocasiona la pobreza extrema; de la marcha acelerada del planeta hacia su colapso total por el sobrecalentamiento y del peligro de una guerra nuclear que no deje ser viviente alguno.

Hoy más que nunca, a la clase empresarial le resulta indispensable formar desde la primera infancia a un hombre que se adapte a las condiciones existentes; que acepte dócilmente las leyes establecidas, por injustas que sean, que no se atreva a cuestionarlas y menos intente cambiar las condiciones sociales; a esto responde uno de los ejes sobre los que gira el NME y que plantea inculcar en la niñez la convivencia pacífica, el respeto a las leyes y la disposición a servir, entre otras “habilidades”, que redundan en su completa sumisión a los dictados del capital.

El modelo no es nuevo. Hace décadas que comenzó a formarse un hombre así: adaptable, respetuoso de la ley, de las instituciones existentes; un hombre capacitado para el cambiante proceso productivo pero indiferente a la formación humanística, al conocimiento científico; en la década de los 70 del siglo pasado se eliminaron buena parte de las humanidades y se crearon carreras cortas que otorgan el grado de profesionales técnicos y que frenan el deseo del estudiante de ingresar a las universidades.

La educación básica tampoco permaneció intacta; las ciencias sociales y las humanidades también han sido desplazadas de los planes de estudios y hoy ocupan un lugar de mínima importancia.

El NME no es más que la culminación de un proceso que empezó en el último tercio del siglo pasado, se intensificó antes de iniciar el presente siglo y que ahora da un paso muy importante hacia su objetivo clasista; el Estado no ha buscado nunca la formación del hombre nuevo que necesita México, un ciudadano culto, que critique la desigualdad, se rebele contra las injusticias y esté dispuesto a promover cambios radicales; al sistema, en cambio, le conviene un individuo adaptado a la terrible situación de pobreza e inequidad que caracterizan a la sociedad actual; respetuoso de las leyes impuestas por una minoría, en una palabra un individuo sumiso. Esta semana, los especialistas consultados por buzos coinciden en que ésta es la esencia del NME.