La epopeya de los niños del preescolar “Rayénari”

CHIHUAHUA: 40 AÑOS DE ANTORCHISMO


La epopeya de los niños del preescolar “Rayénari”

La Crónica de Chihuahua
Noviembre de 2014, 21:37 pm

**El Movimiento Antorchista de Chihuahua celebrará el aniversario número 40 de la fundación de su organización, con una fiesta que congregará a 7 mil de sus integrantes en el estado, el próximo día 9 de noviembre a las 10 de la mañana en el Polifórum Chihuahua, de la capital.

Chihuahua, Chih.- La falta de aulas en el kínder de la colonia Granjas La Soledad llenó muchas páginas de periódicos impresos y digitales a lo largo de varios años, y el drama fue llevado a las pantallas de la televisión también.

Y no era para menos, porque la opinión pública se conmovía cada vez con la historia de los chiquitines que debían soportar fuertes fríos y calores infernales, dependiendo de la estación, así como con aquella vez en que debieron sufrir la destrucción de su local provisional a causa de una inundación que arrastró las aulas provisionales. A los ojos de los lectores y televidentes, los niños fueron una especie de héroes-mártires de la educación básica.

Ésta es su historia.

El jardín de niños Rayénari fue fundada hace 8 años en el esquema de Conafe (Consejo Nacional de Fomento Educativo), cuando las profesoras Julia Cruz Palma y Elizabeth Salmerón, quienes eran moradoras de la Casa del Estudiante “Antonio Sosa Perdomo”, obtuvieron una beca a cambio de impartir clases. La iniciativa fue de los colonos de La Soledad, organizados en Antorcha, quienes proporcionaron una vivienda al principio como local provisional.

El kínder con instalaciones propias es un logro de padres de familia, pero también de manera muy especial, de los colonos organizados, gracias a que incluyeron estas necesidades dentro del pliego petitorio del Movimiento Antorchista ante el estado.
Cuando el Movimiento Antorchista Nacional empezó su trabajo en esta colonia, en común acuerdo con sus habitantes, se llegó a la decisión de que se lucharía en primer lugar por espacios educativos. Es así que en 2006, los colonos consiguieron dos claves con la Secretaria de Educación y Cultura del gobierno estatal -que en ese momento encabezaba José Reyes Baeza-: una clave para la primaria y una para el kínder, y en ese mismo año se consiguió el terreno para la primaria donde se construyeron varias aulas.

Sin embargo, el jardín de niños tuvo que impartir clases en dos salones móviles, sin aire acondicionado, agua, drenaje o calefacción, a pesar de que el clima en esta entidad es extremoso.

En el transcurso de ese tiempo, las profesoras, que son originarias de San Rafael, municipio de Urique, terminaron la carrera en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN).

El trabajo escolar se realizaba en dos “trailas” en calidad de aulas provisionales, dentro del terreno de la primaria. Se dio la pelea también ante el gobierno del estado, y se consiguió plaza para la maestra Elizabeth. Se logró asimismo una plaza interina para la maestra Julia Cruz.

En noviembre de 2012, por fin, y luego de que la operación se aplazara por diferentes motivos, el gobierno del estado realizó la compra de un predio suficientemente grande, en seguida de la primaria, para el Rayénari, en 400 mil pesos.

El plantel quedó con cuatro aulas, una de las cuales se utiliza como dirección. Es de destacar que aquí se aplicó un nuevo modelo de construcción de escuelas, en el que cada aula tiene su baño integrado, para mayor comodidad de los niños. El plantel tiene cercado perimetral de malla ciclónica, rodapié -que es una protección de concreto y refuerzo de la cerca-, bebederos, fosa séptica e instalación eléctrica.

Antonio Escamilla Meza, dirigente del Movimiento Antorchista, resumió así la hazaña del kínder Rayénari: “Se dice fácil, pero fueron siete largos años de una lucha sin cuartel, en dos diferentes administraciones estatales, y la demanda de terreno y de aulas para este kínder se enarboló de manera permanente, empezando con la solicitud formal, luego con gestiones administrativas, múltiples negociaciones con los diferentes funcionarios, con por lo menos dos secretarios de Educación, y fueron necesarias muchas comisiones negociadoras, reuniones, mesas de trabajo, incluyendo también varias movilizaciones, mítines y hasta una manifestación de protesta en las calles de la ciudad. Una lucha larga y tortuosa, muy difícil, pero cuyo resultado final nos llena de satisfacciones a todos, sobre todo a los padres y a los colonos, quienes en el camino hicieron acopio de grandes enseñanzas”.