La derrota de la División del Norte y el asesinato de Villa

Artículo de Antonio Escamilla Meza


La derrota de la División del Norte y el asesinato de Villa

El general Francisco Villa, ante los enviados de Adolfo de la Huerta, a la sazón Presidente interino de la República , firmó su rendición el 28 de julio de 1920 en Sabinas, Coahuila, tras haber realizado una de las travesías más sorprendentes de la historia de México, pues, en 13 días, con más de 800 hombres, en medio de serranías y desierto, casi sin alimentos, a punto de morir de sed y en territorio enemigo, logra recorrer una distancia de 700 kilómetros, partiendo de Encinillas, Chihuahua. “El general Villa depone las armas para retirarse a la vida privada…” rezaba el acta de rendición.

Así, es decir, retirado a la vida privada, sin estar levantado en armas, el 20 de julio de 1923 en Hidalgo del Parral, cae asesinado el general Francisco Villa, a manos de un grupo de sicarios organizados por Melitón Lozoya, oriundo de la Cochinera, Durango, y por un tal Jesús Salas Barraza, entonces diputado local por el Oro, en el mismo Estado, ambos enemigos personales de Villa, y, al mismo tiempo, instrumentos asesinos del poder. Detrás del asesinato de Francisco Villa, según algunas versiones, se encontraron algunos de los hombres más acaudalados de la región, quienes no veían con agrado la competencia que para sus negocios e intereses políticos representaba el proyecto económico y social villista en la ex hacienda de Canutillo. Otras versiones, apuntan al entonces gobernador de Durango, José Agustín Castro, con quién Villa se había enfrentado, y al general Joaquín Amaro, en esos momentos jefe de la tercera zona militar, que persiguió a Villa entre 1917 y 1919, quien estaba al tanto del complot que se estaba organizando. Pero, dado que la probabilidad de que Villa se sumara a una posible rebelión en apoyo a Adolfo de la Huerta, en contra de la carrera política del general Plutarco Elías Calles (quien era apoyado fuertemente por el presidente Obregón), y dada la gran simpatía popular con lo que aún contaba, existen versiones que apuntan al propio gobierno como implicado en el asesinato o como el principal organizador del crimen. Según esta versión, pues, el asesinato en cuestión fue un crimen de Estado, en contra de uno de los líderes populares y revolucionarios más representativos del pueblo de México. Este asesinato junto, con el de Emiliano Zapata, simbolizan, en la Revolución Mexicana, la derrota del pueblo mexicano y el triunfo de los representantes más conspicuos de la burguesía naciente en México.

No obstante, ningún mexicano debe olvidar lo que Villa significó para la Revolución Mexicana:

Él y Pascual Orozco, ante la indecisión de Francisco I Madero, forzaron la toma de Ciudad Juárez, en mayo de 1910, con lo que se provocó la caída del dictador Porfirio Díaz.

Después del artero asesinato de Madero a manos de Victoriano Huerta, Francisco Villa, con tan sólo 8 hombres, se une a las fuerzas que repudian al usurpador Huerta y al paso de seis meses logra unificar las fuerzas revolucionarias de la región y ponerse al frente de la famosa División del Norte, ejército popular compuesto por trabajadores urbanos (mineros, ferrocarrileros, etc.), artesanos, jornaleros agrícolas, uno de los pilares indiscutibles en la guerra contra el ejército huertista y protagonista de grandes batallas que condujeron a la toma de plazas tan estratégicas como Torreón, Ciudad Juárez, Chihuahua, Saltillo. Muchos historiadores y estudiosos del tema consideran que fue la toma de Zacatecas por la heroica División del Norte, el 23 de junio de 1914, lo que rompió la columna vertebral del ejército de Huerta (quien semanas después renunciaría y huiría de México). El camino a la ciudad de México quedaba totalmente desbrozado; de tal manera que fue Francisco Villa, con su ejército revolucionario y popular, el que ganó la guerra contra Huerta.

Francisco Villa como gobernante demostró una gran capacidad administrativa; restableció el orden público (en aquel entonces John Reed afirmaba que Chihuahua era más segura que Nueva York), abarató los artículos de primera necesidad, liberó a la frontera de Ciudad Juárez del cobro de impuestos para que los productos extranjeros se vendieran más barato; emitió papel moneda; confiscó los bienes muebles e inmuebles de grandes potentados como Luis Terrazas e hijos y los hermanos Creel, entre otros, en favor de los huérfanos y viudas de la revolución; prometía que, una vez acabada la guerra, entregaría las tierras y haciendas confiscadas a sus legítimos dueños y sus soldados revolucionarios; abrió el Instituto Científico y Literario e hizo construir más de 50 escuelas en su breve período de gobernante.

Villa era la parte más avanzada de la Revolución, la parte más revolucionaria, porque representaba a los obreros mineros, a los ferrocarrileros, al pueblo trabajador asalariado del norte; por eso Villa tenía más visión que Zapata, por eso gobernó para el pueblo cuando fue gobernador de Chihuahua, y en su hacienda de Canutillo practicó una especie de socialismo primitivo antes que lo asesinaran. Villa era la vanguardia, la avanzada de la revolución, por eso era más radical, más enérgico y más decisivo en la lucha que Zapata; mientras duró la fase armada de la Revolución nadie opacó la estrella de Villa, nadie igualó a Villa como estratega y como militar.

¿Y por qué no fueron Villa y Zapata los que se quedaron con el poder siendo que ellos ganaron la guerra y a pesar de que hasta estuvieron en la silla presidencial, en el palacio nacional? Porque siendo los dos más grandes líderes del pueblo, no supieron qué hacer con él, porque decían que eso era para los instruidos, para los letrados, para los trajeados, y dejaron voluntariamente el poder. Y por eso Carranza, que sí sabía para qué era el poder, se adueñó de él. Mataron a Carranza en 1920, y luego el poder quedó en manos de los representantes más conspicuos de los ricos, de la burguesía naciente: Obregón, Calles y otros.

La derrota de la División del Norte y la muerte del general Villa constituyen para los desposeídos, para los pobres de México, una tragedia nacional que hay que asimilar con entereza para levantarnos como un solo hombre, dirigidos por una vanguardia científicamente educada y probada al fragor de la lucha, para que construyamos un México libre de explotación, de pobreza, de injusticias y de ignorancia.