La aventura del carro que vuela sobre Delicias

**Se trata de un “flying parachute”, un vehículo ligero dotado de un gigante ventilador a motor, y de un ala flexible con la que este carrito puede elevarse y maniobrar en el aire.


La aventura del carro que vuela sobre Delicias

La Crónica de Chihuahua
Diciembre de 2010, 18:07 pm

Por Froilán Meza Rivera

Ciudad Delicias- La figura de un carro volador sobre la ciudad provocó pánico, curiosidad y morbo, y a partir del fin de semana pasado el hecho se convirtió en uno de los principales temas de conversación.

El asunto ha dividido opiniones entre los delicienses, pues quienes pudieron presenciar el paso de un vehículo de motor tripulado por encima de sus cabezas se esfuerzan por convencer a los escépticos, y éstos no quieren creer a los primeros.

¿Un carro que vuela?

En efecto, en días pasados, Octavio Porras Villa efectuó en el aeródromo de esta ciudad, algunos vuelos en su carrito. Se trata de un vehículo del tipo tubular, de tres llantas, con motor de cuatro cilindros y con una hélice parecida a la que llevan las lanchas que se usan en los pantanos, y que lo impulsa hacia delante. El ascenso lo permite el ala ligera, que es del tipo de paracaídas y que una vez que se infla y se estabiliza, el impulso del motor y su hélice mantiene al carrito en el aire de una forma bastante estable.

Es el primer vehículo de su tipo que haya sido volado en esta región.

Contrario a lo que afirman muchos acá, Octavio no hizo el carrito con sus manos. Se trata de un vehículo de patente, de la marca Buckeye, fabricado en Argos, Indiana, Estados Unidos por la empresa Buckeye Aviation. El ala es un paracaídas Buckeye también, pero hecho en Israel. El motor es un Rotax de la firma Bombardier, manufacturado en Austria.

El propietario del famoso “carro que vuela” deja en claro que no es propiamente un automóvil adaptado para volar, sino una especie de aeronave ligera que no es experimental, sino una patente ya de muchos años en los Estados Unidos.

El nombre en inglés es “powered parechute”, es decir, “paracaídas impulsado”.

Modelos similares a éste son usados por aventureros en todo el mundo y, según Octavio Porras, es un avioncito bastante estable. “Mira, habrás visto la película ’Volando a casa’, en la que Amy, una niñita que adopta a una parvada de gansos canadienses, los salva llevándolos a un lugar seguro en el Sur, pero ella va delante de ellos en un aeroplano como el mío, pero de ala rígida”.

Octavio se enamoró del carrito volador desde que lo vio volar en Hatch, Nuevo México, donde vivió y donde conoció al dueño, quien al cabo de muchos años accedió a vendérselo. Cuando lo compró, tuvo que repararlo, sobre todo del carburador, que estaba sucio porque tenía mucho tiempo sin usarse.

Es una estructura tubular de aluminio de aviación, que es de tipo grueso y resistente a la presión, hecho de puras juntas sin soldadura para que no se quiebre con las vibraciones. En un vuelo normal, el carro-avión-paracaídas gasta 13 litros de gasolina en una hora, y tiene un tanque de 22 litros que le permite volar sin ninguna restricción por una hora y media, y todavía le sobra un poco para alguna emergencia.

Octavio Porras se siente seguro en el aire: “Es un vuelo muy seguro porque la velocidad de crucero es de 32 millas por hora, y es muy placentero porque no vibra ni hay bajones por bolsas de aire... es que el carrito va colgando y el piloto no resiente las turbulencias”.

La primera pasajera deliciense en volar en el aparatito fue Jimena Porras, la hijita de siete años de Octavio.
(Dic. 31, 2010)