La asfixia del Metro en manos perredistas

EDITORIAL


La asfixia del Metro en manos perredistas

La Crónica de Chihuahua
Abril de 2017, 20:38 pm

Después del salvaje incremento a la tarifa del Sistema de Transporte Colectivo Metro (STC Metro), ninguno de los compromisos contraídos en 2013 por el jefe de Gobierno de la Ciudad de México (CDMX) se cumplió cabalmente; al contrario, las cosas han empeorado en todos los aspectos y los analistas pronostican todavía peores condiciones en el corto plazo al no avizorar salida alguna para los crónicos problemas si la política oficial en este sistema de transporte se mantiene sin un cambio drástico en la aplicación de sus recursos presupuestales.

La construcción del STC Metro obedeció a dos poderosas razones económicas: la primera fue la perspectiva de un negocio muy redituable y seguro, un mercado cautivo, sin peligro de competencia; la segunda, la necesidad de dar fluidez a la fuerza de trabajo hacia los centros industriales o de servicio a millones de obreros, empleados y burócratas; por lo tanto, nunca fue pensado para beneficio exclusivo de la población trabajadora, sino de la clase patronal; se trataba de satisfacer el imperioso afán de lucro de los capitalistas; a pesar de esto, los trabajadores experimentaron un alivio con la inauguración de ese transporte urbano en la batalla cotidiana por acudir a sus centros fabriles, de comercio o de servicios y durante varios años el traslado fue más económico, soportable y menos extenuante, haciendo el trabajo más productivo y representó una alternativa al contaminante uso de combustibles fósiles.

Pero la inagotable sed de ganancias a costa de la clase obrera se hizo presente de nuevo a través de la corrupción que priva cuando se trata de elegir las empresas encargadas de construir nuevas líneas y dar mantenimiento y conservación a los trenes e instalaciones en general, en el desvío de los recursos del STC Metro, en la elevación del precio del boleto, que en menos de 50 años ha sufrido cuando menos 11 incrementos y en el incumplimiento de las promesas de mejoría realizadas por las autoridades capitalinas.

En los últimos cuatro años, los ingresos por la venta de boletos aumentaron en muchos miles de millones de pesos debido a la exagerada elevación del precio en el pasaje (más del 66 por ciento).

Se asombraría el curioso que calculara el ingreso mensual tomando como base la cifra oficial de 5.5 millones de usuarios al día, por un pasaje de ida y vuelta durante solo cinco días de la semana.

La cifra resultante incluye el sacrificio adicional a que fue obligada la población trabajadora cuya única forma de trasladarse a su centro de trabajo es el uso de este medio de transporte; pero ya no el asombro, sino la indignación tiene que embargar a quien se entere que el sacrificio del pueblo no ha sido compensado ni siquiera parcialmente con el cumplimiento de alguno de los 11 compromisos contraídos por el jefe de Gobierno, que dentro de dos años concluirá su mandato sin atender los agudos problemas estructurales y de funcionamiento del STC Metro causados por la negligencia y la corrupción política y administrativa.

A la clase dominante y al gobierno a su servicio les importan más las ganancias provenientes de este fabuloso negocio y por ello siempre han buscado reducir al mínimo sus costos, aunque para ello tengan que sacrificar al medio ambiente, los exiguos ingresos y la comodidad de los usuarios.

Se preocupan por la conservación de sus ganancias, pero no por evitar el deterioro del servicio. Los usuarios, ante por la decadencia del STC Metro, comienzan a evadirlo y buscan otro medio de transporte.

Se abre una nueva perspectiva para los dueños del capital dispuestos a invertir y satisfacer esta nueva demanda: ante el inminente colapso del STC Metro, la iniciativa privada ya se afila garras y colmillos. ¿A esta meta nos conduce este gobierno burgués de “izquierda”?

Se comprueba una vez más que en este sistema todo gobierno sirve a los intereses de su clase y de los suyos propios; obedece a los dictados de la clase empresarial, por ella estará siempre dispuesto a posponer y aún a sacrificar los intereses de la población mayoritaria.