La Cueva de la Soledad: Hallazgo en Baja California

** "Ahí se podían apreciar venados corriendo o a punto de saltar, borregos cimarrones y chamanes celebrando ceremonias mágicas. Quedé maravillado ante este encuentro insólito."


La Cueva de la Soledad: Hallazgo en Baja California

La Crónica de Chihuahua
Enero de 2021, 14:44 pm

Carlos Lazcano, experto espeleólogo, nos presenta esta cavidad (que aloja increíbles pinturas del estilo Gran Mural), y que él mismo ha calificado como "una de las más bellas que ha visto en 40 años de trabajo".

Fuente: México Desconocido

En 2012 comencé a efectuar una serie de cabalgatas por el desierto central de Baja California con el fin de ir registrando los sitios de arte rupestre que existen en esta región. A lo largo de varios recorridos, algunos de hasta diez días, fui conociendo una serie de parajes en medio de planicies y pequeñas sierras en donde solo crecen cactáceas, pequeños arbustos y cirios. Es un reino de piedras en donde el sol predomina, sus cielos son abiertos y los horizontes suelen ser infinitos, a menos que uno entre por las sierras y se tope con profundos cañones rocosos llenos de silencio y soledad.

Casi nadie vive en estos parajes que se encuentran en medio de la reserva natural llamada Valle de los Cirios. Contiene algunos pocos ranchos, dispersos entre miles de hectáreas desérticas. Algunos caminos de tierra cruzan por aquí, pero la mayor parte solo se comunica por medio de antiguas veredas, algunas de ellas abiertas por los indios cochimí hace un tiempo inmemorial, y otras hace más de 200 años, por los primeros misioneros que incursionaron por aquí para evangelizar a los indios que no eran muchos y se les encontraba igualmente dispersos en esas inmensidades.

Gracias a incursiones previas que he venido haciendo desde hace muchos años, conocía a varios de los vaqueros y pequeños ganaderos que por ahí viven. Ellos me decían haber visto una serie de sitios de arte rupestre, generalmente ocultos en cavidades o abrigos en medio de los cañones o de las planicies. Desde luego, no pude ser indiferente antes estas noticias y fue así que empecé a planear registros sistemáticos y metódicos en busca de ellos.

Fueron muchos los recorridos a caballo que hice con los vaqueros. En casi todos los casos, ellos conocían de esos lugares por sus padres. Muchos de los sitios estaban relativamente cerca de las veredas, otros en lugares remotos, que ni siquiera a caballo se podía llegar, solo a pie y con bastante dificultad. Los más inaccesibles habían sido localizados por sus padres o abuelos de manera fortuita, casi siempre al ir en busca de algún animal suelto que estaba extraviado. Fue así como mis guías me mostraron sitios maravillosos, a pesar de que tenían muchos años (hasta 30 años) sin ir, pero recordaban bien su ubicación, cosa que me impresionó.

A medida que fui avanzando en mis registros, noté que algunos de los sitios más bellos y espectaculares se encuentran en los lugares más remotos y difíciles de llegar. En general, parece haber una relación directa entre la belleza del sitio y su lejanía.

Lo mejor vendría después…

Uno de mis mejores guías me dijo que me prepara, ya que haríamos una cabalgata larga, de varios días, en que visitaríamos algunos de los sitios rupestres más difíciles de llegar. En realidad lo de menos fue cabalgar, ya que casi todo el tiempo anduvimos fuera de las veredas y nos metimos en algunos terrenos muy quebrados que nos obligaron a desmontar y seguir a pie cabresteando el caballo. En el último sitio tuvimos que dejar los caballos en el campamento, ya que la vía no era apta para los animales.

Después de caminar sobre el amplio cauce de un arroyo seco, entre grandes bloques rocosos y en medio de paredes de piedra desnuda, empezamos a subir por una ladera de piedra volcánica. Ascendimos casi toda la cuesta, hasta alcanzar la orilla de la meseta volcánica, justo en un frente como terraza de piedra, en donde había una serie de cavidades y abrigos originados entre tobas y conglomerados volcánicos. Finalmente, después de varias horas, llegamos a nuestro objetivo: la Cueva de la Soledad, la que hacía honor a su nombre gracias su aislamiento.

En realidad son varias las cavidades que se encuentran en ese frente rocoso, y la más grande es La Soledad. La cavidad principal tiene un frente de 39 metros de longitud por 12 de fondo. La altura del techo varía entre los 7 metros y los 70 centímetros.

Recuerdo que despacio me fui acercando a este amplio refugio y mi sorpresa fue mayúscula cuando tuve ante mí, sobre el techo de la cavidad, uno de los murales rupestres más hermosos que me ha tocado ver. Ahí se podían apreciar venados corriendo o a punto de saltar, borregos cimarrones y chamanes celebrando ceremonias mágicas. Quedé maravillado ante este encuentro insólito. Destacan los venados con sus cornamentas desplegadas, los borregos con sus cuernos retorcidos, los chamanes con los brazos abiertos al universo. Eran tantas las figuras que se enciman unas con otras. Además son enormes, más del tamaño natural, calculé que las de los chamanes tendrían cuando menos de 2 a 2.5 metros de largo. Abundan los colores rojo-ocre y negro, con algunos contornos en blanco. Lo que más llama la atención es lo vivo de sus colores, lo plástico de sus figuras que parecen tener vida, lo realista de su representación y la belleza de los trazos. El mural se encuentra a 4.5 metros de altura en el techo, tiene una longitud total de 8 metros y un ancho máximo de 3 metros.

También existe un segundo panel, mucho más pequeño, de 3 metros de longitud, que contiene a varios borregos cimarrones. A lo largo de las paredes también hay dispersas numerosas pinturas de tamaño pequeño, algunas de ellas muy abstractas, y otras bastante realistas. Sobre el piso localizamos varios metates aún con sus manos, así como diversas herramientas de piedra de los antiguos pobladores. Lo intacto del sitio nos deja ver que son rarísimas las visitas que llega a tener y que han sido principalmente de los rancheros de la región cuando andan campeando.

Sorpresas a unos metros más

Como lo mencionaba, a pocos metros de esta cueva se encuentran otras dos que también presentan arte rupestre. La más alejada contiene unos borregos cimarrones de gran tamaño, pintados sobre un techo bajo y en color rojo. En la otra cavidad destaca el diseño de un puma o león, como le dicen los lugareños. Las pinturas de pumas son muy raras y solo recuerdo haber visto otra en la Sierra de San Francisco. Este puma está pintado totalmente en negro. La figura es pequeña y se realizó sobre una piedra saliente que está sobre la pared de la cavidad. También hay venados y algunos diseños abstractos.

La noche nos sorprendió en ese sitio tan especial. Imposible irnos así nomás, ya que encuentros como este no son frecuentes. Ahí, rodeados por los venados, borregos y chamanes encendimos una discreta fogata para preparar la cena. Nuestras sombras parecían revivir las danzas chamánicas y los tonos cálidos del fuego le daban un especial encanto al entorno. ¿Cuántas generaciones de indios pasaron por aquí? ¿Cómo eran? ¿Cómo vivían? En el aire quedaban tantas preguntas esperando respuestas. Estaba extasiado por estos encuentros increíbles que sigo teniendo después de casi 40 años de explorar este maravilloso país.

Gran Mural

El estilo de estas pinturas es el llamado Gran Mural, precisamente por el enorme tamaño de sus figuras. Este fue definido en la cercana Sierra de San Francisco, en Baja California Sur, en donde han sido localizadas cientos de cavidades con este tipo de pinturas. Esta se encuentra en el estado norte de la península, donde no hay registros de ellas, pero por mis recientes exploraciones me doy cuenta de que este estilo se extiende hacia la parte sur del estado, y no parecen ser pocos los sitios con este estilo rupestre. Su antigüedad aún se encuentra en discusión, pero parecen tener entre 3 o 4 mil años.