Jopala, los abusos del poder

Reportaje por: Valentín Gómez


Jopala, los abusos del poder

La Crónica de Chihuahua
Septiembre de 2012, 18:57 pm

Jopala, Puebla.- El municipio de Jopala -del totonaco “xopalli”, que traducido al castellano significa “lugar siempre verde”- se encuentra ubicado en el último reducto de la geografía poblana, entre los municipios serranos Zihuateutla, Tlaola y Hemenegildo Galeana, de Puebla, y Filomeno Mata, en el estado de Veracruz. Aquí han sentado sus reales dos personas, que son las que mandan y hacen “valer la ley”: el actual presidente municipal, Manuel Gaona Álvarez y su sobrino, Enrique Antonio Álvarez.

Jopala vive su triste realidad. Todos pagan el error de que la silla presidencial la ocupe Manuel de Gaona Alvarez. Un dato es revelador: a más de medio periodo de gestión no ha terminado ni una sola obra pública, contando la cabecera y las 10 comunidades.

Llegan al hospital a morir

Por ejemplo, en Buenos Aires, la comunidad se encuentra incomunicada debido a la falta de un puente vehicular; los vecinos deben sortear una odisea para el traslado de sus enfermos: sacarlos en camillas improvisadas, apelar a la solidaridad de los vecinos para cargarlo en distancias de cinco kilómetros y, en temporada de lluvias, la cosa se pone peor, porque no hay puente, y el recorrido, con camilla y enfermo a cuestas, se hace a pie. De acuerdo con los pobladores la mayoría de las veces, el enfermo llega al hospital para fallecer y para que los familiares emprendan el camino de regreso.

Eraclio Ortega González y Lauro de la Cruz Márquez, líderes naturales de los habitantes de esta comunidad, coinciden en que la administración que encabeza De Gaona Álvarez, fue incapaz de armar un plan de gobierno que recoja el sentir de la ciudadanía porque están gobernando de manera facciosa, utilizando los fondos públicos para beneficiar al grupo incondicional del Presidente Municipal.

“La necesidad más urgente es la construcción del puente vehicular para que nos comunique con el resto del municipio, pero a pesar de que desde la administración pasada contamos con el expediente técnico, así como con todos los requisitos, el anterior presidente municipal (el tío: Enrique Antonio Álvarez) y el actual se negaron rotundamente a firmar los acuerdos con las autoridades del Gobierno del Estado para la construcción de tan importante obra”, dijo Ortega Márquez.

Comunidades en el abandono

La misma historia se repite en las comunidades Arroyo Hondo, Cuamaxalco y El Encinal, donde la obra pública es nula y las comunidades se encuentran abandonadas.

A pesar de que el municipio recibe un techo financiero de más de 20 millones de pesos anuales por concepto del Ramo-33, el recurso público no se aplica en las comunidades, y donde se aplica se hacen obras de mala calidad o se quedan a medias, como en el caso de San Pedro Tlaolantongo, donde la pavimentación de la calle principal está abandonada desde hace meses.

Para los habitantes de Chicontla, la junta auxiliar más grande y con una población que supera a la propia cabecera municipal, el edil De Gaona sencillamente no se interesa por resolver los problemas. Los integrantes del grupo que forma parte del Movimiento Antorchista señalaron que la infraestructura educativa se encuentra abandonada, no se ha realizado ninguna obra que justifique el recurso que se le debe asignar por derecho a la comunidad.

Alfredo Luna Vite, Hipólito García Castillo y Adalberto Vargas Hernández, habitantes de la región, señalaron que hace falta pavimentar calles, concluir el muro de contención que protege a la comunidad de las inundaciones, la construcción del puente vehicular que comunica a la colonia San Francisco, lugar donde se encuentran las escuelas primaria y secundaria y que en la actualidad se encuentran en abandono.

Las comunidades de Rancho Nuevo y Tecuantla también viven en la misma situación de abandono por parte de las autoridades. El camino de terracería se encuentra deztrozado a consecuencia de la temporada de lluvias y por falta de mantenimiento, así como el camino a Patla que quedó destrozado prácticamente a causa de las fuertes lluvias que azotan a ala región en estos meses.

Los vecinos concluyeron que se necesita un cambio en la forma de hacer política y que se debe buscar el mecanismo para que los gobernantes apliquen los recursos que es de todos.

Historia de abandono y marginación

A principios de los años 80, el sometimiento, la explotación y el abandono en que los caciques mantenían a la población indígena, los obligó a buscar una salida a ese estado de sufrimiento. Fue así como un grupo de campesinos buscaron el apoyo y la asesoría del Movimiento Antorchista, que en esos años iniciaba su trabajo gestoría en la zona de Huitzilan de Serdán y Olintla en la Sierra Norte de Puebla. Con la llegada de los primeros activistas de la organozación, Jopala inició una era de progreso, pero también de ataques y asesinatos contra los humildes campesinos que se atrevían a desafiar a uno de los cacicazgos más feroces de la región.

Los campesinos organizados fundaron un preescolar, una escuela primaria y una tienda Conasupo para abaratar los productos básicos. Poco después exigían obras y servicios para los pueblos y al no encontrar respuestas a sus demandas, decidieron pelear el poder político. De esta forma, lograron algunas mejoras para las comunidades: se aperturaron caminos, se gestionaron y se construyeron escuelas, puentes y se electrificó a varias comunidades.

Sin embargo, como todo progreso atropella intereses personales, los caciques de Jopala y Chicontla -alentados por otros grupos retrogradas de la región-, retomaron fuerza e iniciaron una serie de agresiones y hostilidades contra la organización de los indígenas y hacerse nuevamente con el poder para ponerlo a su servicio personal. El muncipio cayó en manos de un tío y su sobrino: De Gaona Álvarez.